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Bautismo de fuego | ||
Las primeras semanas en el poder del presidente norteamericano Barack Obama han resultado ser aún más problemáticas que lo que pudo haber previsto. Aunque se anotó un triunfo político al lograr que la mayoría de los legisladores votara a favor del paquete de estímulo de 787.000 millones de dólares con el que espera reactivar la economía de su país, lo que no supo hacer fue convencer a quienes operan en los mercados de que las medidas que ya ha tomado y otras que está impulsando tendrán los efectos deseados. Tanto en Nueva York como en los demás centros financieros del mundo, las bolsas han reaccionado ante las iniciativas de la nueva administración con caídas precipitadas, lo que fue su forma de decir que en opinión de los inversores no ayudarán a restaurar la confianza que se perdió el año pasado al revelarse que casi todos los bancos importantes del planeta habían adquirido cantidades colosales de valores tóxicos que se originaron en el mercado inmobiliario de Estados Unidos. Ya es evidente que Obama cometió un error al permitir que los legisladores demócratas encabezados por la jefa de la bancada de la cámara baja Nancy Pelosi se encargaran de llenar el "paquete" de gastos que acaso contribuirán a amortiguar las consecuencias sociales de la recesión pero que no servirán para mejorar la situación económica. Aunque hayan exagerado los críticos republicanos que lo han descalificado por completo, sucede que los mercados suelen ser conservadores, razón por la que no compartieron el júbilo que sintieron los progresistas tanto norteamericanos como europeos por el ascenso de Obama. Por injusto que sea, la mera presencia en la Casa Blanca de un político cuya trayectoria lo ubica en el ala izquierda del Partido Demócrata fue suficiente para agravar las dificultades económicas enfrentadas por Estados Unidos y por lo tanto por el resto del mundo. Obama acaba de terminar su primer mes como "el hombre más poderoso del mundo". Si bien su carisma personal permanece intacto, ya han surgido dudas en cuanto a su capacidad para llevar a cabo los cambios drásticos que prometió en el transcurso de su campaña. Aún no ha conseguido formar su equipo porque tuvo que descartar a varios nominados que resultaron ser evasores impositivos. Asimismo, se vio salpicado por el escándalo extravagante protagonizado por el gobernador demócrata del estado de Illinois que trató de vender al mejor postor el escaño en el Senado que abandonó Obama al convertirse en presidente. Con rapidez insólita, pues, se ha difundido la sensación de que los demócratas que rodean al presidente son tan corruptos como los republicanos vinculados con su antecesor, George W. Bush. Puesto que entre otras cosas Obama dio a entender que su gobierno se guiaría por principios éticos mucho más rigurosos que los presuntamente respetados por otros mandatarios norteamericanos, el espectáculo brindado por personajes como el senador Tom Daschle, el nombrado para desempeñarse como secretario de Salud -un puesto absolutamente clave-, que se habían acostumbrado a violar las reglas más básicas, ha decepcionado a muchos que tomaron muy en serio la retórica proselitista que se empleó en la campaña. Siempre y cuando no estalle una crisis mayúscula equiparable a la enfrentada por Bush a causa del ataque terrorista del 11 de setiembre de 2001 que lo obligue a prestar mucha más atención a la política exterior, el destino de la presidencia de Obama dependerá de la evolución de la economía norteamericana. Si la recesión resulta ser relativamente breve, como se preveía hasta hace apenas un mes, estará en condiciones de triunfar nuevamente en 2012 porque el electorado no habrá olvidado que el derrumbe sucedió cuando un republicano estaba en el poder. Pero si se intensifica y se prolonga, como muchos economistas ya temen, haciendo subir hasta niveles muy elevados la tasa de desocupación y depauperando a millones de personas de clase media, muchos llegarán a la conclusión de que, lejos de atenuarla, las medidas tomadas a los apuros en la fase inicial de su gestión fueron tan inapropiadas como las que, casi ochenta años antes, aseguraron que Estados Unidos, seguido pronto por los demás países, se precipitara en la Gran Depresión que duró hasta que se aplicó el "paquete de estímulo" -es de esperar irrepetible- de la Segunda Guerra Mundial. | ||
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