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Relato surrealista | ||
Es conocida la afición que siente la presidenta Cristina Fernández de Kirchner por la idea peligrosa de que los hechos concretos importen mucho menos que "el relato", o sea, la forma en que la gente interpreta la realidad siempre confusa, pero parece que ha olvidado que para que "el relato" oficial sea creíble no debería de alejarse demasiado de lo que efectivamente ocurre. Aunque cualquier estafador profesional entendería que nunca conviene exagerar, el gobierno que encabeza está tan resuelto a aferrarse a su "verdad" que ni siquiera teme caer en el ridículo, de ahí el intento por parte del Indec de hacer creer que el año pasado el costo de vida sólo subió el 7,2 por ciento. De estar en lo cierto los responsables de confeccionar las estadísticas oficiales, el poder de compra del grueso de los habitantes del país aumentó de manera realmente espectacular en los dos años últimos, pero por desgracia escasean los conscientes de la buena suerte así supuesta. Por el contrario, la mayoría sabe muy bien que perdió terreno en la carrera contra la inflación que, según las mediciones privadas, se ubicó en torno al 23 por ciento. Puede que haya comenzado a frenarse en los meses finales del año a causa de la desaceleración abrupta de la economía, pero no obstante ello la tasa siguió ubicándose entre las más elevadas de América Latina y por lo tanto del mundo. En diversas ocasiones, voceros oficiales han dado a entender que no es su propósito engañar a los ciudadanos comunes y corrientes sino a los inversores que cometieron el error de comprar bonos cuyo rendimiento depende de la evolución del costo de vida. Conforme a algunos cálculos, merced a los esfuerzos heroicos del secretario de Comercio, Guillermo Moreno, desde enero del 2007 el país se ha "ahorrado" de este modo hasta 17.000 millones de dólares estadounidenses. Es un monto impresionante, pero es de prever que andando el tiempo los costos de lo que al fin y al cabo es una estafa resulten ser mucho mayores que los beneficios. Un motivo por el que nuestro país es un paria financiero consiste precisamente en la conciencia universal de que el gobierno ha adquirido la costumbre de manipular las estadísticas económicas de manera tan burda que virtualmente nadie se deja engañar. Como consecuencia, el único que ha estado dispuesto a prestarnos dinero, a tasas de interés usureras, ha sido el caudillo venezolano Hugo Chávez, pero puesto que debido al colapso del precio del crudo él también se ve en dificultades financieras, tendremos que depender de nuestros propios recursos para enfrentar los vencimientos futuros de la deuda pública, razón por la que el índice riesgo país está entre los más elevados del planeta y se propagan esporádicamente rumores sobre la posibilidad de un nuevo default. De resultas de la irresponsabilidad crasa del gobierno kirchnerista, a juicio de muchos analistas económicos la Argentina se verá golpeada con suma dureza por la crisis internacional que ya se ha ensañado con todos los países ricos y amenaza con perjudicar todavía más a muchos emergentes. De haber manejado el gobierno la economía con más prudencia y, huelga decirlo, con mayor honestidad, estaría en condiciones de limitar los perjuicios porque dependemos menos que otros países del crédito ajeno o del comercio internacional, pero con miopía insensata apostó a que una coyuntura excepcionalmente favorable se prolongaría indefinidamente. Desgraciadamente para todos, perdió la apuesta. Luego de años en que despilfarró los beneficios derivados de un período largo de crecimiento a "tasas chinas", carece de los recursos que necesitaría para instrumentar una estrategia "keynesiana" auténtica. Para hacer frente a la crisis, el gobierno sólo cuenta con anuncios, es decir, con nuevos aportes al "relato" que intenta vender a la población, pero de por sí la ofensiva propagandística así supuesta no está resultando suficiente como para reavivar el consumo y de esta forma reactivar la producción que en algunos sectores está cayendo en picada. Aunque el brutal tarifazo reciente sugiere que por fin los Kirchner entienden que ha llegado la hora de adoptar políticas más realistas, no parecen tener ninguna intención de procurar sincerar los índices económicos oficiales. Es de prever, pues, que el fin del "relato" oficial será traumático. | ||
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