| TOKIO (AFP).- La recesión es muy fuerte, el gobierno demasiado débil para imponer planes de reactivación, y el ministro de Finanzas dimite tras haberse presentado supuestamente ebrio a una conferencia de prensa en una reunión del G7: en Japón, los problemas políticos agravan la crisis económica. La economía de Japón registró en el cuarto trimestre de 2008 su peor contracción en 35 años (-12,7% a ritmo anual). Pero en los medios, este desastre pasó a segundo plano tras la renuncia del ministro de Finanzas, Shoichi Nakagawa, sospechoso de haber bebido demasiado en una reunión del G7 el sábado en Roma. Vilipendiado por la oposición, abandonado por su propio bando, el principal ministro a cargo de salvar a la segunda economía mundial de la recesión terminó anunciando el martes su renuncia. No obstante, negó haber estado borracho y achacó su errático comportamiento -transmitido a millones de japoneses y ciudadanos de todo el mundo a través de canales de televisión y el sitio web You Tube- a un exceso de medicamentos antigripales. "Nunca pensé que algo podría desviar la atención del terrible hundimiento de la economía japonesa en el cuarto trimestre. Pero el ministro de Finanzas Nakagawa lo logró a la perfección", comentó Glenn Maguire, economista de Société Générale. La caída de Nakagawa, un peso pesado del gobierno, agrava la sensación de confusión política en Japón, en momentos en que la economía del archipiélago atraviesa una de las peores tormentas de su historia, devastada por la caída de las exportaciones y la disparada del desempleo. El gobierno conservador de Taro Aso, cuya popularidad bajó a menos de 10% a siete meses de las elecciones legislativas, se halla en dificultades para hacer aprobar todo tipo de ley en el parlamento. Sólo controla la Cámara de Diputados, mientras la oposición, que cuenta con mayoría en el Senado, se opone ferozmente con la esperanza de lograr una votación anticipada. A raíz de este bloqueo parlamentario, los dos planes de reactivación de un monto total de 49.900 millardos de yenes (415.000 millones de euros), anunciados a fines del 2008 por Aso, aún están en duda. | |