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Fin de ciclo | ||
El sindicalista gastronómico Luis Barrionuevo disfruta de notoriedad desde hace muchos años debido a su voluntad de expresar sin ambages lo que piensan muchos como él pero no se animan a decirlo. Es de suponer, pues, que la hostilidad extrema que siente por los Kirchner está compartida por otros sindicalistas y políticos peronistas. Según Barrionuevo, tanto el ex presidente Néstor Kirchner como la presidenta actual Cristina Fernández de Kirchner "van a terminar presos. Son una manga de delincuentes y usureros de nacimiento" y así, largamente, por el estilo. No es el único que opina de este modo, ya que la líder opositora Elisa Carrió también afirma creer que a los Kirchner les aguarda un destino sumamente ingrato, pero el que el vocero del inconsciente de un sector peronista significante haya embestido con tanto ímpetu contra el matrimonio hace prever que en los próximos meses se intensifiquen mucho los conflictos políticos, lo que en vista de lo sombrías que son las perspectivas económicas podría tener consecuencias muy negativas. Aunque los Kirchner mantienen el control sobre las palancas principales del poder formal, es evidente que la base de sustentación conformada por legisladores, gobernadores provinciales, intendentes y, desde luego, su popularidad personal, se ha debilitado mucho en los meses últimos, razón por la que se han puesto a reemplazar a funcionarios que a su entender no merecen su plena confianza por incondicionales, brindando así la impresión de estar preparándose por la batalla final. Huelga decir que no es de su interés que los demás dirigentes políticos sientan que pronto les será necesario definirse, como en efecto ha reclamado el ex gobernador bonaerense Felipe Solá al reaccionar ante la eventual candidatura presidencial del peronista sui géneris Carlos Reutemann. Para los Kirchner, lo mejor sería que los peronistas y otros que supuestamente están comprometidos con su "proyecto" no tuvieran pretextos para aseverarse convencidos de que ha llegado la hora de abandonarlos a su suerte. En los meses últimos, el ex presidente interino Eduardo Duhalde se ha puesto a criticar con contundencia creciente a los Kirchner, Solá se las ha arreglado para eliminar las dudas en cuanto a su postura frente a ellos, y ahora Barrionuevo los ha atacado con una vehemencia sólo comparable con la de Carrió. Si otros dirigentes bien conocidos se sienten obligados a sumar sus voces al coro, la brecha que separa a los Kirchner y sus partidarios de los demás no tardará en ensancharse hasta formar un abismo. En tal caso, se plantearía el riesgo de que en el transcurso del año corriente estalle una crisis institucional de proporciones al dividirse el país en dos bandos irreconciliables. Al fin y al cabo, los contrarios a los Kirchner ya no se limitan a manifestar sus dudas en cuanto a los resultados de las medidas tomadas por el gobierno sino que cuestionan la idoneidad de la pareja gobernante, acusándolos de conducta criminal, de esta manera despejando el camino para un eventual juicio político. Por desgracia, no es demasiado probable que los Kirchner logren eludir las trampas que les están tendiendo sus muchos adversarios. En vez de optar por una estrategia conciliadora, aunque sólo fuera con el propósito de persuadir a la ciudadanía de que quienes los atacan son irresponsables que están atentando contra la estabilidad institucional, parecen resueltos a continuar haciendo gala de la agresividad instintiva inherente al tristemente célebre "estilo K". A menos que modifiquen su actitud, al país le espera una serie de conflictos desgastantes, además de disturbios violentos protagonizados por distintas facciones sindicales y, tal vez, por grupos piqueteros. Puesto que nuestro país, al igual que tantos otros, está entrando en una fase que se verá dominada por una crisis económica provocada por los errores propios combinados con las repercusiones locales del peligrosísimo embrollo internacional, el clima de crispación política que está formándose no pudo haber llegado en un momento menos oportuno. En los meses próximos, será necesario que la clase política nacional actúe con racionalidad y firmeza, pero tal y como están las cosas parecería que sus integrantes prestarán más atención a los conflictos internos que a los graves problemas que enfrentará el país en su conjunto. | ||
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