Valerie Jarrett pasó los primeros años de su vida en Irak. Eso, sin dudas, fue algo que facilitó el vínculo que años más tarde pudo establecer con Barack Obama. El tema surgió cuando se reunieron en un restaurante de Chicago en 1991. Obama creció en el extranjero -pasó años en Indonesia cuando era niño- y Jarrett nació en la antigua ciudad de Shiraz, donde su padre estadounidense ayudó a financiar el primer hospital moderno de la ciudad. Los primeros idiomas de Valerie fueron persa moderno, francés y "un poquito de inglés". Hasta el día de hoy, su comida favorita es cordero y arroz con especias. "Si entro en una casa y huelo azafrán, soy feliz", dice la principal asesora del flamante presidente.
Jarrett recuerda haber hablado con Obama sobre cómo sus años en el extranjero contribuyeron a dar forma a su visión del mundo. "Supongo que consiste en estar rodeados por personas que tienen diversidad de antecedentes", dice.
Para la familia de Jarrett, que viajó mucho, incluso después de que regresaron a EE. UU. cuando ella tenía seis años, implicaba alternar con personas de Europa, Oriente Medio, Asia y África. "Uno está más abierto ante perspectivas diferentes", dice.
La visión que adquirieron al ver a Estados Unidos desde el exterior es un punto en común entre la mayoría de los asesores de Obama, que creció en otros países. Entre los expatriados se encuentra el general de la Marina retirado James L. Jones, nuevo asesor en seguridad nacional, que vivió en Francia de niño; Timothy Geithner, el secretario del Tesoro, que creció en Zimbabwe, India y Tailandia; el mayor general retirado J. Scott Gration, hijo de misioneros en África y uno de los candidatos a convertirse en el nuevo jefe de la NASA, y Jarrett -una amiga cercana a los Obama-, quien desde el 20 de enero es la principal consejera en temas de política nacional del presidente.
Obama dijo que sus años en Indonesia y sus viajes posteriores a Pakistán fueron elementos importantes para darles forma a sus opiniones sobre el rol que debe tener EE. UU. en el mundo. "Si uno no comprende otras culturas, entonces le será difícil tomar buenas decisiones de política exterior", dijo en Iowa en el 2007. "El beneficio de haber vivido en el extranjero y viajado a otros países... es que tengo una mejor percepción de cómo piensan y de cómo son realmente otras sociedades".
El mundo no relaciona esa clase de conocimiento con los estadounidenses, y con razón. Sólo el 22% de los habitantes de ese país tiene pasaporte, mientras que en muchos países de Europa el número es bastante más alto, llegando hasta el 71% en el Reino Unido. Pero a medida que el mundo se achica, la cantidad de estadounidenses que trabajan y estudian fuera del país está aumentando.
Entre el 2006 y el 2007, más de 241.000 estadounidenses estudiaron en el extranjero, por encima de los menos de 100.000 que hicieron lo mismo una década antes. El Departamento de Estado calcula que 5 millones viven en otros países. Para la generación que llega a la mayoría de edad, las oportunidades más importantes -de trabajo, inversión, esparcimiento y aprendizaje- serán mundiales.
Gration salió de EE. UU. en 1952, cuando abordó un barco llamado African Lightning y zarpó del puerto de Nueva York cuando tenía 18 meses de edad. Sus padres eran misioneros de la Africa Inland Mission. Se dirigían al puerto de Mombasa y luego viajarían al interior, hacia el Congo. La familia tuvo que huir tres veces de allí: luego de la independencia, en 1960; después de la ejecución de Patrice Lumumba, en 1961 y, finalmente, durante la guerra civil de 1964.
Los Gration perdieron todo y se instalaron en Kenia antes de regresar a Estados Unidos en 1967. "Uno pasa un tiempo en un país y de repente no puede quedarse en su casa porque vienen los rebeldes", dice Gration. "La vida misma es un don y uno se da cuenta de que esas cosas que nosotros los estadounidenses damos por sentadas, esos valores que uno no puede abarcar con sus brazos, son tan preciados que vale la pena morir por ellos".
Gration conoció a Obama cuando trabajaba como director de Estrategia, Planes y Política para el Comando Europeo. Informó al entonces senador Obama sobre asuntos extranjeros y se reunió con él después en un viaje a África, en el 2006. El año pasado, Gration abandonó el Partido Republicano para votar por Obama en la elección primaria de Nueva Jersey. Le atrajo el interés de Obama en temas "sin fronteras": medioambiente, comercio, energía y derechos humanos. "Cuando alguien crece como yo, rodeado por africanos, los ve como personas", dice Gration. "Se trata de mis amigos y por eso, cuando veo el conflicto en Darfur y lo que ocurre en el Congo oriental, no se trata sólo de un problema. Se trata de personas".
Los expatriados también aprendieron de los resentimientos que muchas veces se sienten hacia Estados Unidos. Al criarse en Francia después de la Segunda Guerra Mundial, el futuro general Jones fue a escuelas en las afueras de París y luego a otra de la OTAN. "En la Francia de la posguerra había un gran sentimiento antiestadounidense debido al número de bases que teníamos y a la gran huella que habíamos dejado".
Siendo niño y adolescente, Jones solía volver a Missouri a pasar sus vacaciones y anhelaba esa clase de vida y jugar al beisbol en lugar de al fútbol o practicar esgrima. Pero también recuerda haber visto escenas de movimientos en favor de los derechos civiles -las marchas, la lucha por la integración escolar en Little Rock, las atrocidades del Ku Klux Klan- en la televisión francesa. "Era una experiencia totalmente surrealista para mí", dice. Estaba muy orgulloso de ser estadounidense, pero también escandalizado y confundido por lo que veía.
Sus familiares de Estados Unidos le mandaban a Jones paquetes con jeans y otras prendas típicas estadounidenses. Cuando viajaba en los colectivos franceses, la gente pensaba que era un turista. "Lo que no sabían era que yo comprendía todo lo que estaban diciendo", dice. "No siempre era muy halagador". Una mañana, su padre se despertó y encontró una pintada sobre su Chevrolet Bel Air negro: "Estadounidenses, váyanse a su casa". Otras veces las tensiones provocaron conflictos. "Cuando era niño, peleaba más por mi nacionalidad que por cualquier otra razón".
Pero Jones se encariñó con Francia y también tenía compañeros de clase de Alemania, España y otros países de la OTAN. Eso resultó útil cuando se convirtió en Comandante Supremo Aliado en Europa, muchos años después. "Uno desarrolla un oído fino para escuchar los matices y lo que las personas dicen, pero también cómo lo están diciendo", asegura. "Hay que poder mirar el mismo problema a través de prismas diferentes para tener éxito en el ámbito internacional".
Ahora, Jones alienta a los jóvenes a salir y ver otros países y culturas. Cualquiera que tenga la oportunidad y no la aproveche "realmente pasa por alto uno de los componentes más importantes de cómo ser exitoso en el mundo cada vez más pequeño de hoy", dice. "Y si usted va a ocupar un cargo en el gobierno, de un país, pienso que es algo imperativo". Seguro que Obama está de acuerdo con lo que piensa su asesor.
JEFFREY BARTHOLET Y DANIEL STONE
Newsweek