SAN ANTONIO ESTE (ASA) - Si hay algo que caracteriza a las playas de ´La conchilla´, ubicadas a sólo 50 kilómetros de SAO y a 70 kilómetros de Las Grutas, es su musicalidad.
Cuando el mar asciende e impacta contra el lecho de caracoles que cubre la costa, un mágico sonido similar al de miles de cristales rompiéndose le aporta su inigualable banda sonora a uno de los sitios más bellos de la bahía San Antonio. En sus extensas playas, que conforman uno de los recodos de la península Villarino, en el acceso al Puerto SAE, para ´poner la mente en blanco´ sólo se necesita abrir los ojos y dejar que la luminosidad del paisaje se materialice ante nuestra mirada.
Allí, la arena que reviste las playas de Las Grutas es reemplazada por cientos de conchillas de diferentes especies de moluscos bivalvos, que a través del tiempo fueron erosionadas por la acción del sol y del agua y ahora blanquean las solitarias costas enmarcadas por inmensos médanos que reflejan la pureza del entorno reinante, declarado ´área natural protegida´ debido a la riqueza de su flora y fauna marina.
Alejadas del ruido de otros destinos del lugar, las playas que despliega el puerto son mucho más extensas que las de la villa turística, lo que permite que la gran cantidad de visitantes que año a año optan por elegirlas no tengan que estar pendientes del momento en el que se registra la ´pleamar´, ya que cuando el mar sube sigue dejando una vastísima extensión de costa en la que cada turista puede explayarse a gusto.
Las actividades usuales, que convocan a un público compuesto por familias y parejas en busca de quietud, permiten pasar el día disfrutando del avistaje de las aves playeras, la recolección costera de almejas y mejillones y la pesca de cazones y merluzones característicos de la zona; aunque con sólo recorrer unos kilómetros el tranquilo itinerario se puebla del pintoresquismo que aporta la cercanía del puerto de aguas profundas, al que en plena temporada arriban los barcos mercantes.
Las maniobras de carga y descarga de las inmensas embarcaciones de bandera internacional pueden observarse desde la playa lindera a ´Punta Villarino´, a través de visitas que se realizan en forma restringida debido a las medidas de seguridad que rigen el funcionamiento de la Terminal de servicios concesionaria del puerto. Sobre ese sector costero, una colonia de lobos marinos vigila el paso raudo de los buques de altura, que confunden su actividad con la de los pequeños barcos pesqueros, aquellos que durante el invierno mantienen el mismo ritmo de trabajo.
Para aquellos que priorizan el disfrute gastronómico, el casco urbano del puerto ofrece una discreta oferta de restaurantes y casas de comida en las que podrán degustar de los clásicos pulpitos, vieyras y mejillones, sumidos en la contemplación de la sosegada belleza del lugar.
Por otra parte, aunque hasta hace algunos años los turistas que cedían ante el seductor espejismo de este balneario debían aprovisionarse y utilizar los servicios que brinda el Puerto del Este, la reciente incorporación de un parador con una variada oferta gastronómica que da prioridad a la frescura de los pescados y mariscos autóctonos permite desde hace algunas temporadas que el confort se convierta en otro de los atractivos del lugar. Un destino para tener en cuenta.