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Al rojo vivo | ||
Mientras no empieza el partido de fútbol en la cancha todos los chicos se sienten capaces de imaginarse victoriosos. Pero una vez iniciado esto ya no es posible. Hay algunos que jugarán mejore que otros. Si en esta instancia los adultos aparecen con sus frenéticas ansias de triunfar sobre el otro, lo único que conseguirán es exacerbar las emociones competitivas de los niños, señala el psiconalista Bruno Bettelheim. Con un componente más loco, todavía: les dicen a los chicos que "todo es sólo un juego, nada más que un partido". Con semejante discurso contradictorio, ¿cómo va a ser capaz el chico de aceptar la derrota con ecuanimidad y sin mermar su propia autoestima?, pregunta Moffat. Pretenden que los chicos sean más maduros que sus adultos. "Los niños no pueden poseer -ni debería esperarse que posean- un control tan maduro de sus emociones, en particular cuando la intervención de los adultos ha puesto los sentimientos al rojo vivo". | ||
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