Si las encuestas son correctas y el magnate Ricardo Martinelli gana las elecciones presidenciales de Panamá del 3 de mayo, Barack Obama conseguiría un importante aliado en una región que se ha acercado cada vez más al mandatario populista radical venezolano Hugo Chávez.
Eso, al menos, es lo que Martinelli, de 56 años, me dijo en el curso de una extensa entrevista realizada en su centro de campaña, en el segundo piso de uno de los 35 locales de su cadena de supermercados Super99, la más grande de Panamá. Describió a la candidata del partido gobernante, Balbina Herrera, como una peligrosa aliada de Chávez que supuestamente inclinaría a Centroamérica aún más hacia la izquierda, una acusación que Herrera niega vehementemente. "Habría una diferencia abismal", me dijo Martinelli, refiriéndose a que cambiaría en el caso de que uno u otro candidato ganara las elecciones. "Nosotros seríamos un gobierno mucho más proestadounidense".
Martinelli, conocido por su temperamento fuerte -sus adversarios políticos lo han apodado "el loco"- encabeza por lejos las encuestas: casi todas le adjudican un 49% de los votos, contra el 37% para Herrera.
Si él gana, "sería la primera vez que dos empresarios que no son populistas, que tienen una visión de apertura, que no están buscando coimas, tomarían la presidencia en un país de un continente que está lleno de gente como Chávez, el presidente ecuatoriano Rafael Correa y otros por el estilo´´, dijo.
En Centroamérica hay un 50% de posibilidad de que el Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional, de izquierda, gane las elecciones del 15 de marzo en El Salvador. Nicaragua ya está gobernada por un gobierno izquierdista de línea dura y Honduras recientemente se unió al ALBA, el bloque regional liderado por Chávez.
Pero las elecciones de Panamá dependen más de las personalidades que de la ideología, le recordé a Martinelli. Aunque Herrera proviene de la izquierda, ¿acaso la economía de Panamá no está tan ligada a los Estados Unidos que difícilmente la candidata podría imprimirle al país un abrupto giro hacia el populismo radical?, le pregunté.
"Ella dice que se ha reinventado, pero no conozco a ningún tigre que se haya vuelto vegetariano", respondió Martinelli. Herrera negó públicamente tener el apoyo de Chávez, agregando que el actual gobierno del presidente Martín Torrijos, quien mantiene estrechos vínculos con Cuba y Venezuela, no arremetió contra el sector privado.
Cuando le pregunté qué cambios específicos de política exterior haría su gobierno, Martinelli citó mayores esfuerzos para lograr que el Congreso estadounidense apruebe el acuerdo de libre comercio EE. UU.-Panamá y más votos de Panamá en las Naciones Unidas en línea con la política exterior estadounidense, sobre todo en temas como la posición de Israel en el conflicto del Medio Oriente o los derechos humanos en Cuba.
Acerca de Venezuela y Cuba, dijo que "mantendría una relación de mutuo respeto y amistad entre naciones hermanas", pero "no una relación ideológica que pudiera generar compromisos que irían en contra de los intereses de nuestro país".
ANDRÉS OPPENHEIMER
Especial para "Río Negro"