VIEDMA (AV).- Ningún cambio es fácil. Pero algunos son más complicados porque en sí mismos generan otros, a veces, tan difíciles de digerir que hasta generan decisiones que dejan el amargo sabor del fracaso.
Esta sensación suelen experimentar los estudiantes rionegrinos que terminan el secundario y deben emigrar hacia ciudades como Buenos Aires o La Plata para cursar carreras universitarias. Varias pueden ser las razones: los afectos tan lejos, convivencia con extraños en pensiones o en su defecto llevar adelante una casa con el pago de impuestos, lavado de ropa, comida y a pesar de sumar más horas de estudio, las materias se acumulan y la pérdida del año es inevitable.
Son cada vez menos los bolsillos que aguantan y los resultados desalentadores ante el avance universitario pueden generar el regreso a casa con un gran fracaso en la valija. Para contener estas situaciones tan frecuentes en los chicos que llegan del interior a Buenos Aires para capacitarse, desde la experiencia personal de esa circunstancia y lo profesional, las psicólogas Luciana Videla de Viedma y Gisella Zorzi de Río Gallegos ofrecerán desde abril un espacio grupal para cubrir las necesidades que atraviesan los estudiantes que viven en la Capital Federal. La idea es realizar encuentros grupales vivenciales con todo aquel que viva en Capital Federal o gran Buenos Aires y les cueste la adaptación, ya sea por la soledad, las materias o que extrañen mucho la familia, el lugar de origen.
"Experiencia diferente"
"No hablar y ver todo lo que pasa impide abrirse a lo nuevo y hasta sacarle el jugo a esa experiencia diferente", explicó Luciana Videla al comparar lo que le sucede a un estudiante que debe emigrar a Buenos Aires con el desarraigo de una planta.
"En algún punto los jóvenes rionegrinos, como tantos otros, son como una plantita a la que recién le está creciendo su tallo y raíces y de repente se la saca de su hábitat para trasplantarla en la selva como es Buenos Aires y en ese transcurso para poder arraigarse a otra tierra los chicos atraviesan un estado muy vulnerable con mucha soledad, miedos y situaciones en las que son importantes los espacios de contención y de alguien con quien se puedan identificar para sentirse apoyados y sostenidos en esta experiencia que es tan difícil", puntualizó.
Agregó que a veces no se dimensiona todo lo que tienen que atravesar en esta migración que genera un encuentro con un ser adulto, la responsabilidad de una casa, tener que trabajar, a lo que se suele sumar la exigencia de la familia o propia".
Ambas son terapeutas gestálticas capacitadas en manejos grupales y proponen encuentros mensuales de tres o cuatro horas en el que a través de la exposición de una experiencia vivencial se pueda iniciar el diálogo de otros que están experimentando situaciones similares.
Serán en Capital Federal y comenzarán en abril.
"Pasa por una implicancia personal y gratificante poder acompañar a los chicos que llegan a Buenos Aires para estudiar porque me hubiese gustado tener esta contención cuando yo también lo pasé", sostuvo Luciana finalmente.