EL BOLSÓN (AEB)- Tras una acalorada interpelación a los secretarios municipales Cristina Menéndez (Comercio) y José Caliva (Turismo), por parte de los concejales, quedó en evidencia la falta de legislación suficiente para reglamentar el desarrollo de los espectáculos callejeros que ocupan la plaza Pagano durante el verano.

Los ediles consultados reconocieron temer que se reiteren los hechos de violencia ocurridos el año pasado por el desembarco de artesanos golondrinas en el espacio público de la principal avenida de El Bolsón.

Ahora todos apuntan a la coordinación de Cultura, que "no articuló un programa para la temporada", al tiempo que piden que se habilite un escenario único donde se concentren las actividades. A su turno, también se quejaron los vecinos de los barrios, que pidieron mantener a los artistas en la calle "porque no todos tenemos $ 15 para entrar a una sala".

La cuestión se disparó a principios de esta semana, cuando llegó a los ediles la versión que los funcionarios "habrían habilitado permisos de venta en lugares prohibidos por ley".

El detonante parece ser un grupo de ecuatorianos que se instaló en la localidad desde hace un mes, ataviados de plumas e indumentaria autóctonas, que acaparan la atención de los turistas con largas sesiones de una música orquestada en pistas previas, sobre las que interpretan algunos instrumentos del altiplano. Todo ello, claro está, a un altísimo volumen que molesta a los comerciantes más cercanos.

En tanto, algunos se dedican a captar espectadores, un par de mujeres ofrecen CD´s a precios módicos. Encima, cuando los inspectores municipales se acercan, exhiben autorizaciones firmadas por el Ejecutivo para su actividad.

Al parecer, ello molestó a otros feriantes paralelos (no admitidos en la Feria Regional tradicional por falta de espacio o por no reunir los requisitos mínimos de autenticidad), que ahora piden también por su derecho a vender en el paseo céntrico.

Para algunos, dichos artistas populares "forman parte de la fauna veraniega en El Bolsón, donde los visitantes ya están acostumbrados a que en cualquier esquina se encuentra con un músico". Para otros, en cambio, "sino no empezamos a respetar las ordenanzas esto se va a convertir pronto en un caos, donde todo vale".