SAN CARLOS DE BARILOCHE (AB).- El enorme cartel que da la bienvenida a los visitantes en el ingreso a Bariloche contrasta con la imagen de la terminal de ómnibus de la ciudad, atestada de turistas que buscan en vano un lugar donde sentarse al llegar.
Los bancos no alcanzan y muchos optan por acomodarse en el suelo.
Ni soñar con tomar un cortado o una gaseosa, ya que la única y pequeña confitería lleva meses cerrada.
Un cartel anuncia que el cierre es "por tiempo indefinido, por finalización de la concesión". Para peor, por orden municipal, el kiosco de la terminal no puede vender bebidas por lo que sólo ofrece agua mineral.
La vergonzosa situación, que afecta uno de los principales portales de la ciudad en plena temporada turística, no tendrá una solución en el corto plazo.
La adjudicación de la confitería a Leandro Weiss fue impugnada en enero por uno de los oferentes del proceso licitatorio y todavía aguarda una respuesta del municipio.
Desde la oficina de Prensa se informó que el dictamen con la respuesta que destrabaría la concesión está a la firma de la asesoría Letrada, sin más detalle. Mientras tanto, la temporada estival transita sus semanas de mayor afluencia turística sin un servicio alternativo.
La impugnación fue promovida por Martín Enevoldsen que objetó la decisión de adjudicar la explotación a un oferente con una de las propuestas económicas más bajas.
En la presentación formal detalló que Weiss que ofreció 12.000 pesos mensuales para la alta temporada y unos 8.000 pesos mensuales para los ocho meses restantes, contra su oferta que ascendía a 19.500 pesos por mes.
En la terminal, frente a la cerrada confitería, un conocido vendedor ambulante local ofrece sandwiches y café de termo. Un colega suyo instaló un chulengo en el exterior, donde se pueden probar sabrosos choripanes y hamburguesas. Ayer la cola superaba las 20 personas.
Los baños tampoco dan abasto. El de damas registraba una cola de 12 personas y lo único rescatable de la reducida infraestructura sanitaria era el buen estado de limpieza. Todos los servicios de la terminal de ómnibus están colapsados.
La mitad de los colectivos debe estacional a la intemperie, ya que las dársenas techadas, con acceso al edificio central, no dan abasto para atender los requerimientos de la alta temporada. En su salida, todos los micros deben sortear dos grandes pozos, que bien podrían ser un atractivo en el Dakar, si algún día la prueba llega a Bariloche.
El servicio de taxis parece ágil y eficiente y ante la falta de servicios gastronómicos, el restaurante gourmet de la terminal de trenes ofrece durante los mediodías un plato del día y también sandwiches y tartas para llevar.
