MADRID (ESPAÑA).- Las causas por las cuales las personas sufren un infarto de miocardio sigue siendo motivo de investigaciones en el campo de la medicina y ahora parece que los especialistas avanzan en la búsqueda de respuestas.
El trabajo, cuyas conclusiones se publican en el último número de la revista "Nature Genetics", ha identificado tres nuevas regiones en el genoma relacionadas con este trastorno cardiaco y ha confirmado otras seis zonas ya asociadas anteriormente con el problema.
Aunque se trata de un paso importante, los investigadores reconocen que es sólo uno de los primeros de un largo camino. "Lo que conocemos hasta ahora representa menos de un 10% de la carga genética de la enfermedad", explica Roberto Elosua, coordinador del grupo de Investigación en Epidemiología y Genética Cardiovascular del Instituto Municipal de Investigación Médica del Hospital del Mar de Barcelona y uno de los firmantes del trabajo. "Tiene que haber muchas más variantes genéticas relacionadas que aún no hemos podido identificar", añade.
A través de distintos análisis -y en distintas fases- del ADN de más de 26.000 individuos de 10 países diferentes, los investigadores fueron capaces de localizar en esas nueve regiones del genoma pequeñas variaciones, conocidas como polimorfismos de un solo nucleótido (SNP), que se relacionaban con un desarrollo temprano de un ataque.
Más riesgos
Los individuos analizados que presentaba un mayor número de las variantes identificadas tenían el doble de riesgo de padecer un infarto prematuro.
Según señala Elosua, hasta el momento sólo se ha podido conocer el mecanismo que relaciona genes y patología en tres de las nueve zonas localizadas.
"Sabemos que los genes LDLR y PCSK9 [donde se localizan dos de las regiones identificadas] se relacionan con los niveles de colesterol y que CXCL12 está implicado en procesos de inflamación que se han asociado a la enfermedad coronaria, pero del resto no conocemos la asociación", indicó wn una entrevista publicada por el diario "El Mundo".
La investigación en la que ha participado este experto, coordinada por el Consorcio Genético sobre Infarto de Miocardio, también trató de encontrar otro tipo de mutaciones genéticas relacionadas con la patología coronaria. "Además de cambios en la secuencia de letras -SNPs- también analizamos si había alguna asociación con variaciones el número de copias de los genes", aclaró. Sin embargo, esta búsqueda no dio ningún fruto.
Ampliar la investigación, profundizar en las relaciones entre los genes identificados y el infarto o analizar si la incorporación de la información genética en la práctica clínica puede ayudar a identificar a pacientes de riesgo son, precisamente, los objetivos para el futuro de su equipo.
"Nuestros hallazgos recientes abren la puerta a nuevas vías para luchar contra la enfermedad, como nuevos fármacos, nuevos métodos diagnósticos y nuevas estrategias de prevención", afirma el investigador quien remarcó que los hábitos de vida saludables siguen siendo la principal arma contra la enfermedad.