SAN CARLOS DE BARILOCHE (AB).- La necesidad de ordenar las normas que regulan la construcción y agilizar los procedimientos para iniciar una obra nueva son prioridades para numerosos profesionales del rubro residentes en la ciudad. Para ello, el colegio de arquitectos e ingenieros mantiene periódicas reuniones con la secretaría de Planeamiento y Medioambiente, cuya secretaria, Estelas Áreas. Reconoció a "Río Negro" que se trabaja para "ordenar las normas y agilizar los trámites".
El arquitecto Alberto Falaschi presentó un informe sobre la actualidad urbana de la ciudad, donde hay tres códigos, más un cúmulo de ordenanzas modificatorias, lo que constituye un contexto que se presta para la confusión, el oportunismo y la arbitrariedad.
El informe, que puede leerse completo en www.rionegro.com.ar reseña los principales objetivos del trabajo realizado en los ´70 por el equipo que dirigió Néstor Hernández, que desembocaron en los códigos de Edificación y Planeamiento de 1980, vigentes al día de hoy. También hace referencia al trabajo llevado a cabo por el equipo de Guillermo Costa y la asistencia del Consejo Federal de Inversiones en 1995, que creo el código Urbano, en vigencia.
Falaschi explica que "Bariloche arrastra en su desarrollo dos características que en alguna medida plantean sus quizá máximos desafíos y contradicciones: una extraordinaria extensión del ejido urbano, de aproximadamente 40 kilómetros de largo por un promedio de 8 kilómetros de ancho". Como comparación, la Capital Federal tiene un ejido de 12 x 18 kilómetros, y una superficie menor.
"En segundo lugar se trata de una ciudad circundada por un Parque Nacional, es decir, un área intrínsecamente destinada a la conservación del medio natural".
En cuanto al primer punto, en Bariloche viven unas 130.000 personas, en Buenos Aires lo hacen alrededor de 3 millones.
Esto en la práctica significa para el ejido local una bajísima densidad, y por ende, un costo enorme de infraestructura de servicios, con un consiguiente altísimo costo de operación y mantenimiento. Kilómetros de cañerías de agua, cloacas, gas, pluviales, cables de electricidad, telefonía, además del asfaltado y mantenimiento de kilómetros de calles, despeje de nieve en invierno, recolección de residuos, etc.
En cuanto al segundo punto, hay que pensar que, mientras el crecimiento de las ciudades de la zona pampeana (Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba) se da a expensas del campo, aquí lo ha hecho a expensas del Parque Nacional, y por ende, de la naturaleza, que además constituye el sustento de la principal actividad económica: el turismo.
En su trazado original, Bariloche se extendía desde el arroyo Ñireco hasta el arroyo Sin Nombre. Es decir, era un ejido de sólo 2 x 2 kilómetros de extensión.
Según los censos sucesivos que realizó el INDEC, la población local creció desde 6.552 habitantes en 1947, a 51.268 en 1980 hasta 93.101 en el 2001. Según un estudio de la subsecretaría de Desarrollo Económico, la población rondaría los 130.000 habitantes y podría llegar a más de 300.000 en 20 años.
"Esta fuerte e incontrastable vocación urbana plantea necesariamente la pregunta: ¿Hacia dónde y con qué principios rectores debe orientarse el crecimiento de Bariloche?", se preguntó el arquitecto.