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Perspectivas oscuras | ||
Hasta hace muy poco, a los dirigentes políticos, funcionarios y empresarios norteamericanos les encantó recordarles a los demás que "no hay almuerzos gratuitos", lo que era su modo de amonestar a los gobiernos de países como el nuestro por negarse a adaptarse a la realidad económica. Aunque a partir de mediados del año pasado los líderes de la superpotencia entienden que ya no tienen la autoridad moral para poder darse el lujo agradable de sermonear a otros acerca de la importancia de siempre manejar la economía con prudencia, ello no quiere decir que se equivocaran al insistir en que tarde o temprano será necesario pagar por los errores cometidos. Puede que dadas las circunstancias las medidas "keynesianas" con las que el gobierno saliente del presidente George W. Bush y las aún más ambiciosas que han sido propuestas por el equipo del presidente electo Barack Obama sean las indicadas, pero las sumas barajadas son tan colosales que es comprensible que muchos teman que, si bien podrían ayudar a asegurar que la recesión sea relativamente breve, en los años siguientes tanto Estados Unidos como la Unión Europea tengan que resignarse a décadas de crecimiento muy lento, cuando no de un período prolongado signado por el estancamiento combinado con una alta tasa de inflación o, peor, por un proceso deflacionario similar al experimentado por el Japón en los años noventa. Por motivos comprensibles, el panorama así supuesto preocupa mucho a Obama. Esperaba que su gestión significara una suerte de nuevo amanecer equiparable con el atribuido al irremediablemente optimista presidente Ronald Reagan que siguió a la etapa lúgubre representada por su antecesor, Jimmy Carter, pero ya ha tenido que enfrentar el peligro de que la recesión se convierta en una depresión. Es éste el temor del más reciente ganador del premio Nobel de Economía, el norteamericano progresista Paul Krugman, según el cual "esto se parece horriblemente al inicio de la segunda depresión", o sea, que prevé que muchas empresas caigan en bancarrota, que la tasa de desocupación aumente cada vez más y el consumo se mantenga en niveles sumamente bajos, impulsando así una espiral viciosa de la que sería muy difícil salir. La "solución" propuesta por Krugman y quienes piensan como él consistiría en paquetes de estímulo todavía mayores a los ya anunciados que han alcanzado la friolera de casi 800.000 millones de dólares, pero la deuda resultante sería tan enorme que tendrían que transcurrir muchos años antes de que Estados Unidos lograra sanear sus cuentas. Aunque la crisis internacional comenzó con el estallido de la burbuja inmobiliaria norteamericana que fue creada juntamente por financistas deseosos de aprovechar oportunidades para ganar más dinero y políticos que querían asegurar que hasta los menos capaces de devolver préstamos pudieran comprar viviendas caras, es en el fondo la consecuencia de una serie de desequilibrios estructurales. En los años últimos, los norteamericanos dejaron de ahorrar porque el crédito era abundante e imaginaban que por tener una vivienda, hipotecada o no, disfrutaban de un patrimonio envidiable. Mientras tanto, al igual que los países de Europa y el Japón, la población norteamericana envejecía al caer la tasa de natalidad, con el resultado de que ha crecido la proporción de personas que dependen de jubilaciones y necesitan tratamientos médicos muy caros y se ha reducido la de quienes siguen en actividad. Y para colmo, hay señales de que a causa del deterioro del sistema educativo a los países actualmente ricos, entre ellos Estados Unidos, les será más difícil mantener su ventaja competitiva frente a China y la India. Por lo tanto, además de hacer frente al problema planteado por una crisis económica amenazadora, el próximo gobierno norteamericano tendrá que pensar en las consecuencias a mediano y a largo plazo de lo que se ha propuesto hacer. Por fuerte que sea la tentación de concentrarse sólo en lo inmediato, a menos que consiga revertir las tendencias negativas supuestas por el endeudamiento generalizado, la evolución demográfica y las deficiencias educativas, los perjuicios ocasionados al "país rector" por haber vivido durante tanto tiempo por encima de sus medios reales incidirán profundamente en el orden geopolítico mundial. | ||
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