Cuando el calor ambiente supera la temperatura corporal (37ºC) el organismo puede verse en problemas para regularla a través la transpiración. A este estado se lo llama agotamiento por calor, y suele darse clásicamente por insolación o por el ejercicio físico intenso. El agotamiento da señales claras, pero si no se le prestan atención pueden derivar en un golpe de calor, cuando la temperatura corporal supera los 40ºC y pueden provocarse fallas cardíacas, hepáticas o renales, por lo que requiere urgente atención médica.
En la edición del 10 de diciembre Río Negro consultó a cardiólogos, pediatras y nutricionistas quienes coincidieron en una serie de medidas básicas que permitirán disfrutar del verano a pleno y con seguridad.
-Conocer los riesgos. Las altas temperaturas del verano generan un alto riesgo de deshidratación, descenso de la presión arterial y vasodilatación excesiva, especialmente para los adultos mayores. La deshidratación hace que el organismo no pueda regular bien la temperatura, y los adultos mayores son más vulnerables porque su cuerpo contiene menos agua, Con la deshidratación decae la capacidad de trabajo físico y la fuerza muscular, la sudoración y el glucógeno muscular, que proporciona energía al cuerpo. La circulación se vuelve inestable. La humedad ambiente, al limitar la cantidad de vapor de agua que puede absorber el aire, influye en la posibilidad de sufrir un golpe de calor.
-Beber 3 litros de agua por día. Aunque no se tenga sed. Si se hace algún ejercicio físico más o menos intenso hay que beber 1 ó 2 vasos 15 ó 20 minutos antes, y también mientras ejercita. Si se corre conviene beber de 100 a 200 mililitros cada 2 a 3 kilómetros. Y al final del ejercicio hay que beber siempre. Las personas que sufren hipertensión deben tener cuidado con las bebidas con cafeína y las gaseosas, por su contenido de sodio, señala la cardióloga Melina Huerín. Pero atención, porque las bebidas muy frías pueden dar dolor de estómago.
-Moderar el consumo de alcohol y de comidas grasas. Este es un punto clave, porque pueden ser un riesgo tanto los excesos de las fiestas de fin de año como las dietas adelgazantes. Lo mejor para el sistema cardiovascular es evitar mayonesas, salsas cremosas, helados de crema, carnes muy grasosas, embutidos o quesos duros y reemplazarlos por ensaladas de frutas y verduras, palmitos, champiñones, espárragos, salpicones, pollo, pavita, terrinas, budines, frutas secas (nueces, almendras, avellanas) y abundante líquido, aunque poco alcohol. Pero tampoco es la época de más calor la indicada para dietas extremas. Más vale ingerir alimentos variados, ricos en proteínas magras, vegetales y frutas.
-Planificar el ejercicio físico. Hacerlos, sí, pero fijando al menos dos horarios por día, bien alejados de las comidas y de las temperaturas extremas, de 20 minutos cada uno, de mañana temprano y al atardecer. Si se está de vacaciones en la playa, hacerlo en arena seca o con el agua a la altura de los muslos permite desarrollar más esfuerzo, y en arena mojada, menos. No es buena señal que el ejercicio cause malestar o sofocación; y si la persona no se siente bien, no debe hacerlo. El mediodía, decididamente, no es el mejor horario para la actividad física al aire libre, y siempre se debe evitar el sol.
- Prestar especial atención a los niños. En una persona adulta de 70 kilos, 40 son agua. En los niños el porcentaje de agua es mayor, pero su cuerpo, más pequeño, disipa menos calor al disminuir la superficie de intercambio energético con el ambiente. Además el niño empieza a transpirar a una temperatura mayor que el adulto. Todo esto hace que sean más vulnerables, por lo cual los días de más calor hay que ofrecerles constantemente líquidos de beber sin que lo pidan, y agregarles un poco más de sal a los alimentos para evitar que les baje la presión arterial. En los lactantes, la mamá debe ofrecer con más frecuencia el pecho los días de mucho calor.
-Usar ropa cómoda y holgada. El algodón, por ejemplo, es una tela que facilita la evaporación por la piel. La ropa de colores claros refleja la luz solar, al contrario de la ropa de color oscuro que la absorbe y hace que la persona tenga más calor. Para favorecer la evaporación, también, hay que evitar usar sombreros o gorros, salvo que se ejercite al sol.
-Evitar una intoxicación alimentaria. Una diarrea en los días más calurosos de verano puede generar una deshidratación severa, y justamente el calor facilita la descomposición de los alimentos que pierden la cadena de frío, con lo cual, doble atención. "Si no se conoce la calidad del agua según el lugar que se está visitando, se la debe hervir y reservar en recipientes adecuados y con tapa, como mamaderas bien higienizadas", refiere la pediatra Noemí Petrucelli, jefa de Neonatología del hospital Pirovano de Buenos Aires. Los alimentos que se consumen crudos, como las ensaladas, se deben evitar al comer fuera de casa cuando no se sabe si han sido correctamente lavados.
-Consultar al médico ante cualquier duda. A su vez, la cardióloga consultada advierte que los pacientes que están recibiendo tratamiento farmacológico deben consultar siempre a su especialista de cabecera ante la llegada del calor, porque algunos medicamentos, sobre todo los reguladores de la presión arterial, pueden afectar la termorregulación natural del organismo: "Durante esta época es necesario adecuar este tipo de fármacos para evitar síntomas que pueden ser frecuentes con temperaturas más elevadas que el resto del año".
MEDIDAS DE EMERGENCIA
Las señales del golpe de calor son:
- Piel roja caliente y seca
- Agitación
- Dolor palpitante de cabeza
- Vértigos y desorientación
- Delirios, confusión o pérdida de conocimiento
- Convulsiones
En tal caso hay que llamar sin demora a un servicio de emergencia o trasladar a la persona al hospital o centro de salud más próximo. Debe ser puesto inmediatamente en un lugar fresco y ventilado (si es posible con aire acondicionado frío), quitarle la ropa y enfriarlo lo más rápido posible, mojando con agua fría todo el cuerpo. Ofrecerle agua si está consciente. Nunca hay que dar antifebriles, que incluso pueden empeorar el cuadro.
