NEUQUÉN (AN)- Dos asesinatos ocurridos el año pasado quedaron impunes porque los testigos resultaron escasos y poco confiables. Ayer la justicia absolvió a los imputados y dispuso su inmediata libertad. Uno de los crímenes que quedó sin esclarecer es el de Gabriel Omar Monasterio Manse, de 15 años, ocurrido el 24 de febrero del año pasado en Neuquén capital. El otro es el caso de José Santos Cuevas Rebolledo, un comerciante de Centenario que fue baleado el 1 de enero de 2008 (ver aparte).
Por la muerte de Monasterio estaba preso CarlosAlberto Muñoz, de 35 años. Al término del juicio realizado en la Cámara Criminal Primera, el fiscal Alfredo Velasco Copello había pedido una condena a 12 años de prisión y el defensor particular Carlos Tejeda reclamado la absolución.
Según indica el fallo dictado ayer, el único testigo del asesinato no pudo ser ubicado para tomarle declaración en el juicio oral. Así, la hipótesis sobre cómo sucedió el crimen y quién fue el autor se debilitó a tal punto que cayó.
El domingo 24 de febrero de 2008 a la 1:30, Monasterio caminaba con un amigo por Encina y Gobernador Denis. Según el testigo que después desapareció, dos personas en moto con casco colocado les dispararon dos veces. Uno de los balazos impactó en Monasterio, quien murió casi de inmediato.
Otro vecino observó, media hora después, a Muñoz en una moto similar con un arma en la mano y sin casco. Así se construyó la sospecha contra el imputado.
Pero el joven que acompañaba aMonasterio declaró ante la policía el día del hecho y no volvió a ser ubicado. Por eso el camarista Luis Fernández escribió en el fallo: “no se encuentra debidamente acreditado que uno de los ocupantes de la moto haya sido quien efectuó los disparos” y “tampoco se encuentra probado que Muñoz era la persona que viajaba en la parte trasera del ciclomotor”. Los otros dos jueces, Mario Rodríguez Gómez y Carlos Sierra, adhirieron.
La muerte de Monasterio se produjo en un contexto de violencia en ese sector de la ciudad por antiguos enfrentamientos entre familias.
Horas después de la muerte de Monasterio quemaron una vivienda. Presuntamente fueron sus amigos, como un modo de vengar su asesinato.
A Muñoz, que tenía una condena previa, lo absolvieron por el beneficio de la duda y recuperó la libertad condicional de la que goza.