Miércoles 18 de Febrero de 2009 Edicion impresa pag. 27 > Salud
Una amplia gama de grises

La exigencia y la competitividad parecen ser signos capitales del síndrome de intestino irritable. "Es gente autoexigente que se propone estándares inalcanzables. Hace juego con la vida cotidiana donde la competencia es infernal y cada uno va a manifestar la disfunción en el órgano más lábil. Cuando hay una labilidad en el intestino, cualquier emoción es un gatillo", afirma la especialista. Y admite que nunca atendió a tanta gente de entre 20 y 30 años con SII como el año pasado. "A los 25 muchos me dicen que ya perdieron el tren de la carrera profesional", expresa con inquietud.

También están los que tienden a ubicar las situaciones y experiencias en los extremos. Para ellos, las cosas son buenas o malas, blancas o negras, y las personas son santas o pecadoras. Se manejan entre el todo y la nada. "La base de este tipo de distorsión cognitiva absolutista es el perfeccionismo. Como la perfección no existe, cualquier falla se percibe como un fracaso absoluto, sin tener en cuenta la amplia gama de grises".

No obstante, para todos, la terapia ayuda a transformar los sentimientos de desesperanza en otros más optimistas. "El tema es qué hacemos con esos gatillos que disparan los síntomas. No hay otra forma que darles otros significados para tomarlos con una disposición diferente", afirma la entrevistada.

Use la opción de su browser para imprimir o haga clic aquí