- Está instalada la idea de que el descanso es necesario para, entre otras cosas, lograr armonía intelectual, física y emocional. ¿Qué ocurre, generalmente, cuando alguien no se puede ir de vacaciones ni tomarse unos días de descanso aunque sea en su casa?
- Es cierto que esa idea está instalada. No obstante, las cosas distan de ser tan simples, ya que al pensarse de este modo se supone que el mentado cansancio es la causa de la falta de armonía. La experiencia en el consultorio psicoanalítico enseña que la armonía intelectual o emocional es difícil de lograr.
- ¿Por qué?
- Contra ella atentan tanto motivos provenientes de la realidad que nos circunda como también de los conflictos personales -cuya raíz suele ser inconsciente-. Y dada la difundida concepción acerca de que el "descanso" nos procuraría la deseada armonía, es muchas veces el tiempo dedicado al mentado "descanso" el momento en que las razones íntimas de no haberlo logrado se vuelven evidentes, ya que durante el transcurso del año laboral muchas veces uno ha evitado, con las múltiples ocupaciones a las que se entrega, tener el tiempo necesario para hacerse preguntas fundamentales acerca del modo en que transcurre la propia vida.
- ¿Por qué se evitan esas preguntas fundamentales?
- Antonio Porchia dice: "Por no hacer una cosa, he hecho cien cosas, pero no he hecho una cosa". Muchas veces uno se atiborra de cosas por hacer para no darse el tiempo necesario para preguntarse una cosa, por nuestro ser en el mundo que nos toca vivir. Es una pregunta complicada porque nos obliga a mirarnos en perspectiva; a lo largo de la vida, ante circunstancias dilemáticas, conflictivas, solemos "mirar para otro lado", ya que nos cuesta aceptar como verdadero lo que nos resulta displacentero. Cuando alguien llega a la consulta psicoanalítica, por lo general trae una suerte de teoría acerca de cómo es y qué le ha pasado en la vida, y es necesario transcurrir a través de cantidad de recuerdos y vivencias para despejar la clave de nuestro ser, que las más de las veces es inconsciente.
- ¿Cuál es su teoría sobre el vínculo entre las vacaciones y el ser humano?
- Como con tantas cosas, con las vacaciones los humanos ejercitamos una inveterada tendencia: planificar el momento ilusionados en alguna forma de plenitud. Luego, la oscura determinación del azar se encarga de que la vida nos sorprenda. Época del año distinguida del resto, por ella justificamos las penurias de un largo período laboral. De modo parecido a cuando los padres se sacrifican para que el hijo goce las ventajas que ellos no alcanzan o se privan, las vacaciones son una especie de hijo dilecto para el que ansiamos la mejor ventura. Pero el vástago podrá desarrollarse si logra sacudir el sofocante peso de las renuncias hechas en su nombre, lo que lleva a que las mejores vacaciones -como los hijos mejor concebidos- no provengan tanto de la esforzada compensación de renuncias como del puro placer de concebirlas.
- ¿Se puede planificar el tiempo libre?
- Bien sabemos los psicoanalistas del callejón sin salida en que colocamos al paciente al enunciarle la regla fundamental del tratamiento: decir lo que acuda a la conciencia sin cuidado de la coherencia, censura o intentos explicativos. Parejamente, cuando nos proponemos disfrutar unos cuantos días sin algo metódico que hacer, concluimos advirtiendo lo difícil que resulta mantenerse fiel a la premisa. "La vida es algo que pasa mientras estamos haciendo otra cosa", dicen que dijo John Lennon. El caso es que no nos sustraemos a la intención de hacer otra y otra cosa para imponerle una meta a la vida.
- ¿Cuál es la explicación o la teoría del psicoanálisis sobre esta cuestión de hacer una y otra cosa?
- Sensible al dilema, en El malestar en la cultura Freud estima que a pesar de que el hombre se planteara innumerables veces la pregunta por la finalidad de la vida, las respuestas distarían de resultar satisfactorias, sobre todo porque es común partir del siguiente a priori: "Si resultase que la vida no tiene objeto alguno perdería todo el valor ante sus ojos. Pero -agrega Freud- estas amenazas de nada sirven; parecería más bien que se tiene derecho de rechazar la pregunta en sí, pues su razón de ser probablemente emane de esa vanidad antropocéntrica, cuyas múltiples manifestaciones ya conocemos". El problema consiste en que "quien fija el objetivo vital es simplemente el programa del principio del placer; principio que rige las operaciones del aparato psíquico desde su mismo origen; principio de cuya adecuación y eficiencia no cabe dudar, por más que su programa esté en pugna con el mundo entero, tanto con el macrocosmos como con el microcosmos", concluye Freud.
- Entonces, ¿cuándo resulta reparador el descanso?
- El descanso es reparador cuando uno está en condiciones de aprovecharlo. De no ser así se produce la paradoja de que el esperado descanso no se produzca y a cambio aparezca angustia o síntomas diversos. Es sabido que muchos conflictos latentes estallan en ese período de tiempo. El descanso de las vacaciones resulta reparador cuando uno ha logrado no hacer de él la ilusión de encontrar lo que no ha logrado en el transcurso del año. Por lo tanto, la cuestión no es tanto el trastorno que produce no poder irse de vacaciones sino lograr las condiciones de disfrutar del descanso, sea donde fuere que nos sea dado procurarlo: en la montaña, en la playa o en el patio de la casa.
- Como efecto de la crisis, mucha gente perdió su trabajo y no puede irse de vacaciones. ¿Cómo puede afectarle esta situación?
- Si alguien debe quedarse en su casa por haber sido despedido del trabajo, no es la falta de vacaciones el problema sino el desequilibrio inherente a la pérdida del trabajo lo que importa. Lo de las vacaciones queda en este caso en un segundo plano. Habría que estar muy desconectado de la realidad si luego de perder un trabajo uno se afligiera por no poder irse de vacaciones.
- ¿La sociedad impone las vacaciones?
- No sé si puede afirmarse que la sociedad imponga las vacaciones, ya que es una costumbre relativamente reciente en la historia humana. Aunque una vez lograda esta instancia, puede inferirse que a la sociedad le interesa que descansemos para que luego rindamos laboralmente el resto del año. Pero si de armonía se trata, no es el descanso vacacional lo que la garantiza.
- Hay parejas que transitan problemas durante todo el año pero la rutina les permite escapar de los conflictos. Luego, apuntan a las vacaciones como un espacio para recuperar la relación, ¿es un error?
- Suele ser un error, efectivamente. Si la rutina ha posibilitado escapar a los conflictos, el problema es haber caído en esa rutina, ya que esto no ocurre de modo inocente. Y a la inversa: cuando en una pareja hay conflictos -siempre los hay-, si se tiene disposición a hacer algo con esos conflictos para atravesarlos, no hay rutina que lo impida. Claro está que más de una vez el problema consiste en que la misma relación de pareja se torna rutinaria y entonces es imprescindible preguntarse cómo se ha llegado a ello para procurar reinstalar las condiciones favorables que alentaron la elección de pareja.
- Es común escuchar "necesito vacaciones ya" como si eso fuera a resolver conflictos existenciales, ¿están algo sobrevaluadas las vacaciones?
- Las vacaciones están sobrevaluadas, pero en el siguiente sentido: se suele esperar que produzcan lo que no se ha hecho durante el año. Doy un breve ejemplo clínico: un paciente en análisis padece del siguiente síntoma: permanentemente corre tras lo que sea, porque su ansiedad le impone que toda meta deba ser alcanzada de inmediato -por dificultad de tolerar los tiempos de transcurso y espera-. De esto no resulta que sea efectivo en los logros, al contrario, vive en perpetuo estado de ansiedad, es voraz con la comida, padece insomnio, su lugar de trabajo está en permanente desorden ya que emprende una tarea para rápidamente abandonarla y pasar a otra que espera ser resuelta y así sucesivamente. Su ilusión es que llegue enero y por fin viaje a la playa donde ya tiene alquilada una casa de veraneo, se ve en la playa jugando con arena, dedicándose a sus hijos, intimando con su mujer con tranquilidad, preparando lentamente la parrillada? Pero si no ha logrado darse el tiempo para realmente plantearse qué espera de la vida y abrir espacios de disfrute y tiempo en espera, es fácil advertir que las vacaciones desnudarán la condición neurótica de su tendencia ansiosa al carecer de los aparentes motivos que lo apuran. Aclaro que es común adjudicar a situaciones de la realidad, en este caso la urgencia por resolver cuanto antes lo que fuere, lo que en verdad tiene sus raíces en conflictos íntimos.
- Para Goethe "nada es más difícil de soportar que una serie de días hermosos". ¿Realmente es necesario tener días de vacaciones para pasarla bien?
- No. Si uno es capaz de "pasarla bien", debe poder hacerlo durante cualquier momento del año, y si así ocurre por supuesto que las vacaciones habrán de sumarse a esta posibilidad.
Veinte obras publicadas
"Los axiomas son etiquetas para no perder el equipaje cuando estamos de viaje por lo extraño. Tal vez la interpretación deba comenzar por la sospecha acerca de las convicciones, propias y, por extensión, ajenas", señala el psicoanalista Carlos Pérez en "Tiempo de despertar. Lecturas de un analista", su último libro que fue publicado recientemente por editorial Planeta. Autor de una veintena de obras, en su producción se destacan el ensayo "El acto poético", la novela "El diván de la anarquía", la teoría y la clínica psicoanalíticas "Placer, Poder, Erotismo" y "El ojo obsceno". También escribió poesía, "Es preciso estar alerta", y textos de humor como "Tangos y boleros para cantar en el diván". Con la colaboración de César Hazaki, redactó el guión de la obra de teatro Pena Maleva (tanguedia).
JUAN IGNACIO PEREYRA
ipereyra@netkey.com.ar