- En el 2000, en la revista "Vertex. Revista Argentina de Psiquiatría", usted publicó un artículo, partiendo de una pregunta: ¿Estamos frente a una nueva forma de violencia?
- Quiero dejar dos cuestiones en claro: Primero: el fenómeno de la violencia es mucho más amplio, más abarcativo que la violencia ligada al delito que se expresa en el robo, el asalto. Segundo: en el trabajo de "Vertex", al hablar de violencias características de una época de una sociedad, no niego la existencia de formas más tradicionales de violencias, o sea un tema de coexistencia. Lo de "nueva" hace a particularidades y a una proyección también muy particular? en aquel artículo yo no descubría nada nuevo, simplemente alentaba el interrogarse sobre lo que estaba sucediendo en el campo del delito plasmado mediante violencia física?
- ¿Qué rasgos distintivos se han acentuado en relación a aquel 2000?
- Yo señalaba en aquel momento que estábamos en curso de no poder aprender conceptualmente lo que estaba pasando en materia de violencia. Argumenté que esa imposibilidad estaba determinada por dos características que tenía la violencia: amorfa y desestructurada. Estas características se fundaban en procedimientos que hoy se han acentuado: espontaneidad del hecho violento, desaprensión por la vida de la víctima? y lo que se suele llamar "exceso de violencia intencional". Todo esto condicionaba la conceptualización de este proceso.
- ¿Conceptualización como qué?
- En el sentido de limitaciones para aprehender lo que estaba sucediendo? Cuando se hablaba en aquel tiempo de estos hechos, se lo hacía desde sucesos puntuales, experiencias propias, para definir los que sucedía. Parecía que no había otra posibilidad de describir. Pero esto no implicaba, al menos desde la investigación, dejar de lado la posibilidad de reflexionar sobre "cierta lógica social" -así la definí yo-, que estaba a modo de tramado, del determinante del proceso de violencia que ya se vivía.
- Al llegarse a este punto, ¿qué se torna imprescindible como valor instrumental para reflexionar el tema?
- Creo que no merece mayores explicaciones: de ser un país que se distinguía por la dinámica de sus procesos de integración social, que hoy han sido reemplazados por mecanismos de desarticulación social... No hay posibilidad seria, rigurosa, de reflexionar la violencia sin tener en cuenta lo que ha sucedido aquí en esta materia.
- El sociólogo Jaguaribe dice que nuestros procesos de integración generaron un argentino mundano, abierto, con idea positiva de futuro y un quehacer diario muy común a todos. Mirando lo que nos pasa, ¿hay que deducir que esta cotidianeidad está perdida?
- Por lo menos en los términos así definida. No es un proceso nuevo, claro. Hace mucho que Argentina manifiesta cada vez menos capacidad para regular, manejar, organizar las interacciones cotidianas de su sociedad. Decrece la capacidad para identificarse con el otro. Esto implica un deterioro de la calidad de vida? el miedo, la desconfianza.
- Si hay, ¿cuál es la contracara de la violencia en la realidad e imaginario de la gente?
- La previsibilidad, que es funcional a la confianza. Hoy no se puede construir previsibilidad ni siquiera cuando se va caminando a plena luz del día y en pleno centro?
- ¿Por el "robo al voleo"?
- Entre otras acciones. En alguna medida, el "robo al voleo" tiene muchas características: no requiere mucha tarea de inteligencia por parte del delincuente, puede incluso concretarse sin apelar a armas, pero visto desde la víctima y el victimario está siempre el hecho de que lo robado es muy subjetivo, muy menor ante lo que se puede perder como consecuencia del hecho: la vida. La gente no puede prevenir constantemente, organizar permanentemente en la calle su defensa. Y el delincuente también se maneja con incertidumbre.
- El gordo Valor, famoso por asaltos a transportes de caudales, reconoce que en esas operaciones, su banda ejercía una relación de poder sobre el asaltado. Pero siempre acota que procuraban que ese vínculo no terminara trágicamente: muerte. Hoy suele hablarse, desde especialistas en estos temas, de un cambio en esa relación de poder. Incluso se habla de cierto placer por matar. ¿Qué es lo que ha determinado este cambio?
- Hay una baja de la profesionalidad del delincuente. La precariedad en que se han criado cientos de miles de chicos en la Argentina de los ´90 a hoy, no computa a la vida como un valor. Sus propias vidas están desvalorizadas?.no saben más que ser criados por padres que no tuvieron trabajo y ellos mismos desconocen la cultura del trabajo.
- Viven accidentalmente. No tienen "terreno de apoyo", sostiene Loic Waquant.
- Y es así. En consecuencia hay, en no pocos de ellos y esto surge del relato de las víctimas, cierto goce por hacer sufrir a la víctima, torturarla, violarle una hija? Encuentran cierto placer en el puro ejercicio de la violencia con aquellos que tienen su vida organizada. Es una situación de poder, claro. Hay trabajos muy interesantes sobre este tema, entre otros los de Gabriel Kessler.
- En ese marco, este fin de semana irrumpió Susana Giménez con la idea de matar a quien mata. Todo en un marco donde el tema de violencia tensiona en extremo. ¿Qué opina de lo dicho por Susana Giménez?
- Me generaron dos sensaciones muy encontradas. Por un lado, lo aberrante de proponer que matando al delincuente se resuelve el problema. Esto es simplista. Pero por otro lado me parece que sus declaraciones tienen un costado positivo: No naturalizar el delito en un momento que el delito es muy instalado públicamente. Porque no se trata sólo de si hay más delito, sino también que está más visible. No desnaturalizarlo implica valorizar la vida. Por supuesto que no se puede valorizar la vida humana ligando esto a la mano dura o, como dijo ella, que los derechos humanos están sólo para los delincuentes?Una barrabasada. Pero por incómodo que sea, sus declaraciones tienen un costado que no hay que dejar de ver: impedir la naturalización de la muerte? que no se torne cultura esa naturalización.
- ¿Defiende la vida promoviendo muerte?
- Exactamente. Lo que hay que promover es la defensa de la vida toda y de todos. De los que caen bajo mano dura y de los que son víctimas de delitos. Ese es el déficit que tienen los dichos de esta señora. Y lo que hay que también comprometerse es en la lucha contra las causas que alientan esta violencia. Debemos evitar caer en que una violencia es más aceptable que otra.
- Pero en Argentina -y quedó demostrado esta semana en varios hechos, fundamentalmente tras en caso de violación y crimen de una nena de 9 años, donde se orilló el linchamiento del autor- la indignación, el legítimo dolor, parecen orientados a formular un solo camino: muerte del que mata. ¿No puede promover esto políticas poco acertadas? ¿O Incluso acciones por izquierda, como sucede en Brasil, de organismos de seguridad?
- No lo descarto. Pero esa indignación tiene un valor: mostrar que para la sociedad, lo hecho no es aceptable. Esto revela que crece la censura grupal a lo que está sucediendo. No avalo la Ley del Talión pero, insisto, me parece que esas reacciones reflejan que quizá haya reservas como para decir que Argentina no parece querer naturalizar la muerte como se naturaliza en México y Brasil. Yo sé que muy difícil creer que aquel padre que quiere quemar a quien violó y mató a su hija, esté haciendo un aporte a favor de la vida? pero me parece que esa y otras indignaciones tienen su lado positivo.
"Excedente de violencia"
Pablo Bonaldi es sociólogo egresado de la Universidad Nacional de Buenos Aires, en la cual es docente de Teoría Sociológica en la Facultad de Ciencias Sociales y en Filosofía y Letras, tarea docente que también ejerce en la Universidad de General Sarmiento, donde es investigador.
"Cuando hablo de "exceso de violencia intencional", apelo al sociólogo Norbert Elías, para quien el proceso de civilización supuso un aumento en las restricciones sociales y en el grado de autocontrol de los impulsos, lo cual redujo la expresión de la violencia pasional o afectiva. Esto dio paso a una concepción instrumental de violencia, en la que los individuos recurren a ella como un medio para alcanzar ciertos fines u objetivos, pero sin llegar a emplear más violencia de la necesaria. Por el contrario, uno de los aspectos más llamativos de la situación actual es que aparece un excedente innecesario de violencia", sostiene Bonaldi.
CARLOS TORRENGO
carlostorrengo@hotmail.com