Una crisis financiera y económica global es razón suficiente para que se incrementen en forma notable las necesidades de los sectores sociales más vulnerables.
También es justificación para que se resientan los servicios públicos. En primera medida, por el aumento de la demanda social. En segundo plano, por las propias dificultades del Estado para financiarse y abastecerse.
Por lo tanto, es de prever que vienen tiempos de dificultades para el gobierno y la ciudadanía de la región, aun cuando no resulte fácil mensurar hasta qué punto la crisis global cambiará nuestras vidas.
Pero, aun así, la sensación generalizada es que la provincia de Río Negro está viviendo la crisis antes de que ésta se produzca.
¿Anticipación? ¿O imprevisión?
En realidad, la situación de carencia en que se brinda aquí la mayoría de los servicios públicos no tiene nada que ver con el crack financiero global ni con las consecuencias que ya comienzan a evidenciarse en la economía del país y la provincia. Obedece a causas anteriores y ajenas a la actual coyuntura mundial. Y la continuidad política nos libera de escuchar excusas y culpas orientadas hacia alguna gestión anterior.
La situación de los hospitales rionegrinos es tan deplorable que hay que remontarse a muchos años atrás para encontrar un cuadro similar de desfinanciamiento y desazón.
En lugar de ocuparse de diseñar programas de prevención para grupos de riesgo ante el previsible incremento de la pobreza en el invierno que se aproxima, trabajadores y profesionales hospitalarios se ven obligados a concentrarse en el día a día, destinando tiempo a tareas de logística que nada tienen que ver con su capacitación específica.
Esta semana, el de General Roca fue declarado en emergencia por el Consejo Local de Salud luego de que se constatara que Terapia Intensiva no funciona, sólo anda una ambulancia para todo uso, faltan insumos y aun prácticas de mediana complejidad deben ser derivadas a prestadores privados cuando podrían realizarse en el hospital con una mínima inversión.
No es el único en problemas. En Bariloche, Viedma, El Bolsón y Cipolletti también reclaman por carencias de equipamiento y la falta de personal obligó a clausurar durante todo enero Terapia Intensiva en el de la capital provincial.
Algo similar puede decirse de los policías. Con patrulleros nuevos, siguen padeciendo escasez en casi todos los otros rubros, sobre todo en comunicaciones y equipos. Aunque lo más lamentable es la ausencia de inversiones para modernizar e informatizar el sistema de prevención y persecución del delito.
El resultado es que los agentes jóvenes tienen dificultades para comprender y enfrentar la mayoría de las nuevas metodologías delictivas, y no está en mejor situación la mayoría del personal de conducción de la fuerza.
En Educación se están haciendo unas cuantas obras para poner las escuelas en condiciones. Pero el inicio del ciclo lectivo nada en la incertidumbre a raíz del paro por tiempo indeterminado dispuesto por el gremio docente Unter.
Después de la reacción adversa que generó el paro del año pasado -por la consecuencia irreparable que ocasiona en el proceso de aprendizaje- era de esperar que los docentes eludieran llegar a una medida extrema. Pero en el congreso de El Bolsón resolvieron volver a la huelga, invocando dos razones:
- El salario del docente rionegrino se ha deteriorado en forma notable. No es novedoso que Neuquén lo supere, pero la brecha crece ahora hasta un 50% respecto de la vecina provincia. Incluso otras como Catamarca, que tradicionalmente pagaba salarios docente más bajos, superan ahora a Río Negro en un 30%.
- El malestar se incrementa por la falta de diálogo útil con el gobierno. La gestión Saiz llega a este punto sin estrategia de negociación alguna, lo que equivale a ensombrecer el pronóstico para la educación pública en un año complejo.
Lo más probable es que la Nación defina en los próximos días un aumento del salario mínimo docente y Río Negro se vea así obligada a reajustar el suyo. Aunque Saiz le anticipó ya al ministro Carlos Fernández que necesitará asistencia adicional para pagarlo. Pero los recursos nacionales también se verán disminuidos.
La baja calidad de gestión gubernamental es, en el marco de dificultades que plantea el panorama mundial, el principal problema para quienes habitan hoy la provincia de Río Negro. Y no sólo para aquellos que por su vulnerabilidad social dependen del Estado para educarse, atender su salud o disponer de un subsidio para aliviar sus necesidades económicas. Incluso quienes cuentan con una empresa o una actividad productiva se ven perjudicados por la deficiente infraestructura, la inacción y la falta de estímulos y de políticas públicas de conciliación entre sectores del capital y del trabajo.
Un ejemplo demoledor de ello es la decisión de dos empresas navieras -Hamburg y CCAB- de cancelar todos los embarques previstos para la temporada desde el puerto de San Antonio Este, hartas de los perjuicios económicos que les ocasionaron los prolongados conflictos salariales de los trabajadores del empaque y portuarios.
En fin, estos temas -como todos- admiten dos tipos de análisis.
El primero puede permitirse relativizar lo dicho, señalando que -en definitiva- se trata de conflictos de intereses y por ello resulta lógico que los sectores que tienen mayor poder o capacidad de presión decidan cómo actuar -o no- ante los desafíos que enfrentan.
El otro análisis va más allá de lo formal, para alcanzar niveles subjetivos. Según esa mirada, la realidad actual de Río Negro se presenta vergonzosa y decepcionante. Sobre todo si se considera la diversidad natural y humana que hizo de ésta una provincia rica en expectativas.
Comparar el presente con los mejores sueños entristece.
Y la incapacidad demostrada por el gobierno provincial para reaccionar ante tal realidad abruma.
El único ámbito en el que se advierte cierta actividad gubernamental es en el político:
- Esta semana se definirá, finalmente, quién asumirá la presidencia del bloque de legisladores oficialistas. Y todo parece indicar que será Iván Lazzeri, lo que representa un cambio nulo de orientación respecto del anterior, Daniel Sartor, y una debilidad extrema del gobernador Saiz, quien no logró imponer a ninguna de sus candidatas para el cargo.
- El viernes brindará su informe anual la defensora del Pueblo, Ana Piccinini, y es previsible que retomará su larga serie de reclamos de transparencia y eficiencia destinada a funcionarios que prefieren denostarla a escucharla.
- Y el gobernador hablará el próximo domingo para inaugurar el período de sesiones ordinarias de la Legislatura provincial.
2009 será para muchos el año de la crisis. En Río Negro será otro año en que quedarán postergados los sueños de modernidad, crecimiento de la infraestructura, un Estado austero, ágil y transparente, Justicia independiente y un verdadero desarrollo social.
ALICIA MILLER
amiller@rionegro.com.ar