Hace algunas semanas se realizó en Kyoto, Japón, la quinta conferencia internacional sobre la ciencia y la tecnología en su relación con el desarrollo humano. Su nombre oficial es Foro Internacional de la Ciencia y la Tecnología en la Sociedad, y con cierta ligereza habitual se está hablando del "Davos de la Ciencia" en referencia a la reunión anual de los exponentes más significativos de las finanzas mundiales en aquella ciudad suiza. La diferencia es que éstos tienen el poder real y aquéllos sólo podrán hacer recomendaciones y alertar al mundo de que la tecnología no ofrece sólo ventajas ni sólo peligros. Es toda una novedad: al parecer, después de tantos años de creer en el progreso sin límites y en los beneficios de la ciencia y la tecnología, la sociedad se está dando cuenta de que este progreso tiene límites y abismos. Se toma nota de que el desarrollo tecnológico no es una bendición sin retrocesos, que acarrea un costo social que debe tenerse en cuenta. El lema de la V reunión fue "Armonía con la naturaleza".
Asistieron a la reunión de Kyoto nuestro ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, Dr. Lino Barañao; el gerente general de Invap, Lic. Eduardo Otheguy, y el Lic. Gil Gerbino, Konex de platino 2003. Participaron unos 90 países y más de 800 científicos, tecnólogos, sociólogos, economistas, políticos y empresarios de todo el mundo; entre ellos, una buena quincena de premios Nobel.
Se trató de una reunión multilateral de discusión, más que de exposiciones: se habló, pero entre todos. Hubo numerosas mesas de debate, cada una formada por media docena de especialistas en diversos temas, y cada uno de éstos tuvo exactamente seis minutos para exponer su opinión sobre la especialidad de la mesa para dar tiempo a la discusión en pequeños grupos, cuyas conclusiones luego serán presentadas a los demás participantes y a la prensa. Por ejemplo, la mesa en la que participó Otheguy debatió la temática nuclear, sus luces y sus sombras. No hay ditirambos ni loas al desarrollo sino que se iluminan las ventajas de cada campo y sus costos sociales. La energía nuclear está renaciendo y es una fuente limpia desde el punto de vista ambiental, pero sabemos que hay temas en apasionado debate: los residuos, los costos, los peligros de proliferación, los peligros debidos al terrorismo... todos esos aspectos fueron debatidos en Kyoto.
El otro eje de la reunión fue el de las tecnologías de la comunicación y de la información. Éste también es un tema que no resulta lo suficientemente polémico: las TIC son una maravillosa herramienta pero ¿para qué fines? Estamos anegados por un exceso de datos que no siempre constituyen información ni mucho menos conocimiento. Los estudiantes los pueden aplicar a sus informes sin entenderlos. Los medios tecnológicos a nuestra disposición incluso contribuyen a agravar ciertos problemas. Si uno busca algo en internet se puede conectar con millones de sitios que tienen algo que ver con el tema de búsqueda. ¿Cómo orientarse en semejante selva llena de sitios de calidad dudosa o carácter directamente venenoso como aquellos que abiertamente incitan al odio y a la violencia?
Los peligros de desarrollos tecnológicos sin control son múltiples y no todos conocidos, y otros se esconden deliberadamente porque los intereses involucrados son enormes. Estos temas se debatieron en Kyoto, una ciudad emblemática de la antigua cultura japonesa.
La senda de civilización que estamos siguiendo es enemiga de la naturaleza desde sus orígenes, sobre todo en Occidente, que siempre la ha considerado como si fuese un enemigo a derrotar -pero si llegara a lograr su objetivo, ello también será el fin de la humanidad. Por eso es significativo que la iniciativa surgiera de Japón, cuya cultura tiene una postura mucho más armónica con la naturaleza -aunque lamentablemente el insostenible estilo occidental está contagiando también a las civilizaciones asiáticas y en especial China muestra un desdén por los efectos ecológicos de su explosivo desarrollo que representa un verdadero peligro.
Uno de los efectos de los que se habla cada vez más es la fantástica acumulación de basura que implica nuestro estilo de consumismo exacerbado. Lamentablemente éste no figuró explícitamente en la agenda del foro, aunque la basura (tanto en el sentido real como en el metafórico) amenaza seriamente a las cada vez mayores aglomeraciones urbanas con una asfixia tóxica y geográfica. Los campos se despueblan por los avances tecnológicos en la producción agraria, que requiere cada vez menos mano de obra, y los excluidos se amontonan en las villas miseria de las grandes ciudades, donde sus hijos son fácil presa de la delincuencia y del narcotráfico. Esto no es privativo de las grandes ciudades en los países subdesarrollados sino que también se produce por las importantes migraciones de los que huyen de sus propios países en los que no tienen esperanzas, creyendo que en Estados Unidos o en Europa las tendrán, sólo para ser rechazados por los ricos, que se amurallan cada vez más tras sus riquezas. ¿Puede la tecnología resolver estos problemas estructurales? Personalmente creo que no, pero otros más sabios que yo tal vez hayan encontrado salidas en las discusiones de Kyoto.
Por supuesto, se discutieron todos los grandes temas: el calentamiento global, la deforestación imparable, la alternativa entre biocombustibles y alimentos y la extinción masiva de especies de seres vivos -se dice que es la mayor desde aquella en que se extinguieron los dinosaurios, con el agregado de que ésta la generamos nosotros: nos lamentamos por las ballenas y los elefantes, pero no se habla de los miles de especies de insectos cuyo papel en los equilibrios ecológicos ni siquiera se conoce; los animales se extinguen porque destruimos sus hábitats, porque comerciamos con ellos o sus despojos o porque somos cada vez más numerosos. Estos temas tampoco figuraron explícitamente en la agenda de la reunión.
Los temas principales fueron: energía, agua, genómica y especies genéticamente modificadas, nanotecnología, cambio climático, el debate sobre las células madre y bioética, nuevas fronteras, ciencia y tecnología en países subdesarrollados, interfase entre ciencia y humanidades, alfabetización científica (y tecnológica), colaboración internacional y fuga de cerebros, relaciones con los medios de difusión masiva, relaciones con los negocios, desarrollo sustentable, cómo lograr que los que hacen las políticas se interesen más en la ciencia y la tecnología y ciencia e innovación y sus consecuencias.
Kyoto dio, además, una oportunidad para que los representantes de diversos países se conocieran y organizaran colaboraciones entre sí. Por ejemplo, entre España y la Argentina se negocia un Centro de Genómica Vegetal que funcionará en Rosario.
La conferencia se realizó en medio de una fenomenal crisis financiera que pone de manifiesto muchas de las lacras del sistema de desarrollo que hemos elegido. Es de esperar que esta crisis -más allá de los temores puntuales que inspira a los ricos (los cada vez más numerosos pobres están tan mal que la quiebra de los mayores bancos del mundo no los afecta en absoluto...)- haya dado argumentos de debate a los reunidos en Kyoto, ya que se trata de fenómenos asociados: nada es ya independiente de nada en este mundo globalizado, para bien y/o para mal. Hubo recomendaciones pero no soluciones, ya que en estos foros siempre se buscan compromisos entre posturas antagónicas. Sin embargo, las conclusiones de la conferencia no fueron que los problemas creados por los avances tecnológicos sólo se pueden resolver con más avances tecnológicos -que es una postura demasiado cómoda consistente en empujar hacia adelante los problemas, dejar a nuestros hijos y nietos una Tierra destruida- y ganar más dinero reconstruyendo mal lo que estamos destruyendo alegremente. Éste es el estilo de capitalismo del desastre que denuncia Naomi Klein.
¿Habrán podido discutir seriamente aquellos a quienes no importa la destrucción con los que piden la armonía con la naturaleza? Es de desear que haya sido así en alguna medida y que la reunión no haya sido una más de las tantas de las que salen largos informes llenos de buenas intenciones.
TOMÁS BUCH (*)
Especial para "Río Negro"
(*) Tecnólogo generalista