Domingo 11 de Enero de 2009 22 > Carta de Lectores
Dilemas compartidos

Como siempre sucede en enero al aproximarse las tradicionales paritarias salariales que, se supone, fijarán las pautas que imperarán durante el resto del año, los voceros del gobierno nacional se han puesto a pedir "responsabilidad" a los líderes sindicales, mientras que éstos insisten en que no se puede hacer de los salarios una variable de ajuste y acusan a los empresarios de estar dispuestos a ir a virtualmente cualquier extremo para impedir que los obreros reciban lo que merecen. Y como suele ser el caso, ambas partes tienen su cuota de razón. Por motivos evidentes, lo último que quieren los empresarios -o el gobierno- es que se desate una competencia feroz entre los distintos sindicalistas para ver cuál de ellos logre conseguir el aumento más llamativo para sus afiliados. En cuanto a los jefes de la CGT, es natural que teman que el empresariado aproveche el estado delicado en que se encuentra la economía para rehusarse a dar aumentos y, lo que a su juicio sería todavía peor, para reclamar una mayor flexibilidad laboral, algo que en opinión de casi todos los sindicalistas del mundo sería muy negativo. En años anteriores, el conflicto así supuesto terminó en lo que podría considerarse un empate. Aunque el 19,5 por ciento de aumento que serviría de pauta para 2008 hubiera sido excesivo si se tomara en serio la tasa de inflación oficial que ni siquiera llegó a dos dígitos, fue en verdad bastante modesto porque el índice real se habrá acercado al 30 por ciento anual. Por lo tanto, los sindicatos más fuertes se las arreglaron para conseguir aumentos adicionales, mientras que los más débiles no tenían otra alternativa que la de resignarse a ver disminuir el poder adquisitivo de sus miembros. Según se informa, a juicio del gobierno el 13,5 por ciento sería un aumento apropiado para el año en curso. Lo sería si la economía evolucionara como esperan los técnicos oficiales, pero en vista de que se sienten constreñidos a hacer gala de su optimismo, sería un error confiar demasiado en sus proyecciones.

El año pasado las paritarias fueron más disputadas que en años anteriores porque, merced al crecimiento macroeconómico rápido que disfrutaba el país, se habían atenuado los efectos del colapso del 2001 y 2002 que tanto hizo por moderar las expectativas de los asalariados. Sin embargo, desgraciadamente para todos, el clima de holgura incipiente que se había difundido ya se ha visto reemplazado por uno de gran preocupación. Si bien tanto aquí como en otras partes del mundo la amenaza planteada por la inflación parece menos urgente, ello sólo se debe a que el crecimiento económico se ha frenado de golpe. Aunque según diversos organismos internacionales, en el 2009, nuestro producto bruto podría crecer el 2,5 por ciento, lo que sería una tasa muy modesta en comparación con las registradas antes pero que sería envidiable en el contexto actual, los hay que creen que es perfectamente posible que caigamos en recesión. En tal caso, todos los acuerdos salariales alcanzados a comienzos del año no tardarían en provocar dificultades.

Es normal que los sindicalistas desestimen las advertencias de los empresarios sobre los riesgos que les supondrían costos laborales excesivos, pero dadas las circunstancias les convendría prestarles atención hasta que el panorama se aclare, lo que con suerte podría ocurrir antes de mediados del año. Para la mayoría de los asalariados, sería peor perder el trabajo de lo que sería tener que conformarse con un ingreso menor. Asimismo, aun cuando los representantes empresariales sean tan propensos a exagerar los peligros como lo son los sindicalistas a minimizarlos, esto no quiere decir que no existan, y sería irresponsable de parte de los representantes de los obreros negarse a tomarlos en cuenta. De todas maneras, en última instancia el poder adquisitivo del grueso de los asalariados, tanto de la minoría respaldada por sindicalistas combativos como de los millones que trabajan en la economía negra y que con escasas excepciones no están en condiciones de negociar nada con nadie, dependerá en buena medida de la evolución de los mercados internacionales, no de los resultados de las paritarias que se iniciarán formalmente el mes que viene, pero en este momento es todavía más difícil prever cómo se comportará "el mundo" de lo que era en tiempos más tranquilos.

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