La mitad de la docencia argentina definió, con su decisión de no iniciar de clases del 2009, un desánimo hacia su profesión, sus dirigentes, los funcionarios y hasta los propios alumnos y familias, que resultó llamativo.
Si docentes de 13 de las 24 jurisdicciones que decidieron no empezar las clases, con huelgas de entre 24 y 72 horas, con respaldos totales y parciales, será momento de que gobiernos y conducciones sindicales sinceren la magnitud del malestar de los maestros y el alcance de los quiebres en las economías provinciales que argumentan.
Lo cierto es que de estos conflictos, que generan más rechazos que aplausos, podrá leerse que el maestro "raso", el que va todos los días al aula, no respalda a sus sindicatos que firmaron un acuerdo salarial con el gobierno nacional.
Y que tampoco confía en el pedido de los funcionarios de "negociar sin dejar de trabajar", como según dicen trabajadores de otros gremios cuando hacen sus paritarias, y además que tampoco apuesta a que el inicio de clases es patrimonio de los ilusionados chicos y sus familias.
Lamentablemente, el inicio de clases ya no es patrimonio de los alumnos y sus padres, sino que se transformó, desde hace más de dos décadas, en la antesala de luchas y tironeos entre docentes rasos, sindicatos del magisterio, funcionarios y administraciones que en esa oportunidad saldan sus internas y realizan sus cruces de opiniones.
Esto no ocurría desde 1988, en que los maestros durante la gestión de Raúl Alfonsín decidieron no iniciar el ciclo lectivo, pero con la feroz diferencia que lo extendieron durante 45 días. Hoy, algunas voces sindicales cuestionaron que "mientras hay 14 provincias en conflicto docente, CTERA no declaró un paro nacional en solidaridad con los compañeros".
La Confederación decidió el viernes por la noche aprobar el acuerdo del sueldo mínimo de 1.490 pesos para un docente sin antigüedad y organizar una jornada nacional de protesta, con modalidades libres según los sindicatos provinciales.
Aun entre algunos, los dirigentes bonaerenses que aprobaron huelgas para el inicio de clases, se notó un sentimiento de desazón y hasta culpa por mostrar "insensibilidad" hacia los chicos.
No obstante, esa sensación la saldaron pensando en que "el gobierno nos presionó a aceptar sí o sí una suma de 40 pesos", "se rió de nuestro pedido" y además que el paro "es un día y en lugar del lunes empezamos el martes".
Repasando un poco, el gobierno nacional, a través de sus ministros de Educación y de Trabajo, Juan Carlos Tedesco y Carlos Tomada, en ese orden, abrió el lunes 23 la paritaria con los cinco sindicatos docentes con representación en todo el país y acordó que ningún maestro que se inicie podrá ganar menos de 1.490 pesos en su bolsillo.
Esto significó llevar el salario inicial de 1.290 pesos a 1.490, es decir 200 pesos más de suba.
Sin embargo, esto que fue aceptado por CTERA no tuvo su correlato en al menos 13 entidades de base del interior.
En algunos casos argumentaron que sus gobiernos "no ofrecieron aumentos", que "aún no fueron convocados" y que deben incrementarse los básicos y no sólo los sueldos mínimos para evitar que se "achaten" los salarios de los maestros con antigüedad.
En el caso de los maestros patagónicos, que ya están por encima del piso nacional, ya que el sur el costo de vida es superior y tienen un sueldo diferencial por la zona, no recibieron propuestas de mejoras.
No hay que dejar de observar qué sucederá en Río Negro, donde desde hace una semana no iniciaron las clases y mantienen un piquete en la Ruta Nacional 22 enojados porque no fueron convocados a discutir sueldos.
En la provincia de Buenos Aires y Ciudad, las situaciones tienen algunos puntos en común, ya que ambas jurisdicciones otorgaron dos veces aumentos en el 2008 y colocaron el mínimo bonaerense en 1.450 pesos y el porteño en 1.400 pesos.
Esta cuestión hizo que se ofrecieran unas magras cifras para alcanzar el piso nacional, mientras los sindicatos plantearon que la discusión debía ajustarse al 15,5 que se otorgó.
En el caso de los bonaerenses, el gobierno de Daniel Scioli argumentó su imposibilidad de dar mayores aumentos, en un mensaje que algunos entendieron en la falta de auxilio nacional por un lado.
Mientras que por otro, el magisterio también destapó un posible desajuste en el seno del Frente Gremial Docente -que integran, en su mayoría Suteba, UDA bonaerense, Amet y Sadop- que declaró el paro por un día y a último momento la numerosa FEB se despachó con una huelga de horas.
LAURA HOJMAN (*)
DyN
(*) Periodista especializada en educación.