BAGDAD (AFP).- Millones de iraquíes votaron ayer entre altas medidas de seguridad para elegir a sus consejeros provinciales en unos comicios que ponen a prueba la relativa estabilidad que vive el país después de años de violencia.
Sin embargo, los ataques no se hicieron esperar. En la región de Tikrit, 180 kilómetros al norte de Bagdad, durante la madrugada estallaron cuatro granadas ensordecedoras cerca de colegios electorales, sin provocar víctimas, según la policía.
A las 7 abrieron los 6.500 colegios electorales desde Mosul, el "último bastión urbano de Al Qaeda", en el norte del país, hasta Fao, en el extremo sur, pasando por la ciudad sunnita de Ramadi, al lado del desierto y Bagdad.
Cerca de 15 millones de iraquíes están llamados a las urnas en estas elecciones provinciales, por sistema proporcional a una sola vuelta, que se celebran en 14 de las 18 provincias del país.
Concurren 14.431 candidatos para 440 escaños en los consejos provinciales, encargados de designar posteriormente a los gobernadores de las provincias.
Los resultados se conocerán a partir del próximo martes, según la Comisión Electoral.
"No he dormido en toda la noche porque quería votar el primero", asegura Anane al Janabi, un jubilado de 55 años, que vota en el barrio de Salhiyah, en el centro de la capital.
"Antes de salir, he llamado a las puertas de mis vecinos y he despertado a mis hijos porque quiero que participen en este proceso democrático. Espero que no haya fraudes", añadió este sunnita iraquí.
En las elecciones de hace tres años, los sunnitas perdieron mucho poder y ahora se espera que aumenten su representación.
"En el 2005, con criterios confesionales, pero esta vez, he elegido a los más competentes", asegura Raad Kazem, un chiíta de 65 años, vestido con el traje tradicional.
En el barrio mayoritariamente sunnita de Azmiyah, durante mucho tiempo un bastión de Al Qaeda y de los insurgentes, Rajaa Alaa, una madre de familia de 40 años, dice haber votado por la paz.
"La primera vez no voté porque era muy peligroso. Ahora es diferente. Hemos votado toda la familia porque creemos que las elecciones pueden traer la paz", dijo.
En la turbulenta provincia de Diyala, al norte de Bagdad, Muchtar Jabaar está orgulloso de haber cumplido con su deber. "Las personas tienen miedo de venir a votar por los terroristas. Pero yo lo he hecho para enseñarles que no hay que tener miedo", asegura este taxista de 32 años.
En Mosul, Erchad Ibrahim, un ingeniero sunnita de 52 años, ha sido uno de los primeros en votar.
"Los habitantes (N. de la R.: de la provincia de Ninive) deben estar bien representados así que eligen su candidato", dijo haciendo alusión al boicot sunnita en el 2005 que permitió a los kurdos, minoritarios, ganar el consejo provincial.
Estos comicios provinciales sirven de prueba para la estabilidad del país y la popularidad del primer ministro Nuri al Maliki que a mitad de la jornada anunció una "importante participación" y pidió a los electores que votaran masivamente.
Casi un millón de soldados y policías iraquíes se habían desplegado para evitar atentados suicidas u otros ataques por parte de los insurgentes extremistas. No obstante, hubo ataques.