A Néstor Kirchner no le cayó bien que el secretario general de la CGT, Hugo Moyano, dijera que a la hora de discutir salarios durante este año, los gremios se van a regir no por el índice de inflación fijado por el secretario de Comercio, Guillermo Moreno, sino por "el INDEC de los supermercados que hacen las amas de casa".
Sin embargo, habida cuenta del poderío que le atribuye al dirigente camionero para disciplinar a los trabajadores y enfrentar entre otros al "campo" -que, en esta hora de sequía, volvió a desafiar al gobierno y por boca de Mario Llambías, de CRA, se preguntó qué espera para irse el "pajarón" secretario de Agricultura, Carlos Cheppi -, se tuvo que "comer" la osadía de tan calificado compañero.
La presidenta Cristina Fernández de Kirchner está haciendo un delicado equilibrio para que no se vea afectado el empleo y garantizar la rentabilidad empresaria, pero la crisis internacional ya empezó a golpear a las industrias automotriz y del acero y despertó al fantasma de los despidos.
El miércoles, en Olivos, en su reaparición tras la baja de presión y el "estresazo de aquellos" que la obligó a postergar una semana el viaje a Cuba y Venezuela, Cristina mantuvo un diálogo picante con los gobernadores de Buenos Aires, Daniel Scioli, y Juan Schiaretti, de Córdoba. Ambos le rogaron que instruya al ministro Carlos Tomada, para que redoble los esfuerzos e impida que se desborden los reclamos por mayores salarios.
"Las provincias estamos al borde del quebranto", avisó uno de ellos.
"Si nos obligan a pagar a nuestros empleados una pauta por encima del 13 por ciento, nos funden", reforzó el otro.
Mudos testigos de la charla, los mandatarios de Santa Fe -el socialista Hermes Binner- y de Santiago del Estero -el radical K Gerardo Zamora- asintieron ante el planteo de Scioli y Schiaretti.
Durante 2008, el INDEC registró un aumento de apenas poco más de un 7 por ciento del costo de vida. Empero, los estudios privados por lo menos triplicaron ese número. De hecho, los aumentos superaron el 20 por ciento y a fines de ese año se eliminó la "tablita" de José Luis Machinea, que castigaba impositivamente al personal con relación de dependencia más jerarquizado. Detrás de la polémica por dicha medición, pretendió ocultarse inútilmente la decisión premeditada del gobierno de no pagar 16 mil millones de dólares de deuda pública que se ajusta, precisamente, por la inflación.
Para 2009 se insinúa un juego tramoyista parecido. Moyano declaró que la CGT no admitirá que se imponga un techo o un piso a la negociación paritaria. Los empresarios quieren flexibilidad para no tener que producir cesantías, con el consiguiente trastorno social, siempre a flor de piel en la Argentina.
"La prioridad para el Estado, ahora que la economía crecerá mucho menos, es mantener la actividad laboral. La fiesta se terminó y no se pueden hacer actualizaciones altas. A lo sumo, se podrá dar un 15 o 16 por ciento en todo el año", concedió un funcionario que va y viene entre Kirchner y Moyano.
La "seca" calentó los motores de la protesta agropecuaria y hasta Scioli admitió que "esta vez el campo tiene razón" en demandar políticas de emergencia que hasta podrían contemplar la baja de las retenciones a las exportaciones.
Como jefe del Partido Justicialista, Kirchner llamará en los próximos días a Moyano, con la intención de apurar un arreglo general y asegurarle que lo compensará por otro lado, por ejemplo con las obras sociales. El pingüino necesita de su aliado para la disputa contra grupos poderosos como Techint, al que le atribuye motivaciones políticas por paralizar obras previstas en la firma Siderar de San Nicolás, en la provincia de Buenos Aires.
En plena temporada veraniega, por otro lado, volvió la tensión en Entre Ríos, por los cortes de ruta que impiden el libre tránsito hacia Uruguay. Un informe del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) concluyó que la papelera Botnia, situada en Fray Bentos, frente a Gualeguaychú, no es contaminante como denuncian los asambleístas de la provincia mesopotámica.
A todo esto, los aprestos electorales parecen fuera de lugar. No obstante, la semana que pasó Kirchner le habría anticipado a un conjunto de intendentes bonaerenses que no será candidato en octubre y que, casi con seguridad, la responsabilidad mayor de la campaña en la provincia la tendrá el jefe de Gabinete. Dubitativo en un principio, Sergio Massa estaría dispuesto a aceptar la bandera K, como paso previo a catapultarse a la gobernación de Buenos Aires en 2011.
En "off", el joven ministro confía en que este año habrá muchas obras públicas para captar votos. "El peronismo -afirma- se enamora cuando tiene plata y proyecto". Quizá, termine secundándolo, como forma de reflotar la transversalidad, la actual ministra de Salud Graciela Ocaña. La "hormiguita", ex militante junto con la tenaz detractora Elisa Carrió, planea lanzar una nueva corriente dentro del kirchnerismo. "No me pasaré a la oposición, pero si me quieren hay que volver a las fuentes", le expuso a Cristina.
ARNALDO PAGANETTI
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