BOMBAY, India (AP) - No son las típicas estrellas de cine. Azharuddin Mohammed Ismail, de 10 años, vive en una tienda de lonas y frazadas. La casa de Rubina Ali, de nueve años, es una diminuta choza rosada, que se levanta junto a una cloaca. Ambos fueron encontrados en un barrio marginal de Bombay y contratados para aparecer en la película "Slumdog millionaire´´, que cosechó una cantidad de premios y que hoy podría quedarse con varios Oscar, incluidos lo de mejor filme y director. Son los "slumdogs" de la vida real.
"Slumdog" es un término que alude en forma despectiva a los residentes de los barrios más pobres de una ciudad. Igual que el protagonista de la película, un muchacho pobre que se hace rico y conquista a una millonaria al participar en la versión india de "¿Quién quiere ser millonario?´´, estos chicos tienen ahora la posibilidad de escaparle a la pobreza en la que nacieron.
Pero las cosas en la vida real no son tan sencillas como en el cine. Los cineastas están ayudando a los chicos y comprobando que las buenas intenciones y los bolsillos llenos no garantizan el éxito.
La súbita fama y buena fortuna de los niños, por otra parte, están generando recelos en sus familias y con sus vecinos, que se preguntan por qué no seleccionaron a sus hijos para la cinta.
La película lleva recaudados más de 100 millones de dólares. La vida de los chicos, no obstante, sigue siendo tan frágil como antes. "Se supone que es un héroe en la película, pero miren cómo vive´´, comentó la madre de Azharuddin, Shameem Ismail, sentada sobre un cartón fuera de su casucha.
Aproximadamente 65 millones de indios, una cuarta parte de la población, vive en "slums", o barrios de emergencia, según cifras del gobierno. "La mayor parte de ellos están condenados a seguir haciendo esa vida", expresó Amitabh Kundu, decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Jawaharlal Nehru de Nueva Delhi.
Es muy temprano para saber si Rubina y Azharuddin -Azhar para sus amigos- se librarán de ese destino. Los cineastas debatieron si usar a chicos de los "slums" o no. "Uno se pregunta si esto alterará sus vidas demasiado´´, comentó el director de la película Danny Boyle. "Pero alguien dijo, ´estos chicos sufren tantos prejuicios en su vida. ¿Por qué debemos mostrar prejuicios nosotros también?´ "
Rubina representó a Latika, la protagonista, cuando era pequeña. Azhar a su hermano, Salim. Boyle y el productor Christian Colson creen que la mejor forma de ayudarlos es dándoles una educación. Los inscribieron en Aseema, una escuela para niños pobres de Mumbai. Algunos de los estudiantes jamás vieron un espejo. Muchos necesitan consejeros. Una pizarra dice, "debo comer con la boca cerrada". La directora de la escuela Dilbur Parakh dijo que la mitad completa el ciclo y que trata de encontrarle oficios al resto. Los cineastas le pagaron a los niños por 30 días de trabajo, le dieron a sus familias un pequeño sueldo y crearon fondos fiduciarios a los que los chicos tendrán acceso cuando completen sus estudios. Colson dijo que en esos fondos hay una suma importante, pero no reveló a cuánto asciende, ni siquiera a los padres de los niños, por temor a que traten de aprovecharse. A medida que la película ganaba popularidad, comenzaron a llegar periodistas a la escuela y Rubina y Azhar tuvieron que quedarse en su casa para evitar el asedio. Cuando la municipalidad arrasó con el barrio de Azhar, Colson le giró dinero a la familia para una nueva vivienda. No sabe qué pasó con el dinero, pero la familia sigue viviendo en una tienda. Para peor, a los padres ya no les interesa que los chicos vayan a la escuela. Boyle expresó que espera darle una educación a Rubina y Azhar, más que dinero, "una formación lenta´´ en vez de "un momento de gloria fugaz".
Resultará difícil lograr que los chicos hagan una vida normal. "Mis amigos me ven en la televisión y me dicen, ´vas a ser una gran actriz y te olvidarás de nosotros´", indicó la niña.
El padre de Azhar gana entre 30 y 60 dólares al mes vendiendo madera que recoge en la calle. Pero está hospitalizado con tuberculosis. Hace poco Azhar quiso comprarle chocolates a sus amigos, pero su madre no le dio el dinero. El niño comenzó a llorar. "¡Es mi dinero, pero lo estás usando tú!", le gritó a la madre. "Tenemos solo 200 rupias. Te daré algo más adelante´´, le respondió ella. Azhar siguió llorando y quejándose. La madre agarró un ladrillo y levantó su brazo, como si fuese a golpear al menor. "¿Es tu dinero?´´, insistió él, desafiante. "¡Pégame si te atreves". De repente, la escuela, Bollywood y los Oscars eran algo irrelevante, lejano. Azhar y su madre estaban sumergidos en su dura realidad, descontrolados por el deseo de tener dinero.