Sábado 07 de Febrero de 2009 Edicion impresa pag. 20 > Opinion
Temux: algunos secretos del juez Muñoz

A pesar de que al juez de la causa Temux, Marcelo Muñoz, parece molestarle que se vulnere el sigilo con que oculta a la opinión pública el trámite de esas actuaciones, no podemos dejar de transmitir a nuestros lectores lo que, de a poco, vamos sabiendo. No, ciertamente, con el propósito de molestarlo.

El magistrado, que como muchos de sus colegas se expresa en forma jesuítica, no dice de su molestia, sino que "llama la atención a este magistrado (o sea, a él) que las inquietudes o peticiones sobre que se investiguen determinados hechos que formula el imputado Félix Racco salen expuestos en la prensa...". Y no es sólo eso, porque hay algo peor: "...lo que resulta más llamativo aún es que casi todos son hechos que presumiblemente se habrían llevado a cabo o se habría extendido su realización durante el tiempo en que el mismo se desempeñó como presidente de la entidad bancaria, sin que se tenga conocimiento de que se haya formulado denuncia alguna o haya ocurrido por los órganos correspondientes".

A riesgo de continuar molestando al magistrado, o llamándole la atención, no podemos dejar pasar más tiempo sin decir que su celo sigiloso hizo que declarara la nulidad de un gran número de correos electrónicos que, a mi modesto entender, podrán haber contribuido al esclarecimiento del caso. Muñoz le niega copias de esos correos a Racco, con el argumento que "de accederse a lo solicitado se estaría vulnerando el derecho a la intimidad". ¿Está sugiriendo, acaso, que los mails ventilarían amoríos entre los encartados? Lo cierto y concreto es que con la nulidad la investigación desecha elementos de prueba importantes.

En otra parte de la resolución, de diciembre pasado, que nos parece oportuno comentar, Muñoz profundiza su -ahora sí- molestia contra Racco y su defensora, al señalar que "la parte sigue empeñada en desconocer cuál es el objeto procesal de estas actuaciones, ya que en reiteradas oportunidades, tanto el imputado como sus defensores -e incluso también lo hizo la perito de parte, contadora Ochoa- incurren en una extensión temporal de los sucesos, desde abril del 2004, que no se compadece con la establecida oportunamente por el ministerio público fiscal (Pablo Vignaroli) en su requerimiento de instrucción, cuando se sabe que en esta materia rige para este juzgado el viejo adagio latino -y aquí sigue una del gusto de Benedicto XVI y Marcel Lefebvre- ne procedat iudex ex officio".

El latinazgo significaría que el juez no puede hacer nada que el fiscal, Vignaroli, no le pida. Por lo tanto, no puede investigar nada de lo sucedido antes de la consumación, en diciembre del 2004. Al parecer, en abril del 2004 le habrían otorgado a Temux otra autorización para girar en descubierto en su cuenta corriente. Sería ése otro ilícito, que el juez no puede investigar si el fiscal no se lo pide. Pero -digo yo, modestamente- pueden haberse encadenado hechos relacionados con el ilícito denunciado desde que, por lo menos, las autoridades del banco se vincularon con los hermanos Terrado, dueños de Temux. Ese vínculo se habría trabado en el 2003, cuando el presidente del banco era Luis Manganaro.

Dentro de ese lapso, precisamente el 12 de abril del 2004, Sobisch firmó el decreto 445 que otorgó a Bugner plenipotencias para controlar la gestión del banco oficial y del Iadep. En su artículo segundo, el decreto nombra "Representante coordinador del Ministerio de Hacienda, Finanzas y Energía ante los organismos citados (BPN y Iadep) en lo referente a todos los aspectos relativos a la gestión de los mismos al contador Juan Pablo Bugner".

Es curioso. El artículo 1º del decreto establece que a partir de su sanción el BPN y el Iadep "quedan bajo la órbita y competencia del Ministerio de Hacienda, Finanzas y Energía, del cual tendrán dependencia directa".

Lo curioso es que el juez parece haber quedado satisfecho con la declaración testimonial que le recibió el 12 de diciembre del 2008 a quien era el titular del ministerio cuando se dictó el decreto en cuestión, el contador Claudio Silvestrini. Lo es porque en esa declaración Silvestrini niega lo que el decreto dice. Dicho de otra manera, se lava las manos.

Apenas acepta que "a partir de abril del 2004 el banco pasa a depender estructuralmente del ministerio que estaba a mi cargo", pero inmediatamente después dice que no existía una dependencia administrativa ni comercial entre el ministerio y el banco". Admite que sólo había "una relación" y preguntado sobre cómo era esa relación, contesta con una explicación confusa para terminar diciendo que sólo miraban los resultados. Era preciso "tener mucho cuidado" porque "todos los fondos de la provincia estaban depositados en el banco", pero su ministerio -él, por lo tanto- "no tenía injerencia en la política crediticia del banco". O sea que -dicho así, con cierta brusquedad- Silvestrini no leyó el decreto.

Ni siquiera leyó que Bugner fue designado "representante coordinador" porque, preguntado al respecto, dijo que "no existía un coordinador" y que Bugner era "un nexo", pero siempre para ver "los grandes números" (aunque, no podemos dejar de destacarlo, los "grandes números" de Temux se le escaparon).

Silvestrini sólo tuvo noticia del fraude entre el 20 y el 25 de diciembre del 2004. "Era un hecho que debía saberlo el gobernador", manifestó, de modo que se lo dijo. No habló de la reacción de Sobisch, pero es dable suponer que quedó estupefacto o que reaccionó diciendo "no lo puedo creer" o algo parecido.

 

JORGE GADANO

jagadano@yahoo.com.ar

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