Los fines de semana, al pie de la valla fronteriza que separa México y Estados Unidos en Tijuana, se observan mesas y sillas repletas de alimentos. A un lado y el otro de la red metálica, las familias se reúnen, como si la división no existiera.
Comparten comida, charlas y, sobre todo, tiempo juntos. Una actividad que forma parte de la cotidianidad de quienes radican en el límite de dos países tan distintos.
El escenario es de convivencia, de largas conversaciones, incluso de juegos entre uno o más integrantes de familias separadas por la falta de un documento legal que les permita vivir juntos.
Por años, el llamado "Parque de la Amistad" ha sido punto de encuentro entre mexicanos que no pueden cruzar al vecino país por problemas migratorios y los que ya radican del otro lado de la frontera.
El parque, amenazado por los planes de Estados Unidos para reforzar la seguridad fronteriza, fue acondicionado en 1971 por la entonces primera dama estadounidense Patricia Nixon. Se ubica en los límites de Playas de Tijuana y la costa de Chula Vista en San Diego, California.
En noviembre el parque comenzó a ser testigo de movimientos de tierra para la preconstrucción de lo que será una segunda barda fronteriza en el llamado Border Field State Park, del lado estadounidense.
Después de la finalización del segundo muro, una tercera barda de protección reforzará la zona. Ambas paredes se extenderán sobre la playa y se introducirán hasta una porción del océano en un total de casi 14 millas de largo.
Mario Martínez, originario de Michoacán pero residente en Estados Unidos desde hace 25 años, afirma que, en caso de cerrarse el parque, sólo podría comunicarse por teléfono con sus familiares en México. "Será la única forma de estar juntos", lamenta.
"Estamos tristes y preocupados porque no sabemos qué es lo que sigue. Tenemos que solucionar nosotros esta situación. Ellos están poniendo sus soluciones y nosotros tenemos que poner las nuestras", dijo una mujer, que prefirió reservar su nombre.
A decir del activista Enrique Morones, integrante de Ángeles de la Frontera, con el cierre del parque el gobierno de Estados Unidos enviaría "un mensaje poco amable y amistoso" al pueblo mexicano. Morones tiene esperanzas en la llegada al poder del nuevo gobierno estadounidense, encabezado por el demócrata Barack Obama. Pero existen interrogantes sobre la posición que tomará el nuevo presidente de Estados Unidos ante este tema.
Para Patricia Escamilla, del departamento de estudios de administración pública del Colegio de la Frontera Norte, "el presidente electo Obama claramente apoya la que se conoce como reforma migratoria integral, pero, en el contexto electoral, no manifestó una posición clara que se diferencie mucho de la asumida por la administración Bush en cuanto a seguridad fronteriza.
Por ejemplo, el presidente (electo) Obama, si bien no parece inclinarse por la construcción de barreras físicas, sí lo hace por las barreras virtuales".
Para Mauricio Farah, quinto visitador de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) de México, el reforzamiento de la franja fronteriza no frenará la migración.
Por el contrario, "la naturaleza de los inmigrantes los llevarán a buscar otras alternativas, otros caminos para llegar al sueño americano".
Los detalles del proyecto aprobado son pocos, debido al hermetismo del Departamento de Seguridad Interna.
Sin embargo, se calcula que la compañía Kiewit, empresa que ganó la licitación, para levantar tres millas de triple barda podría estar moviendo toneladas de tierra a diario hasta finalizar el proyecto, lo que crearía una "zona de nadie" en la frontera, sin contactos posibles.
ARLENE ORDUÑA BAYLISS
DPA