-En "Conversación en la Catedral", de Mario Vargas Llosa, en un diálogo entre dos de los personajes surge una reflexión que se suele utilizar en la política latinoamericana a modo de buscar explicaciones a algo que salió mal: "¿Cuándo se pudrió todo, Zabalita?". ¿Cuándo se pudrió la relación del radicalismo K con Kirchner? Sería muy bobo creer que fue a partir del tema de las retenciones...
-Hay un dato que a mí me generó la idea de que la Concertación estaba en dirección a tener problemas: la decisión de Néstor Kirchner de asumir la presidencia del partido peronista en diciembre del 2007, o sea, tres meses antes de que comenzara el conflicto con el campo. Esa decisión implicaba una desnaturalización de lo que, en los hechos, era la razón de la Concertación: construir un nuevo modelo de representación política que apuntara a dos fuerzas, una de centroizquierda y otra de centroderecha. Se trabajó desde el convencimiento de que los partidos tradicionales estaban en crisis de representación de cara a la sociedad. Muchos radicales nos vimos alentados por esta propuesta y por lo hecho por el kirchnerismo en, por caso, la forma en que alentó la conformación de la Corte, la ley de medicamentos, tan cara a los radicales por la Ley Oñativia, que fue una de las razones por las cuales fue derrotado Arturo Illia. Pero de golpe Kirchner iba por el PJ con el fin de tornarlo excluyente en la toma de decisiones en la Concertación; todo comenzaba a desvirtuarse.
-¿Arrepentido de haber dejado el radicalismo por otro amor?
-Mire, no se hace política bajo el dictado de exigencias metafísicas. Yo asumí siempre la política como un acto de servicio. Así llegue incluso a intendente de Pergamino, una sociedad importante, hija de su propio esfuerzo, sinónimo de entrega total a la producción. Cuando con Cobos a la cabeza fuimos a la Concertación lo hicimos de muy buena fe y en función de esa idea de entrega... si las cosas no salieron, bueno...
-Casi un mal de prosapia filosófica: un mal en virtud.
-Sí, sí.
-¿Qué era el radicalismo que dejaron?
-Muy poco, lamentablemente. Simplemente estábamos.
-"¡Inercia de Comité, la peor de las inercias!", sentenciaba Molina cuando comenzó a polemizar con Hipólito Yrigoyen por 1915...
-Algo de eso, algo de eso.
-¿Y qué es ahora el radicalismo?
-La necesidad de ser nuevamente una propuesta para millones de argentinos.
-Ya vamos a ir al tema. ¿Cuál es para usted ese meollo de fundamento ideológico -de forma, aunque la forma puede tener dictado ideológico- que los separó de K?
-Le doy uno: de frente a la crisis con el campo, el kirchnerismo habla de oligarquía. Para nosotros ésa es una categoría perimida, superada por la dialéctica de la historia. Nosotros hablamos de empresariado del sector primario que forma parte de la burguesía nacional que busca su destino. Ésta es una diferencia de neto corte ideológico con un kirchnerismo que se instaló en la crisis con un discurso propio del ´45.
-Siguiendo esto último, ¿qué relato -en tanto combo de ideas que se arroga la respuesta absoluta a los problemas- está en crisis en la política Argentina?
-Todo relato asentado en el mecanicismo... el del mercado, por ejemplo; todo relato ajeno a matices. El relato desde el cual Kirchner respondió al campo, por ejemplo. Éste es un tema que siempre conversamos con Cobos: oxigenar las ideas que uno tiene en el mate.
-¿Qué es Julio Cobos políticamente? Hace poco le dije a "Pechi" Quiroga que Cobos se parece a esos personajes de Voltaire que pueden tanto transformar la historia como dejarla tal cual está. ¿Hay un enigma Cobos?
-No hay un enigma Cobos. Por ser un fenómeno espontáneo, es superador de muchos condicionamientos. Es radical, pero trasciende ese límite a partir de un hecho puntual. Por otra parte, a los radicales que tuvimos nuestra cuna política en el Comité, en internas, en política universitaria, etcétera, Cobos se nos presenta como una rara avis... no viene de ninguno de esos espacios y llega a la política en los ´90. Su ligazón con la universidad, por caso, es de neto corte académico. Es un hombre muy honesto, muy reflexivo, muy preocupado por los temas educativos. Tiene muchas de las tipicidades que son propias de la política mendocina... cierto conservadurismo en la manera de hacer política.
-¿La tipicidad que le impuso el Partido Demócrata, los famosos "gansos"?
-Efectivamente. Los demócratas definieron mucho de lo que son el peronismo y el radicalismo mendocino, más allá de sus matices: política reflexiva, reguladora en materia de acciones, con mucho grado de autonomía en relación con sus clivajes nacionales. Cobos, por caso, y esto fue muy de los demócratas, no se deja inundar por muchos temas. Hoy está trabajando sobre la Ley de Educación Superior y no quiere saber nada de ninguna otra cosa.
-¿Quieren volver al radicalismo?
-Sí.
-Pero, entonces, ¿a qué radicalismo estarían volviendo?
-Aspiramos a un radicalismo de corte federativo, o sea, con base amplia para el debate de ideas y la toma de decisiones.
-Eso pedía Lisandro hace 110 años. No se lo dieron jamás. Renunció.
-Precisamente: De la Torre reacciona contra distritos donde hoy la crisis del partido es más profunda: provincia de Buenos Aires y Capital Federal. Volver será el producto de un proceso de diálogo, de levantamiento de sanciones.
-Pero ¿qué hará Consenso Federal, la fuerza que nuclea Cobos, de cara a las elecciones parlamentarias?
-En algunos casos irá con el radicalismo, como en Mendoza. Es decir, todo forma parte de un proceso que, por supuesto, no será un camino de rosas.
-¿Cuál es el problema central del radicalismo bonaerense y del de Capital Federal?
-El primero tiene nombres propios: Federico Storani y Leopoldo Moreau. Hicieron de la política una práctica fraudulenta... mandan vía fraude. Manipulan arbitrariamente la Junta Electoral y desde ahí condicionan la democracia interna del partido, descalifican. ¡Ojo, no es nuevo! Hace algunos años, como candidato a presidente de la UCR bonaerense, acompañé la candidatura de Margarita Stolbizer a gobernadora y, por caso, en Lanús la elección interna no se votó el domingo sino un martes y sin saber dónde se había votado. Y en lo que hace a Capital Federal, simplemente no hay partido. Pero también está claro que no hay radicalismo nacional sin estos dos radicalismos, y éste es un tema a resolver, máxime si se tiene en cuenta que en las parlamentarias de noviembre la madre de las batallas se dará en la provincia de Buenos Aires, donde Kirchner está prisionero de lo peor que tiene el peronismo: los intendentes del conurbano.
-Cuando usted desgrana ideas sobre el futuro del radicalismo se me cruza lo del "panradicalismo", que es un tema que va y viene en el partido.
-Es cierto, es cierto, va y viene. Es una suerte de debate no desarrollado a pleno. Cuando el partido eclosionó, Juan Manuel Casella fue uno de los primeros en hablar del "panradicalismo".
-¿Qué es Carrió en potencial entuerto?
-Importante. Tiene un estilo que nosotros no compartimos mucho: el de un protagonismo muy individual, muy excluyente, muy personal, estilo que de todas maneras respetamos. Alrededor del concepto de república ella hace toda una construcción ética que uno comparte pero que ella expresa en términos muy exagerados. Esta idea del "panradicalismo" también comprende a Ricardo López Murphy. Yo no comparto mucho del núcleo duro de sus ideas en materia económica, pero es un hombre honesto, digno y, precisamente, con ideas.
"De muy pibe"
Héctor "Cachi" Gutiérrez tiene 55 años. También tres hijos y un título de abogado que ha usado muy desigualmente debido a su definida vocación por la política, arena a la que llegó en una ciudad de fuerte impronta radical: Pergamino.
-Iba al Comité desde muy pibe... pispeaba. No entendía nada, pero me sentía importante... el bicho de la política, ¿no? Ahí estaba Raúl Borrás y siempre venía Raúl Alfonsín. Eran los años en que lentamente iba tomando forma lo que sería Renovación y Cambio -recuerda.
Y luego, el recorrido clásico para un joven radical: universidad, FUA, saco azul, pantalón gris, gomina y lentes de carey gruesos.
-Sí, sí, todo un clásico... biabas con la cana al grito de "FUA, FUA, la lucha continúa". Y el ingreso a la Junta Coordinadora Nacional, que nació en el ´68, antes de Renovación y Cambio. Queríamos ser un partido dentro del partido. Yo rompí con la Coordinadora en el ´84, cuando "Changui" Cáceres acusó a Raúl Alfonsín de querer peronizar el radicalismo. Me quedé con Alfonsín. Y, sí, sí... las ilusiones perdidas, las ilusiones ganadas. En fin, acá estamos -reflexiona.