SANTIAGO DEL ESTERO (Télam).- El cura africano Gilbert Koffi Koumann, quien hace un año se negó a oficiar misas en el interior santiagueño, es seguido por miles de personas todas las semanas cuando en sus misas efectúa prácticas de imposición de manos, en un club de la ciudad de Santiago del Estero que a la noche funciona como bailanta.
El Obispado de la provincia, que ordenó su traslado a la localidad de Nueva Esperanza, una población rural a 270 kilómetros de la capital, aún no se pronunció acerca de su desobediencia y sólo realizó reiterados llamados de reflexión que no fueron respondidos.
"No soy esclavo de nadie, soy un hombre libre y ya que no pude quedar en la parroquia San Roque seguiré oficiando misas y la imposición de manos en el Club Comercio", dijo el cura. Koumann, de 42 años y oriundo de Costa de Marfil, es conocido por sus fieles como el padrecito Gilbert.