Puede ser considerada una torpeza incalificable tomar con humor, "para el churrete", un tema de tanta gravedad como el que abordaré a continuación. Me explico: temo que se rían de mí si me pongo a pontificar, en serio, sobre lo que la Organización de las Naciones Unidas deberían hacer y no hacen.
Lo que pasó fue que el 4 de febrero pasado dos submarinos nucleares -uno francés, Le Triomphant, el otro inglés, el HMS Vanguard- chocaron bajo las aguas del océano Atlántico. En nuestro país, que yo sepa, sólo un diario de los grandes dio la noticia asignándole una página entera. Supongo que algún periodista puede haberla comentado en medios electrónicos, pero lo cierto es que la mayoría de los que vivimos en este suelo -bendito, dicen algunos, aunque nunca podría yo entender los motivos que Dios tuvo para bendecirlo- se enteró.
¿El encontronazo fue en una esquina donde no funcionaba el semáforo?, ¿los submarinos tenían los parabrisas empañados?, ¿les faltaban las luces de posición?
Uno se lo toma para la chacota porque la ONU se ha convertido, desde que se propuso ser, en 1945, una sociedad de Estados que garantizara la paz y la seguridad en el mundo, en una entidad de beneficencia que se ocupa de llevarles comida a los africanos que se mueren de hambre y de hacer declaraciones de buenos propósitos.
Como sucede las más de las veces, la noticia no salió de los gobiernos sino de un diario, el inglés "The Sun". Entonces sí, la Royal Navy dijo que los submarinos andaban de patrulla en un área que no podían identificar por razones de seguridad cuando precisamente falló la seguridad y chocaron. El que firmó el comunicado fue el jefe de la marina real, un lord llamado Jonathan Brand, y en otras palabras dijo que no era para tanto y que no pasó nada: "Ambos submarinos se mantuvieron seguros y no hubo heridos. Podemos confirmar que sus funciones no fueron afectadas y que ¡no se comprometió la seguridad nuclear!" Todo bien, los daños los paga el seguro (aunque, presumo, la aseguradora ya debe haber pedido su quiebra, porque sólo el arreglo del Vanguard costará 50 millones de libras esterlinas).
¿Cómo fue posible que los submarinos no se detectaran? Hay explicaciones que, no por risibles, pueden dejar de ser ciertas. La que, por ejemplo, dice que la tecnología desarrollada para esconderse ha alcanzado tal sofisticación que imposibilitó la detección recíproca. De eso habla una película de Hollywood, difundida por tevé hasta el hartazgo, "La caza del Octubre Rojo", protagonizada por Sean Connery. El "Octubre Rojo" ha sido dotado de un sistema de silenciamiento de los motores que impide su detección de modo que, en teoría, puede llegar a anclar en el puerto de Nueva York sin que nadie se entere.
Todavía está por verse si no hubo daño radiactivo. Las naves, que miden una cuadra y media de largo cada una, transportan 16 misiles nucleares balísticos con cabezas múltiples. La colisión fue algo más que un roce, porque el Vanguard regresó remolcado a un puerto escocés, con visibles daños en su casco. El francés tardó tres días en llegar a su base, donde recaló con su sonar inutilizado.
Kate Hudson, líder de una organización que aboga por el desarme nuclear, dijo que "ésta es una pesadilla nuclear del más alto nivel", porque "la colisión de dos submarinos nucleares, los dos con reactores y armas nucleares a bordo, podría haber liberado armas nucleares en el fondo del mar". Pero la reflexión más inteligente salió de labios de un comodoro retirado, Stephen Saunders. Dijo a la BBC que "esos submarinos no deberían haber estado en el mismo lugar al mismo tiempo". Es lo que pasa, digo yo, con los accidentes en las rutas, porque cuando dos vehículos chocan es porque están en el mismo lugar al mismo tiempo.
En las Naciones Unidas están todos los países del mundo constituidos como Estados independientes. Pero sólo cinco deciden, que son los miembros permanentes del Consejo de Seguridad, vencedores en la Segunda Guerra Mundial: China, Francia, Rusia, el Reino Unido y Estados Unidos.
En realidad, no deciden. Tienen la misión de mantener la paz y la seguridad en el mundo y de obtener "la menor desviación posible de recursos humanos y económicos hacia los armamentos". A ese fin establecerán "un sistema de regulación mundial de los armamentos". ¿Hará falta decir que ese sistema no existe?
El artículo 42 de la carta dice que la ONU "podrá ejercer, por medio de fuerzas aéreas, navales o terrestres, la acción que sea necesaria para mantener o restablecer la paz y la seguridad internacionales". Podrá, pero no puede. Por lo general, de eso se ocupan los Estados Unidos y Rusia.
JORGE GADANO
jagadano@yahoo.com.ar