El ser humano instintivamente tiende a protegerse ante una amenaza. Pero cuando se trata de comercio internacional, la mayoría de los expertos afirma que imponer barreras no es la mejor respuesta. "Todos nos beneficiamos de una ubicación eficiente de recursos, así que cualquier intento de proteger economías nacionales mina ese principio básico", afirma Simon Tilford, economista jefe del Centre for European Reform, un centro de estudios en Londres.
Sin embargo, ahora existen señales cada vez más elocuentes de que a ambos lados del océano Atlántico se buscan vías para defender las industrias nacionales como una forma de hacer frente a la peor recesión global desde la Segunda Guerra Mundial.
Los defensores del libre comercio señalan los riesgos de provocar una enconada guerra comercial entre Estados Unidos y Europa, que sólo arrastraría al mundo a una miseria económica más profunda.
Los estadounidenses están considerando cómo conservar los empleos a través del "buy american" (compre estadounidense), que está siendo sometido a debate en el Senado. Esta ley prolongará una prohibición, que data de 1933 sobre algunos productos extranjeros, a importaciones de acero y hierro que se empleen en los proyectos de infraestructura previstos en su paquete de estímulo económico de 800.000 millones de dólares.
El embajador de la Unión Europea ante Washington, John Burton, dijo que Bruselas considera que este proyecto de ley "sienta un precedente muy peligroso" sobre todo por la crisis que actualmente se está viviendo.
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, aseguró que no quiere que esta futura ley viole los acuerdos de la Organización Mundial de Comercio y que intentará evitar "guerras comerciales que no nos podemos permitir en un momento en que el comercio está cayendo en todo el globo".
Pero Estados Unidos no es el único país que está revisando sus compromisos. India subió los aranceles al acero, el hierro y la soja poco después de la cumbre del G20. Francia intenta que los coches que se fabrican en su país se hagan sólo con componentes locales y muchos otros países también están intentado sostener las industrias nacionales en apuros con subsidios estatales.
Si durante la campaña electoral Obama abogó por una renegociación del Tratado de Libre Comercio (TLC), ahora el presidente de Estados Unidos ha moderado su retórica. El Senado aprobó una versión suavizada del "buy american", que requiere que todos los proyectos con financiación pública se lleven a cabo con productos nacionales.
La versión aprobada en la Cámara de Representantes la semana pasada limita los suministros al hierro y acero de procedencia extranjera. Los exportadores sin embargo advierten que esta medida, destinada a crear empleos a corto plazo en Estados Unidos, tal vez repercuta en el comercio global y acabe dañando la economía norteamericana en todo el mundo.
La Cámara de Comercio estadounidense, el principal lobby de los empresarios, está en contra de la iniciativa "buy american" y llama la atención sobre posibles medidas de represalia.
En todo caso, los europeos tampoco son inmunes a los seductoras llamadas del proteccionismo. El ministro de Industria francés acudió esta semana a Bruselas para pedir una aprobación poco probable de la Unión Europea para que sus fabricantes de coches empleen sólo componentes nacionales.
La comisaria de Agricultura de la UE, Mariann Fischer Boel, ya ha enfurecido a los productores australianos y de Nueva Zelanda tras abogar en favor de introducir subsidios a las exportaciones europeas de productos lácteos.
En tanto, la comisaria de Competencia, Neelie Kroes, probablemente se verá más presionada por parte de los gobiernos nacionales para relajar la estricta normativa del bloque sobre el tipo de ayuda estatal que está o no permitida.
Kroes ya ha dejado claro a los gobiernos de la UE que cualquier medida proteccionista que resulte en una "desproporcionada distorsión de la competencia" sólo agudizará la recesión y destruirá el mercado único del bloque.
En la cumbre de la UE en diciembre en Bruselas, los líderes de la UE abogaron en su declaración final por "rechazar el proteccionismo". Sin embargo subrayaron el derecho a salvar compañías que han sido víctimas de la crisis financiera.
Francia y Alemania, por ejemplo, han acordado proporcionar un crédito multimillonario para las compañías que hayan encargado Airbus de fabricación europea. Y lo que más sorprende a los analistas es que ni siquiera el principal rival de Airbus, la empresa Boeing estadounidense, se ha quejado.
Algunos analistas como Daniel Gros, del Centro para Estudios de Política Europea, con sede en Bruselas, apuntan una tendencia generalizada hacia una mayor intervención estatal. Con los numerosos bancos que están siendo nacionalizados tanto en Estados Unidos como en Europa, "la intervención europea se ha convertido en más aceptable", agrega Gros.
Aunque él estima a la baja los riesgos de una nueva guerra comercial, los defensores del libre comercio se quejan de que los más poderosos del mundo hayan enterrado de manera efectiva las conversaciones de la Ronda Doha, que lleva años estancada.
El economista Tilford señala que antes de culpar a Obama, los líderes de la UE deberían comenzar analizando las causas de la debilidad de su economía. Un caso especialmente llamativo en Alemania, donde el modelo del crecimiento económico se basa en las exportaciones.
"Estados Unidos había sido considerado durante mucho tiempo como un consumidor de este sector, lo que significa que los consumidores norteamericanos han contribuido de manera eficaz al crecimiento global de la economía", agregó el economista jefe de Centre for European Reform. "Esto se va a volver a equilibrar y eso va a ser doloroso", concluyó Tilford.
NICHOLAS RIGILLO Y CHRIS CERMAK
DPA