LA HABANA.- El "mea culpa" aparecido ayer en la prensa cubana en forma de sendas cartas de los defenestrados dirigentes políticos cubanos Carlos Lage y Felipe Pérez Roque no acaba de aclarar las dudas acerca de los motivos de su caída en desgracia ni sobre el futuro gabinete de Raúl Castro más allá de estos hasta ahora prominentes nombres, que tiene tantas lecturas como nuevos miembros.
"Reconozco los errores cometidos y asumo la responsabilidad", señalaba Lage, destituido el lunes como secretario del Consejo de Ministros y que por medio de esta misiva "renuncia" a todos los cargos que adquirió a lo largo de décadas al servicio del gobierno cubano directamente a la sombra de quien fuera considerado su mentor, Fidel Castro: miembro del Comité Central y del Buró Político del Partido Comunista, así como a su condición de diputado y no ya sólo miembro del Consejo de Estado, sino como uno de sus vicepresidentes.
En términos que parecen casi calcados, Pérez Roque, el más joven del gabinete durante la década que pasó al frente de la Cancillería y considerado "delfín" del histórico líder cubano, también anunciaba su renuncia a todos sus otros cargos en el Partido y el gobierno. "Reconozco plenamente que cometí errores (...) Asumo mi total responsabilidad por ellos", escribió.
La respuesta a los numerosos interrogantes abiertos con las destituciones el lunes y profundizados con las declaraciones de Fidel Castro primero y los propios afectados ayer, no parece que vaya a producirse, al menos de forma inmediata, desde la cúpula del poder cubano.