Un diplomático israelí explicó alguna vez: "Con los países árabes que nos rodean (el Líbano, Siria, Jordania, Egipto) somos como vecinos del mismo edificio, si nos llevamos mal no nos hablamos en el ascensor y cada uno hace su vida. Pero con los palestinos, no compartimos el edificio, compartimos el mismo departamento, por eso es tan dramático que nos llevemos mal". Quizá esa imagen ayude a entender lo difícil del conflicto en Medio Oriente.
Y estamos hablando de un departamento de un ambiente con problemas de agua, no de un piso con todas las comodidades. La superficie total de Israel, incluidos los territorios ocupados de Gaza y Cisjordania que deberán ser en el futuro el Estado de Palestina, llega casi a 21.000 kilómetros cuadrados. La provincia de Tucumán tiene 22.000 y la de Misiones casi 30.000 kilómetros cuadrados. Es para tener una idea de la situación.
En ese pequeñísimo espacio conviven hoy no dos Estados que se hostigan sino, lo que es peor, dos pueblos que en su mayoría no se reconocen siquiera el derecho a la existencia, por lo menos en ese minúsculo territorio que -para agravar más la situación- es sagrado para ambos (también para los cristianos).
Y además, son dos pueblos históricamente perseguidos y con todos los traumas que de ello derivan.
Los palestinos son aún hoy un pueblo sin Estado y si hay unos cuatro millones de palestinos en los territorios (un millón y medio en Gaza y dos millones y medio en Cisjordania, aproximadamente), hay otros cuatro millones viviendo como refugiados en otros países, principalmente en el Líbano, Siria, Jordania y Egipto.
Uno se pregunta, ¿cómo es posible que haya refugiados después de 60 años? La mayoría emigró en 1948, luego de la primera guerra que libró Israel contra sus vecinos árabes, que no aceptaban el plan de la ONU de "dos pueblos, dos Estados".
Muchos de los refugiados palestinos de hoy son de segunda y tercera generación, gente que nació allí donde está. ¿Cómo es posible que por ejemplo el Líbano o Jordania no reconozcan como ciudadanos de pleno derecho a sus hermanos palestinos?
Hay que recordar incluso que entre 1948 y 1967 Cisjordania estuvo ocupada y gobernada por Jordania, y Gaza por Egipto. Luego de la Guerra de los Seis Días esa situación cambia y esos territorios los ocupa Israel.
En ese momento, cientos de miles de palestinos más huyeron a Jordania, empeorando una situación ya delicada entre la población palestina y el gobierno del rey Hussein. La cuerda se tensó tanto que derivó en un enfrentamiento armado entre las fuerzas regulares de Jordania y los palestinos de Al Fatah en 1970, en lo que se recuerda como "el setiembre negro". Todo terminó con la expulsión de la Organización para la Liberación de Palestina de Yasser Arafat.
Es decir, el pueblo palestino también ha sido maltratado y hasta perseguido históricamente por sus "hermanos" árabes, no sólo por Israel.
Del otro lado está el pueblo judío, también perseguido históricamente y durante miles de años un pueblo sin Estado. Hay algo que se conoce como "el síndrome de Masada" y es este miedo a ser exterminado.
Masada es una fortaleza que edificó el rey Herodes frente al mar Muerto. Allí se refugiaron los últimos mil judíos que se levantaron contra el Imperio Romano y en el año 73, ante el asalto final de los romanos, se suicidaron en masa. Tres años antes las fuerzas del emperador Tito habían destruido el Segundo Templo de Jerusalén. El primero había sido destruido por Nabucodonosor II, rey de Babilonia, en el año 587 antes de Cristo. Ya mucho antes los judíos habían sido esclavizados por el Egipto de los faraones y mucho después siguió la historia de persecuciones y exterminios. Como por ejemplo cuando España se conforma como Estado nación bajo los Reyes Católicos y una idea excluyente y racista. Al mismo tiempo que reconquistan Granada y expulsan a los moros, que descubren América y conquistan también al pueblo vasco, los españoles expulsan a los judíos o los obligan a convertirse al cristianismo, caso contrario iban a parar a la hoguera de la Santa Inquisición. Europa fue siempre un lugar adverso para el pueblo judío, también en Francia sufrieron el antisemitismo, como por ejemplo con el caso Dreyfus. Y ni hablemos de los pogroms de la Rusia zarista, hasta desembocar en el Holocausto, la mayor tragedia de la humanidad, cuando los nazis exterminaron a seis millones de judíos.
Ahora, cuando el presidente de Irán, Mahmoud Ahmadinejad, dice que el Genocidio Nazi contra los judíos no existió y que se debe acabar con el Estado de Israel, y ese discurso es repetido por Hizbollah en el Líbano o por Hamas en Gaza, a cualquier judío le aflora el "síndrome de Masada". Todo esto puede ayudar a entender la reacción de Israel ante la caída permanente de los misiles Qassam, lanzados desde Gaza contra las ciudades del sur como Sderot o Netivot, incluso Ashkelon. Aunque claro, nada justifica la muerte de civiles ni el uso desproporcionado de la fuerza.
(*) Periodista.