Los días martes y miércoles pasados mucha gente de esta región se volcó a las calles inundada de felicidad para saludar -algunos agitando pañuelos- a los corredores de una competencia motorizada, llamada "Dakar" porque su primer recorrido partió desde París y terminó en la capital senegalesa, tras atravesar el Mediterráneo en barco y el Sahara luego. Fue aquél un viaje de la prosperidad a la miseria -que ahora, en sentido inverso, está vedado a los africanos- desde una capital colonial a la capital de la ex colonia, ambas hablantes de la lengua de Napoleón (salvo, en Senegal, los que aún usan una lengua tribal que sólo entienden ellos).
El mismo martes se pudieron ver otros pañuelos en una foto de la portada de un diario de Buenos Aires. Padres y madres jóvenes con bebés en brazos, adolescentes, niños. Unos cuantos de ellos, niños inclusive, alzando pañuelos blancos. El epígrafe explica: "El drama humano: familias palestinas muestran pañuelos blancos a tropas israelíes al ser obligadas a dejar sus casas en el norte de la Franja de Gaza".
Ese mismo martes un bombardeo israelí mató a 43 personas refugiadas en tres escuelas de las Naciones Unidas. ¿La explicación de ese inexplicable "daño colateral"?: desde las escuelas se hacían disparos de mortero. No se dio tiempo a los chicos para salir con los pañuelos blancos.
La foto es un disparador de reflexiones. La primera, dedicada al reportero gráfico de Associated Press que desafió la prohibición del ejército invasor y la hizo. Siempre un diario hace más que la tevé, cuyas ilustraciones sólo muestran la estética de las explosiones nocturnas que trazan caprichosos dibujos en la noche, como si fueran festejos de Año Nuevo.
Luego el niño, a salvo todavía del misil en la mezquita y en la escuela y en su barrio, levantando el pañuelo, o sólo un trapo, blanco. El blanco es el color de la pureza, de la inocencia (por eso el Papa, ajeno al pecado, viste de blanco). Y me pregunto y pregunto: ¿un chico como ése, de entre diez y doce años, debe demostrar que es inocente? ¿que no es guerrillero, ni terrorista, ni partidario de arrojar al mar al Estado de Israel?
Como todo depende del punto de vista, es posible que para un soldado israelí sea, con todo, un sospechoso. En Neuquén conocí a un montenegrino de la ex Yugoslavia, dueño aquí de una tapicería llamada "El Polaco"porque así lo habían bautizado amigos neuquinos, para quienes todo el mundo eslavo era igual. Y bien: el Polaco contaba que, de niño en su montañoso país natal, había servido como correo a la resistencia, liderada por el mariscal Tito, contra los ocupantes nazis y su aliado Ante Pavelic. (Nacionalista, católico, antisemita y pronazi, Pavelic fue nombrado por Hitler para presidir un gobierno títere croata. Entre sus principales "realizaciones" Pavelic cuenta la de haber inaugurado unos 20 campos de concentración. Mató a unos 250.000 serbios y a 30 ó 40.000 judíos, viejos, jóvenes y niños. Siguiendo las feroces ideas de Hitler, quería crear una gran Croacia étnicamente pura. Fue exiliado en Argentina entre 1949 y 1957).
En una de las escuelas había cerca de cien refugiados, convencidos de que allí -por la inmunidad que les daría Naciones Unidas- estarían más seguros que en sus casas. ¿Acaso las viviendas no pueden albergar también a terroristas de Hamas?
Pero nada sirve contra las bombas. Ni la mezquita, ni la casa, ni la escuela. Así domina la muerte y se robustece el fundamentalismo islámico: si la alternativa es morir o morir, más vale morir matando. Así es como nace un comando suicida.
La Organización de las Naciones Unidas fue creada en 1945 por las potencias vencedoras en la Segunda Guerra Mundial. Su Carta fundacional rebosa de buenos propósitos para la preservación de la paz, la defensa de los derechos humanos, el arreglo pacífico de los conflictos, el respeto a los tratados, la promoción del bienestar económico y social de todos los pueblos. A más de medio siglo de estas promesas de los vencedores en la Segunda Guerra Mundial, los papeles firmados son nada más que hojas inservibles que amarillean en las tormentas de nuestro tiempo, del mismo modo que aquéllas aprobadas por la Sociedad de las Naciones, sepultadas por el nazifascismo.
La ONU apenas sirve hoy como un organismo de denuncia. Su representante en Gaza, John Ging, dijo que en la Franja "todo el mundo está aterrorizado y traumatizado", y acusó a la comunidad internacional por permitir que continúe la violencia. El funcionario rechazó la información oficial israelí que asegura que Hamas usa a civiles como "escudos humanos". Negó que en una de esas escuelas -donde el cañoneo de un tanque mató a 40- hubiera gente de Hamas. "La verdad es que esa gente, incluidas mujeres y niños, vinieron a nuestra escuela para protegerse. Y ahora están muertos". Eso dijo.
El Vaticano también, como de costumbre, dejó constancia de sus buenos deseos. Pero después del bombardeo que mató a los niños amados por Jesús ("Dejad que los niños vengan a mí") quiso ser más contundente. El Papa dejó la palabra a quien es tenido como su ministro de Justicia, el cardenal Renato Martino. Éste, después de repartir culpas sobre ambas partes, habló de que las condiciones en Gaza "más y más rememoran a un gran campo de concentración". El Vaticano -que, dicho sea de paso, ignoró en su momento la existencia de los campos nazis- sabe que hablar de un "campo de concentración" sometido al ataque israelí resuena de un modo muy particular en oídos judíos.
Hay otra foto. La del funeral de los muertos en las escuelas, al que asistió mucha gente que siguió el rito islámico. De seguro que allí había militantes de Hamas, muchos. Pero esta vez el ejército israelí prefirió abstenerse. Es que hay un límite para todo, también para matar.
JORGE GADANO
jagadano@yahoo.com.ar