Jueves 19 de Febrero de 2009 Edicion impresa pag. 42 > Cultura y Espectaculos
Meryl Streep, eterna y talentosa
Mañana se estrena en Neuquén el filme que protagoniza, "La duda". Es la actriz que más veces fue nominada a los Oscars: 15 en total. Cerca de cumplir 60, sigue siendo requerida para grandes papeles.

LOS ÁNGELES/BUENOS AIRES (DPA) - La gente no va a ver sus películas porque se trate de superproducciones, hayan ganado determinada cantidad de premios o las haya dirigido tal o cual. Ni siquiera elige sus películas por la trama: la va a ver a ella.

Para sus millones de seguidores en todo el mundo, su sola presencia en la pantalla justifica la entrada al cine. Considerada la mejor actriz de su generación y hasta la mejor actriz estadounidense de todos los tiempos, en el caso de Meryl Streep no se cumplió aquella vieja máxima según la cual a las mujeres de más de 40 años no les ofrecen papeles interesantes en cine. Cerca de cumplir 60 en junio, los grandes estudios aún se disputan su presencia en la pantalla.

Se dio el lujo de interpretar todo tipo de mujeres: frías, poderosas, confundidas, valientes, sufridas, divertidas, frívolas, enamoradas, inescrupulosas. Trabajó junto con otros grandes del cine como Robert Redford, Clint Eastwood y Robert De Niro y actuó bajo las órdenes de directores como Woody Allen ("Manhattan"), Sydney Pollack ("África mía"), Robert Zemeckis, Spike Jonze y Robert Altman. Y, sin embargo, sigue sin poder explicar el secreto de su éxito. "La actuación es un misterio", confiesa. Para ella, los actores son simplemente "personas que pueden despertar fácilmente cosas que están en todos nosotros", como la ira, el amor, el odio o la ternura.

A lo largo de su carrera entregó actuaciones memorables, como la Sophie de "La elección de Sophie", una madre polaca que debe decidir en un campo de concentración cuál de sus dos hijos ha de morir, papel que le valió su primer Oscar; la atribulada Francesca de "Los puentes de Madison", un ama de casa tironeada entre un matrimonio abúlico y la pasión que despierta en ella la breve visita de un fotógrafo al pueblo o la matriarca de "La casa de los espíritus", Clara Trueba.

Sorprendió, una vez más, con su impecable personificación de Miranda Priestley, la fría e implacable editora de una importante revista de moda (basada, al parecer, en la legendaria Anna Wintour, editora de la "Vogue" estadounidense) en "El diablo viste a la moda" y con su reciente protagónico en "Mamma Mia!", basada en el exitoso musical de Broadway, donde se dio el lujo de saltar, cantar y bailar los éxitos de Abba .

Sin embargo, fue su interpretación en "La duda", que mañana se estrena en los cines Villages de Neuquén, de la hermana Aloysius, una severa y conservadora monja que dirige un colegio religioso en Nueva York a mediados de los años ´60 y sospecha que el sacerdote de la iglesia abusa sexualmente de uno de los niños, la que le valió su decimoquinta nominación al Oscar, convirtiéndola en la actriz con más nominaciones a ese premio en la historia del cine.

Así y todo, hace más de 20 años que no se lleva la preciada estatuilla a casa: recibió sus dos únicos Oscar en 1980 como actriz de reparto por "Kramer vs Kramer" y en 1983 como actriz protagónica por "La elección de Sophie".

En pareja desde hace más de 30 años con el escultor Don Gummer, con quien tuvo cuatro hijos que hoy día oscilan entre los 17 y los 28 años, se mudó con su familia a Connecticut, en la costa este de Estados Unidos, la acera de enfrente de la industria cinematográfica. "Viví cinco años en Los Ángeles y me volví loca. Tenía que lavarme el pelo para llevar a mis hijos a la escuela", confesó hace unos años en una entrevista.

Su largo matrimonio no es una de las únicas particularidades que convierten a Streep en un sapo de otro pozo en Hollywood. Dueña de una piel envidiable y un físico proporcionado que no busca robarle años al paso del tiempo, jamás sucumbió a la tentación de aumentar sus labios con colágeno o transformar su rostro en una máscara tirante de botox.

Se burló de la obsesión por las cirugías estéticas en "La muerte le sienta bien", donde interpretó en 1992 junto a Goldie Hawn, a dos mujeres que compraban la vida eterna y terminaban recomponiendo el deterioro propio de la vejez con pintura industrial y pegamento. Cada vez que puede, denuncia lo que llama "el síndrome Victoria´s Secret" de las jóvenes actrices de Hollywood, obligadas a lucir siempre delgadas y bellas.

Hace poco, en una entrevista con el portal estadounidense "Good Housekeeping", confesó el secreto de su eterna juventud: "Hay que asumir la vejez. La vida es algo muy valioso. Cuando perdiste a muchas personas te das cuenta de que cada día es un regalo".

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