Domingo 01 de Marzo de 2009 Edicion impresa pag. 36 > Sociedad
El objetivo principal es la ciencia

ANTÁRTIDA ARGENTINA (Enviado especial).- Desde hace muchos años el eje de la actividad argentina en la Antártida está puesto en la ciencia. Son numerosos los proyectos de investigación que se desarrollan entre científicos argentinos y extranjeros mediante convenios firmados por la Dirección Nacional del Antártico (DNA) dependiente de la Cancillería y diversos centros de excelencia de todo el mundo.

Durante su travesía en el buque ruso Vasiliy Golovnin y su estadía en las bases argentinas, los enviados de “Río Negro” tuvieron oportunidad de hablar con los protagonistas de proyectos de relevancia que van desde el estudio del agujero de ozono y del calentamiento global hasta el registro de la deriva continental. No son los únicos aspectos que se monitorean, también están el relevamiento paleontológico, que se realiza en Marambio,  una isla con fósiles de dinosaurios a flor de tierra, y los proyectos de aerogeneración y producción de hidrógeno, con los que tiene que ver el INVAP rionegrino.

Jorge Araujo, encargado del departamento de Alta Atmósfera de la DNA explica que su área realiza investigaciones en la Antártida desde la década del ’60, debido a que en esas latitudes se producen fenómenos que se manifiestan a través de perturbaciones muy intensas en el campo magnético y en las capas ionosféricas.

Posteriormente, desde la década del ‘90 y dadas las manifestaciones de cambio climático global y de agrandamiento del agujero de ozono, los registros del departamento de Alta Atmósfera se orientaron también hacia esas disciplinas.

Estas investigaciones se llevan adelante juntamente con el Instituto Nacional de Tecnologías Aeroespaciales de España, que provee del equipamiento.

El denominado efecto invernadero, se investiga fundamentalmente en la base Júbany. Allí se mide la concentración de dioxido de carbono atmosférica, cuyo incremento es el que produce fundamentalmente el fenómeno de calentamiento global.

“En el año ‘94, cuando comenzamos los estudios, había una concentración de dióxido de carbono de 354 partes por millón en la atmósfera y en el ’94 ya teníamos 385 partes por millón. En 14 años 30 unidades, en una recta ascendente que se mantiene muy constante”, explica el investigador.

Araujo admite que se trata de un fenómeno que ya se aprecia a simple vista principalmente en la península, que es la más delgada, la más expuesta y permeable a los cambios climáticos. “Allí –desliza- hay un retroceso muy grande de los glaciares, ha habido un desprendimiento muy importante de barreras de hielo en el norte de la península, de la barrera de Larsen.

Con Araujo viajan dos científicos alemanes que verificarán en la base San Martín el funcionamiento del instrumental GPS que ha provisto el organismo donde trabajan. Con ese instrumental se mide el desplazamiento continental. Desde hace muchos millones de años, las masas tectónicas continúan desplazándose, siguiendo el desarrollo del Gondwana. El proyecto sirve para verificarlo y también para constatar los cambios de elevación de los continentes con relación al nivel del mar.

Maurizio Grossi, del Instituto Experimental de Trieste, Italia, lleva 12 campañas en la Antártida. Por un convenio con la DNA, realiza la gestión de una red de sismógrafos en las bases de San Martín, Júbany, Esperanza y Belgrano.

El propósito es estudiar los movimientos alrededor de la placa de Escocia, que está entre Tierra del Fuego y la Península Antártica y la aplicación de esos conocimientos es entender la dinámica general de los movimientos de la placa.

El arco de Escocia es la continuación de la Cordillera de los Andes, antes Tierra del Fuego y la península antártica estaban juntas. Los relevamientos muestran claramente cómo la punta de Sudamérica sigue con las islas Orcadas, Sandwich hasta la península, a través de este mar que se ha creado después de la separación.

Las bases transmiten al instante a Trieste y Buenos Aires, y después los datos van un `data press´ mundial que está disponibles para todos los interesados.

La Antártida es un sitio con importante actividad sísmica, en el 2003 hubo un terremoto de 7 grados de magnitud en la escala de Richter.
Grossi aclara que los estudios que realiza no sirven para la explotación petrolera y que su finalidad es puramente científica.

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