Viernes 06 de Febrero de 2009 20 > Carta de Lectores
Vientos de fronda

Tanto aquí como en el resto del mundo, gobernantes y opositores están tratando de convencer a la gente de que entienden muy bien por qué la economía internacional se ha frenado y lo que será necesario hacer para que se reinicie pronto el crecimiento generalizado. Tienen que hacerlo, ya que de difundirse la sensación de que en verdad están tan desconcertados como el que más por el escaso impacto de las medidas sumamente drásticas, y costosas, que han tomado en los meses últimos, la crisis económica desembocaría en una política de consecuencias imprevisibles. Con todo, aunque en muchos países la ira popular ha dado pie a protestas violentas contra "el capitalismo" que a juicio de los participantes fue responsable de los problemas actuales, muy pocos se han propuesto reemplazarlo por algo distinto. Tampoco parecen tener en mente una alternativa genuina dirigentes como el presidente francés Nicolas Sarkozy cuando hablan de "refundar el capitalismo" modificando algunas reglas, con la esperanza de eliminar de una vez y para todas el ciclo familiar en que un período de auge caracterizado por "burbujas" bursátiles se ve seguido por una "corrección" penosa que priva a muchos de las ganancias que supieron acumular. En cuanto a la izquierda moderada, su capacidad para aprovechar una coyuntura que debería de serle favorable ha resultado ser escasa. Lo mismo que el presidente norteamericano Barack Obama, sus voceros se han limitado a manifestar su indignación por la "codicia" de financistas que luego de arruinar a un sinnúmero de inversores se han otorgado premios fabulosos, de decenas de millones de dólares o más y, en algunos casos, como el del presidente brasileño Luiz Inácio "Lula" da Silva, se han desahogado hablando pestes del "dios mercado", lo que es una forma de asegurar a los asustados por la crisis que comparten sus sentimientos.

La incertidumbre en cuanto a lo que podría suceder en los meses y años próximos que se ha apoderado de la elite económica, política e intelectual mundial es peligrosa. Si bien merced al desprestigio es de suponer definitivo de las recetas marxistas se ha reducido el riesgo de que en algunos lugares surjan movimientos revolucionarios equiparables con los que tanto horror provocaron antes del colapso de la Unión Soviética, esto no quiere decir que en todas partes los afectados por la contracción económica se resignarán tranquilamente a la caída de sus ingresos y, lo que les sería más doloroso aún, el derrumbe de sus expectativas. En Europa, se teme que los disturbios anárquicos que siguen produciéndose en Grecia, y que están causando estragos en los países bálticos e incluso en Rusia, proliferen por todo el continente, sobre todo en países como Francia, España e Italia en los que hay una larga tradición de violencia callejera.

A falta de alternativas presuntamente coherentes al sistema existente, quienes ya han celebrado protestas en la parte más próspera de Europa están reclamando medidas netamente conservadoras. Quieren regresar a la situación de apenas seis meses atrás y mantenerla, prohibiendo los despidos y la reducción de salarios o, entre los crónicamente desocupados, del dinero que reciben del Estado. Desgraciadamente para ellos, actuar como si no hubiera ninguna crisis económica no constituye una "solución" viable. Tampoco ayudaría que los gobiernos optaran por apaciguar a quienes, en países como el Reino Unido, están pidiendo que las empresas empleen primero a obreros locales, negándose a dar trabajo a extranjeros aun cuando procedan de otras partes de la Unión Europea. Asimismo, en muchas partes del mundo abundan los que insisten en que los banqueros deberían ser castigados por su aporte al desaguisado, aunque medidas en tal sentido no contribuirían para nada a restaurar la salud del sector financiero. Así y todo, frente a una crisis tan alarmante como la desatada por la caída de una serie de instituciones financieras colosales y por lo tanto supuestamente sólidas, sería muy poco realista esperar que los más duramente golpeados, que serán los ciudadanos comunes, reaccionaran mansamente ante lo que sienten como un despojo intolerable, razón por la que puede entenderse el nerviosismo que manifiestan tantos integrantes de la elite política y económica mundial.

Use la opción de su browser para imprimir o haga clic aquí