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Un aerogenerador del INVAP gira desde hace tres años | ||
BASE ESPERANZA- ANTÁRTIDA ARGENTINA (Enviado especial).- Esperanza es una de las bases más lindas de la Antártida. Una bahía de aguas azules baña una superficie blanca salpicada de casitas rojas, todo entre dos enormes glaciares y los imponentes montes Flora y Pirámide. Un poco más arriba, clavado en las primeras elevaciones del terreno, un aerogenerador del INVAP gira sin pausa desde hace tres años empujado por el infatigable viento antártico. El aparato forma parte del proyecto de energías renovables que se desarrolla en la base. El Teniente Pablo Cañete, junto al soldado veterano de Malvinas Carlos Gutiérrez, "el Gurka", un joven técnico de la Dirección Nacional del Antártico, son los coordinadores del proyecto, del que toman parte varios organismos nacionales bajo la supervisión de la DNA. Están el Comando Antártico del Ejército, INVAP ingeniería, la Planta de Hidrógeno de Pico Truncado, el ITBA (Instituto Tecnológico de Buenos Aires), CITEFA y la Escuela Superior Técnica. "Todos los organismos son nacionales, de esta forma el know how lo mantenemos nosotros. Es importante porque en las bases antárticas son pocos los proyectos exclusivamente nacionales. Por ejemplo, acá hay un sismógrafo con el que trabajamos en coordinación con Italia y un mareógrafo que instalamos con Estados Unidos", relata Cañete. El objetivo -refiere- es reducir en un 50% del combustible fósil que se utiliza en la base en un plazo de 15 años que comenzó en el 2007; actualmente el ahorro alcanza al 6%. El proyecto se llama "Viento e hidrógeno". Está previsto que funcione con una granja de aerogeneradores -ahora hay sólo dos-, y paneles solares en períodos estivales. Por otro lado está la producción de hidrógeno. "Utilizaremos la energía en forma directa y parte de lo producido lo tendremos que acumular. Cuando no tengamos viento ni energía solar, en invierno, vamos a trabajar con la energía proveniente del hidrógeno", apunta el joven militar. Se entusiasma pensando que el plan va a estar acompañado de una utilización del biodiesel a partir de los aceites usados que hoy se reenvían, con alto costo, al continente. Lo mismo con la basura: de los residuos orgánicos van a tratar de producir biogas. Luego muestra una cocina que funciona a hidrógeno. Es que el tubo de gas propano traído desde Buenos Aires cuesta una fortuna y la base necesita 120 tubos, además de unos 350.000 litros de combustible líquido. "En el continente limpio, destinado a la paz y a la ciencia, quemamos gasoil y contaminamos el medio ambiente", se lamenta. La casa donde está instalado el laboratorio está calefaccionada por el aerogenerador, que produce electricidad que alimenta varios termotanques y estos un circuito de radiadores de agua. La idea de Viento e hidrógeno es que el viento recarga un banco de baterías, cuando éstas están cargadas se produce hidrógeno y eso tiene aplicaciones concretas, como por ejemplo en la cocina. El "Gurka" hace una demostración y sirve mate bien caliente. Nuestros huéspedes explican también cómo funciona un reactor electrolítico: por medio del gas se hace una electrólisis dentro de una membrana y se generan 1,5 voltios que permite hacer funcionar un reloj. La energía química se transforma en eléctrica al pasar por pequeñas celdas de combustible. Además de Esperanza, la única base que produce hidrógeno en la Antártida es una australiana y en materia de energía renovable hay sólo dos asentamientos extranjeros que llevan la delantera a Argentina. Salimos a ver los aerogeneradores bajo un viento endemoniado. En Esperanza los hay de hasta 240 kilómetros por hora y son normales los de 110 ó 120 kilómetros. Es tan fuerte el fenómeno que uno de los enormes ventiladores ya está roto. Pero el del INVAP funciona a la perfección: cuenta con un mecanismo que pliega automáticamente las aspas cuando el viento es demasiado fuerte. | ||
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