Serena Williams consiguió ayer en Melbourne un combo incomparable: se llevó el título tras aplastar a Dinara Safina (6-0 y 6-3), ganó su cuarta corona allí, el décimo Grand Slam y se convirtió otra vez en la número 1.
La menor de la dinastía, de 27 años, apenas dejó sentarse a los aficionados en el estadio Rod Laver Arena, donde terminó con la rusa, tercera jugadora mundial, en 59 minutos. Safina, que también aspiraba al número uno con la victoria, perdió su segunda final de Grand Slam, después de su derrota en 2008 en Roland Garros ante Ana Ivanovic.
Williams, que a partir de mañana sustituirá a la serbia Jelena Jankovic en lo más alto del escalafón de la WTA, se convierte en la primera mujer que encadena títulos en dos "grandes" seguidos (el US Open el año pasado) desde que lo hiciera la belga Justine Henin en los mismos torneos de 2003 y 2004.
Pero además, se transforma en la reina indiscutida de Australia (ganó en 2003, 2005, 2007 y ahora), donde alguna vez también tuvieron hegemonía Martina Navratilova (´81, ´83 y ´85), Steffi Graf (´88, ´89, ´90 y ´94), Mónica Seles (´91, ´92, ´93 y ´96) y Martina Hingis (´97 , ´98 y ´99).
El primer set fue un suspiro. En 22 minutos, la norteamericana encarriló un partido en el que Safina estuvo ausente. Tres bolas de break le bastaron a Williams para romper en tres ocasiones el servicio de su rival, que sólo tuvo una oportunidad en todo el juego.
Williams fue básicamente incontrolable, al punto que apenas convirtió siete errores no forzados en todo el partido. Safina, por el contrario, tuvo tiempo para equivocarse en 21 ocasiones, pese a lo rápido que pasó todo.
Williams fue elevando su juego a medida que avanzó el torneo y terminó como un ciclón, demostrando que merece el número uno del mundo.
La norteamericana, que ya fue primera del ranking durante 61 semanas, mantendrá el puesto al menos otras dos. En Melbourne se llevó todo: el dobles, el singles, 1,27 millones de dólares (lleva en premios 24 millones) y una enorme, fantástica ovación.