El 2009 ya bosteza. Se sacude la modorra de enero, sabiendo que la política partidaria será el látigo que marcará el pulso hasta la próxima primavera.
Y nadie está bien parado para esa carrera.
Será un año de elección parlamentaria nacional. Y es precisamente en las necesidades y favores del gobierno de Cristina Kirchner donde radica el foco de las dificultades para la mayoría de los eventuales contendientes para los cargos en disputa.
Este año se renovarán las bancas que ocupan en la Cámara de Diputados de la Nación Julio Arriaga y Hugo "Cacho" Cuevas. Fueron elegidos el 23 de octubre de 2005, cuando el Frente para la Victoria -que impulsaba a Arriaga con el fuerte respaldo de Miguel Pichetto- se impuso por casi 12.000 votos sobre el candidato radical, al que había elegido y defendido el propio gobernador Miguel Saiz.
Dos años más tarde, la historia se daba vuelta como un reloj de arena: el radicalismo -devenido en favorito del kirchnerismo- lograba la reelección de Saiz en mayo. El peronismo debió esperar hasta octubre para desquitarse: ganó las parlamentarias y llevó al Senado a Miguel Pichetto y a Jorge Cejas a Diputados. Pero, a la vez, perdía fuerza relativa en la representación nacional, en beneficio de su socio, una fuerza política con un caudal electoral ya puesto en duda: el Frente Grande sumaba tres representantes: Lorena Rossi acompañó a Arriaga en Diputados y María José Bongiorno llegó al Senado. El peronismo quedaba con sólo dos representantes: Pichetto y Cejas. Algo similar le pasaba al radicalismo como resultado de su alianza con una parte del PJ: sólo Cuevas lo representaba en Diputados y Verani en Senadores.
Este año, cada una de las dos fuerzas mayoritarias de la provincia volverá a enfrentarse con el nudo gordiano de sus dilemas:
- El radicalismo acaba de sellar la unidad para poder volver a utilizar el nombre y los símbolos partidarios. Pero lo ha hecho sin que el gobernador y su grupo resignen su adhesión al kirchnerismo. Esa opción podría no ser ya la mejor para asegurar ventajas en las urnas. Y el gobierno de Saiz llega a esta instancia debilitado por una pobre gestión, por varias denuncias penales e institucionales de corrupción y por la falta de liderazgos en el Ejecutivo que respalden un inexistente proyecto de poder.
Saiz no tiene candidato a diputado. Pero insiste en que -como se trata de reemplazar a Cuevas- el elegido deberá ser "suyo" y, por estrategia electoral, provenir de la zona andina. Este esquema -a la luz de las diferencias que ya aparecen en el esquema interno del gobierno- restringe las posibilidades a Hugo Castañón o César Barbeito.
Los sucesos de la última mitad del 2008 dejaron averiadas las posibilidades de los dos principales estrategas políticos del gobernador: Daniel Sartor es investigado por una fundada denuncia de enriquecimiento injustificado presentada por la defensora del Pueblo, Ana Piccinini. Si bien la estrategia de "pisar" el expediente le permitió al gobierno aliviar la presión sobre el fin de año, esa demora hará que el presidente del bloque oficialista quede bajo sospecha durante buena parte del año electoral. Su par Iván Lazzeri, en tanto, optó por el silencio ni bien la defensora del Pueblo le advirtió que también lo tenía en la mira.
Esto restringe notablemente la cantidad y calidad de los dirigentes aptos y dispuestos a liderar una campaña difícil para un gobierno que ya se ubica en la cuenta regresiva. Todos coinciden en que algo hay que hacer, pero nadie parece saber qué, ni cómo, ni cuándo.
- El peronismo sigue sin funcionar como un partido político orgánico. Y amenaza volver a tropezar con la piedra de las rivalidades entre sus dos dirigentes de mayor instalación en la provincia: Miguel Pichetto y Carlos Soria. Los dos buscaron sin éxito la gobernación. Son de la misma generación. Y nadie podría escribir tres párrafos completos con diferencias de importancia entre la cosmovisión que tienen sobre la política y la ideología. Sin embargo rivalizan, se desconfían, se celan. Al parecer, sin advertir que la tormenta que desatan hace peligrar las posibilidades de triunfo de ambos.
Repuesto de los golpes políticos recibidos y divertido por la distensión del verano, Miguel Pichetto acaba de afirmar que no cierra ninguna puerta sobre su eventual futuro.
Sabe -nadie lo ignora- que su destino político está ligado a la suerte que tenga el gobierno nacional en su intento de dominar una situación económica y política que presagia dificultades serias. El primer cuatrimestre será decisivo para ver cómo impacta la crisis en el nivel de ocupación y en la marcha de la economía.
No quiere confrontar con Carlos Soria. Pero tampoco está dispuesto a dejarle libre el campo de juego para que distribuya las cartas a su antojo.
Para ese fin cuenta con varios integrantes de la Liga de Intendentes Justicialistas y con la contribución del propio Soria, que ha maltratado a varios de ellos al punto de llevarlos a buscar refugio en otro referente.
En definitiva, los dos piensan en la gobernación, conscientes de que el 2009 es un paso ineludible en ese rumbo. Ni uno ni otro tiene un candidato a diputado nacional que garantice el voto ganador y que motive a la unidad partidaria o a la conformación de un frente más amplio.
Soria pensó en su hijo Martín, legislador provincial. Pero no ignora que esa opción no sólo le impide sumar a otros sectores sino que, además, lo muestra en cierta soledad.
Pichetto tampoco podría hallar entre los intendentes de ciudades relativamente pequeñas algún nombre conocido en la provincia y que entusiasme al electorado.
Así, sin que los una el amor ni los separe el espanto, los dos buscan tejer una trama capaz de soportar su propio peso. Saben que, si quieren que el reloj de arena vuelva a girar sobre su eje, deberán hacer algo distinto de lo que han hecho hasta ahora.
En el resto de los partidos, pocos están en condiciones de aspirar a instalar a uno de los suyos en el Congreso de la Nación.
-El Frente Grande admite que ya no puede pedir más de lo logrado. Pero no tiene claro si devolverá al peronismo los favores recibidos. Cada día recibe propuestas de dirigentes radicales, igual que sucede con los dirigentes del ARI, del PPR y del partido de la Victoria.
Por ahora, el descanso veraniego de los políticos provinciales sólo se inquieta por la perspectiva de dificultades financieras que implica una crisis global de impredecible impacto en la región. A ninguno de ellos le conviene que la recesión y su consecuencia de desempleo alteren la calma social. Pero nadie se siente en aptitud para prever un esquema capaz de evitar que ello suceda. Y, si ocurre, ¿quién podrá hablar ya de candidaturas?
El fantasma del 2001 atraviesa sus peores pesadillas.
ALICIA MILLER
amiller@rionegro.com.ar