El conflicto con el campo entra en una nueva fase de aceleración. Los tiempos corren en contra y los productores fruncen el ceño cuando deben bajar a la realidad y hacer los números de cara a la próxima campaña.
La discusión no pasa sólo por las retenciones o por las toneladas atesoradas. Hoy el meridiano atraviesa la viabilidad del emprendimiento agropecuario. Lo que está en juego ya no es la rentabilidad del negocio sino la sustentabilidad de la explotación rural.
Con todo, el gobierno, lejos de entender la situación del sector rural, busca afanosamente que le cierre la ecuación fiscal, sin tener en cuenta que puede haber consecuencias hacia futuro muy gravosas. Con un enfoque distorsionado, la mira oficial está posada sobre la cosecha actual. Sin embargo, lo que está en juego es la próxima campaña y el abastecimiento de productos esenciales para el año que viene.
Mientras en el mundo los países deciden apoyar al sector privado de la economía para evitar caer en una recesión más prolongada, la administración Kirchner encara el problema a la inversa.
El mundo, luego de un largo período de crecimiento y disciplina fiscal que generó una gran cantidad de reservas y ahorros, utiliza esos recursos para apoyar al sector privado. La previsión de los años de bonanza sirve hoy para mantener activa la economía en los años de depresión.
El gobierno argentino, en los años de prosperidad, despilfarró alegremente los multimillonarios recursos provenientes de la explosión de los commodities y de una asfixiante presión tributaria. Ahora, cuando la recesión avanza a paso redoblado -todavía no se tocó fondo-, la administración Kirchner arremete con quedarse con una porción mayor de la torta. En otros términos, ¿dónde están los 60.000 millones de dólares que se recaudaron sólo por retenciones a las exportaciones? "Necesitamos las retenciones para distribuir riqueza", reza la liturgia oficial. En realidad, las requieren para cubrir el déficit fiscal. Sin retenciones, los números fiscales están en rojo.
Con el horizonte en octubre pero con abultados vencimientos de deuda y menores ingresos, la Casa Rosada se transformó en una sala de urgencias tratando de combatir la enfermedad. Pero las urgencias de hoy son fruto de la imprevisión, la impericia y la negligencia de ayer. La demagogia y el despilfarro son las bacterias de esa patología fiscal, un síndrome crónico de la decadente dirigencia argentina. No es casual que todas las semanas, el Tesoro coloque letras entre organismos oficiales, "incautando" virtualmente los fondos presupuestarios. Ya no alcanzan las ventanillas de los bancos oficiales.
Por ahora, el oficialismo no cayó en la tentación de echar mano a los recursos del Banco Central, más allá de lo que permite su carta orgánica. ¿Pero quién asegura que no lo hará? La impresión que se tiene del gobierno es como un tigre acorralado, está debilitado, es cierto, pero por eso no deja de ser un tigre y en cualquier momento mete un zarpazo que puede ser mortal para la endeble economía argentina. "El mayor temor que hoy cruza la City es que el gobierno meta la mano en el Banco Central. Eso sería letal porque con una medida de estas características, la confianza se hace añicos y ése es el paso previo a las corridas y a la fuga de capitales de manera masiva", explicó un operador. Si les metió un zarpazo mortal a los ahorros jubilatorios privados, ¿por qué no lo haría con otros recursos? La ley de Emergencia Económica es la llave maestra que tiene el gobierno para abrir cualquier caja.
No es casual el malestar e incomodidad que por estos días se nota en el despacho de Martín Redrado, luego de varios de años de relativo confort en la autoridad monetaria.
El clima en el BCRA parece haberse alterado en los últimos días de la mano de la suba del dólar. Las operaciones de la mesa de cambios y la posición diaria han destemplado los ánimos y las autoridades han decidido aumentar los controles y el celo.
Con todo, el drenaje de fondos se sigue dando y la suba del dólar aumenta los temores de grandes y chicos. "Debemos sacar el dólar de la tapa de los diarios", ordenaron desde Balcarce 50, como si con ello se superara el clima de desconfianza reinante.
El gobierno no sólo ha rifado el pasado sino que ha rifado el futuro.
MIGUEL ÁNGEL ROUCO (*)
DyN
(*) Periodista especializado en economía.