Giniel De Villiers hizo historia con después de padecer durante años el dominio de Mitsubishi en el Dakar. En esta renovada edición, Volkswagen dio con la receta adecuada para el éxito. El Race Touareg se convirtió en el primer diesel que se impone en la prueba más importante de rally raid, con la satisfacción añadida de contar también con el vehículo de Mark Miller en segunda posición.
El suspenso sobre la definición del ganador en autos estaba reducido a la mínima expresión desde hace unos días. Las instrucciones de Volkswagen al equipo se habían cumplido a la perfección en Córdoba. A menos de que se produjera un enorme e imperdonable error de conducción o una avería mecánica, nada podía impedir queDe Villiers se consagrara campeón del Dakar.
Sin embargo, el piloto sudafricano decidió asumir un riesgo calculado, con el fin de ponerle el broche de oro a su impecable trabajo en el Dakar.
La victoria en el especial que terminó Rosario, último galardón prestigioso sin dueño, llevó al francés Guerlain Chicherit a encarar la etapa final del rally tan rápido como en su inicio, cuando sufrió un vuelco.
Sus esfuerzos se vieron recompensados con el mejor tiempo en el CP1, pero, al final, sucumbió ante la arremetida de De Villiers, quien en los restantes controles de paso tuvo que renegar bastante con el ruso Leonid Novitskiy y el polaco Krzysztof Holowczyc.
Con un dominio absoluto, tanto en los caminos sinuosos y rápidos, como en las de dunas, el sudafricano supo aprovechar su destreza habitual. Con su cuarta victoria de etapa, la duodécima de su campaña, De Villiers superó por 8m 59s al segundo en la general, su compañero de equipo Mark Miller, para redondear el histórico "1-2" de VW. Tercero, en notable trabajo, llegó el estadounidense Ro-bby Gordon, con un Hummer.