Miércoles 18 de Febrero de 2009 Edicion impresa pag. 26 > Salud
Intestino irritable, típico trastorno psicosomático
El síndrome de colon irritable, últimamente ampliado al de intestino irritable, es la segunda causa de ausentismo laboral después del resfrío y representa más de la mitad de las consultas a gastroenterólogos. Lo padecen dos de cada diez habitantes ante una situación difícil de manejar que los perturba, dos tercios de los cuales son mujeres.

Los síntomas del intestino irritable son padecidos por un quinto de la población. Es un típico trastorno psicosomático. La cuestión es desarmar los gatillos que disparan los síntomas a través del análisis de la peculiar manera de procesar la información que tiene cada paciente.

El síndrome de colon irritable, últimamente ampliado al de intestino irritable, es una disfunción que origina la segunda causa de ausentismo laboral después del resfrío y representa más de la mitad de las consultas a médicos gastroenterólogos. Lo padecen dos de cada diez habitantes cada vez que una situación difícil de manejar los perturba y dos tercios del total son mujeres.

"Existen situaciones estresantes reales, pero también están las internas. El miedo imaginario puede ser tan estresante como el real", afirma la psicóloga clínica Silvia Bernstein de Gutman, especializada en patología funcional digestiva.

"La gente que padece de intestino irritable responde al estrés de la misma forma que cualquier otra persona pero más intensamente. Es hipersensible. Reacciona a distintos estímulos desarrollando pronunciadas contracciones en sus intestinos y son esas contracciones las que parecieran ser responsables de las sensaciones de distensión, malestar y crisis", sostiene la entrevistada.

Este síndrome provoca molestias y ruidos en el abdomen, diarreas, constipación o alternancia de ellas, flatulencia y evacuaciones incompletas. Altera el ánimo de quien lo sufre mientras le causa cansancio, irritación y depresión y dolores lumbares y articulares.

"Aunque los poetas le canten odas y le den la importancia central al corazón, la parte más sensitiva de nuestro cuerpo es el intestino -dice la especialista-. Es el único órgano que contiene un sistema nervioso independiente del sistema nervioso central, que puede generar reflejos en completa ausencia de la energía del cerebro. Es el llamado sistema nervioso entérico". En efecto, ese sistema -que inerva al intestino y provoca su motilidad (movilidad)- se deriva embriológicamente de la misma parte de la cresta neural que da origen al cerebro. Por eso ambos preservan los enlaces, que ejercen influencias regulatorias mutuas y recíprocas entre ellos. De allí que al sistema nervioso entérico se lo denomine "pequeño cerebro".

"Cualquier emoción que registre el sistema nervioso central, ya sea externa o interna, va a parar, vía neurotransmisores, al intestino", afirma la psicóloga. Y cualquier situación de estrés o enojo se hace patente en un cambio en la motilidad intestinal.

 

Modificar reacciones

 

Ante los síntomas mencionados, suele indicarse una dieta pobre en derivados lácteos, cafeína, alcohol y edulcorantes artificiales. Se aconsejan los cereales, las frutas y los vegetales y se sugiere evitar las legumbres y aumentar la ingesta de líquidos.

Siempre es recomendable comer en un ambiente tranquilo, donde se eviten situaciones tensas.

Pero la dieta no es una panacea, y es más, lleva a muchos a perder demasiado peso: "La tarea terapéutica es ayudar a ver que no es la dieta la causa del síndrome y que tienen que comer porque, si no, suman al problema el de la desnutrición".

Para superar el síndrome, la entrevistada utiliza una técnica cognitiva conductual de ocho sesiones grupales que lleva a conocer los propios pensamientos que invaden a la persona en forma automática y detectar con qué sentimientos y conductas van asociados, pero el programa debe incluir también el tratamiento médico clínico.

"Cada persona vivencia lo que sucede a su modo y estructura su mundo en consecuencia", acota la especialista. Para la psicología cognitivo-conductual, por lo tanto, lo que importa no son los hechos en sí sino la forma en que se los decodifica. Por eso se pone énfasis en el examen de los pensamientos y creencias conectados a las emociones, conductas, experiencias físicas y a los sucesos.

 

CRISTINA SUSANA GOZZI

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