El largo reportaje publicado en una revista brasileña del 20 de enero, día de la asunción del nuevo presidente estadounidense, nos trajo la palabra directa de un ministro que está dando y dará en lo futuro, muy probablemente, mucho para reflexionar y discutir. Su nombre es Roberto Mangabeira Unger y se ocupa del planeamiento de largo plazo en el afortunado (84% de popularidad actual) segundo período de gobierno de Lula. Veamos primero quién es el personaje y luego, lo que reveló en la entrevista.
De madre brasileña y padre alemán, Mangabeira Unger se formó en la Universidad de Harvard y a poco de egresado se convirtió -en 1976, a los 29 años- en el más joven de sus profesores. Enseñó en el posgrado de la Escuela de Derecho durante tres decenios con un horizonte de investigación mucho más amplio que el de la especialidad. Miembro de la Academia Nacional de Artes y Ciencias desde el 2004, ha escrito más de una docena de libros sobre temas tan diversos como filosofía, política, economía y teoría social, entre los cuales se destacan "Knowledge and Politics" (1987), en tres tomos, y "Democracy Realized: The Progressive Alternative" (1998), una corrección programática al neoliberalismo. Existe una nutrida bibliografía, con firmas de primer orden, que comenta sus aportes intelectuales. Descendiente de una familia de políticos importantes de Bahía, ha vivido normalmente en Estados Unidos pero regresó en diferentes oportunidades a su país para involucrarse en las campañas políticas, primero de Leonel Brizola y posteriormente de Ciro Gómez, ambos candidatos presidenciales derrotados. Comentó luego de estos tropezones, evocando a Platón y a Leibniz: "Caí en el error clásico del filósofo en política que es tratar de hallar algún otro que haga el trabajo. Creía que, una vez identificado, yo podría volver a mis libros". Pero, como determinado genéticamente, no tardó en reincidir en el accionar público. Aunque fue crítico del primer período de Lula y hasta pidió su destitución en el 2005 cuando explotaron corruptelas en el gobierno, accedió al pedido presidencial hace un año y medio asumiendo el Ministerio de Asuntos Estratégicos, uno que algunos tildan como "Ministerio de Ideas" y otros miran como a un "Think-tank" por los muy capaces que ha reclutado. En su asunción dijo que "Nuestro país está viviendo un momento mágico" en el cual "es necesario reinventar el desarrollo". Esta demanda es una idea que lo obsesiona.
Ha estado muy activo desde entonces. Sólo para señalar algunos de sus empeños, digamos que el año pasado nos ocupamos aquí de una gira suya por la Amazonia acompañando a científicos. Resaltamos entonces sus apreciaciones sobre la importancia de la selva húmeda más grande del planeta, la mayor reserva de biodiversidad, y el hecho de contener el 20% del agua dulce de la Tierra. Identificó allí una tarea inmensa para la comunidad de los científicos de su país. Pero no sólo para ellos; también para las preocupaciones del estamento militar en la enorme región. Para este último, además, ha presentado un plan sistemático de ocupación territorial dentro de un conjunto de estrategias de defensa nacional que incluyen nuevas tecnologías (nuclear para submarinos, no para armas) y una industria nacional de armamentos. Pero esto es nada más que indicativo. De ideas radical-progresistas, sus mayores preocupaciones intelectuales se han referido a políticas para reducir la pobreza, promover el crecimiento económico y fortalecer la democracia.
Amigo de Obama
Unger, como lo mencionan los estadounidenses, o Mangabeira, como lo nombran sus paisanos, reviste una importancia política más que sugerente. Baste decir que en noviembre, cuando el presidente norteamericano electo contactó telefónicamente a su colega brasileño que lo felicitaba por el triunfo, le enfatizó que Mangabeira Unger, el ministro de Asuntos Estratégicos de Lula, había sido mentor suyo en Harvard y lo consideraba "el mejor profesor" de todos los que recordaba. (En la entrevista que aquí comentamos, Mangabeira retribuye el cumplido precisando que el curso en que Obama fue su alumno tenía por título "Democracia realizada" -como el del libro de 1998 antes mencionado- y que su alumno se había distinguido como excepcionalmente inteligente, sereno y abierto).
El ministro brasileño admite en el reportaje que ha tenido contactos con miembros del gobierno de transición de Barack Obama y marca con fuerza la tesis de que existe una comunidad de intereses entre su país y el del flamante mandatario norteamericano, con posibilidades de "una unión crítica que no existió hasta ahora". Son dos países parecidos: grandes geográfica y demográficamente, multiétnicos, con base europea, pródigos en riquezas naturales y con vitalidad y energía similares, aunque enormemente desiguales en desarrollo. Por eso Brasil debe procurarse un nuevo modelo de crecimiento, de ampliación de oportunidades económicas y educativas.
Ve tres áreas de íntima colaboración posible con el gran país del Norte: los agrocombustibles de segunda generación, el complejo educativo y el ámbito de la economía. Al serle preguntado si hay sobre esa colaboración algo concreto, respondió que ya empezó a tratarla con norteamericanos del nuevo gobierno. "No le voy a decir con quiénes hablé o estoy hablando. Estuve en Washington y conversé con muchas personas. Admito que tengo una posición peculiar porque conozco Estados Unidos y tengo relaciones personales con hombres importantes".
Es una situación que parece confirmar la certeza del título de la entrevista ("Oportunidad histórica de Brasil con Estados Unidos de América") y de lo que declaró el ministro al asumir su cargo: "Nuestro país está viviendo un momento mágico".
Envidiosos, abstenerse.
HÉCTOR CIAPUSCIO (*)
Especial para "Río Negro"
(*) Doctor en Filosofía
