Domingo 04 de Enero de 2009 Edicion impresa pag. 22 > panorama neuquino
Paréntesis
Aunque había advertido que no habría vacaciones para nadie, Sapag optó por tomar un breve respiro para las Fiestas. No se equivoca el gobierno neuquino si sospecha que en un año electoral todo estará teñido por lo político.

A pesar de que había sido muy claro al advertir que nadie de su equipo podría tomarse vacaciones porque era imprescindible trabajar en el plan de obra pública que la provincia presentará ante Nación -inclusive a un secretario que adelantó su deseo de tomarse un mes de descanso le advirtió que junto con la solicitud formal le enviara la renuncia-, Sapag cedió a la tentación de hacer un breve paréntesis hasta la segunda semana de enero.

El gobernador había dicho que él mismo dejaría de lado sus vacaciones y que a lo sumo se tomaría unos días "en la cordillera", pero casi seguro "más adelante". Si decidió cargar con el eventual costo político de enmendar su discurso debe haber sido al menos por dos buenos motivos: los hechos le demostraron que los días que rodean el fin de un año y el comienzo del siguiente son irremediablemente días muertos y el horizonte del 2009, con sus conflictos sociales, su estrechez económica y su singular característica política, se insinúa demasiado arduo como para no aprovechar el impasse que ofrecen las Fiestas.

¿Acaso no le sucedió lo mismo al matrimonio presidencial, que partió a refugiarse en El Calafate? ¿Qué diligencias de peso -como no sea la trabajosa tarea de trazar un panorama político como el que intenta borronear este cronista- podrían resultar impostergables en esos días vacíos de protagonistas y de hechos que suelen jalonar la transición entre dos años?

Después de todo, al cabo de su primer año de gobierno Sapag todavía puede hacer un balance favorable y eso, que no se sabe cuándo habrá de durar, bien vale un respiro.

Hasta el obispo Marcelo Melani admitió que el saldo es medianamente positivo: "Yo creo que se han dado pasos hacia adelante: se ha pasado de un clima de violencia y de no aceptar posiciones distintas a la posibilidad de un diálogo", apuntó marcando las diferencias entre el actual gobernador y su antiguo socio y predecesor.

Con todo, el prelado advirtió que esa vocación de diálogo, que surge como una de las características más notorias de este gobierno, "no siempre se ha cristalizado en acciones concretas" y puso como ejemplo ese gran dolor de cabeza que es el problema de la vivienda.

Con ser uno de los más espinosos, el del agudo déficit habitacional no es el único desafío que deberá enfrentar este año el gobierno. El panorama de los reclamos gremiales indica que la tregua de fin de año está condenada a durar muy poco. Estatales y docentes volverán por sus fueros desde la semana que se inicia y, en el caso de estos últimos, el gobierno deberá recurrir a todo su arsenal persuasivo para evitar que las buenas intenciones se vean sepultadas por el no inicio del ciclo lectivo.

En su última charla con el gabinete, poco antes de Navidad, Sapag advirtió que el conflicto social no se puede ignorar y que, por el contrario, la única manera de conjurarlo es exhibiendo una disposición permanente para atenderlo.

En el caso de los docentes, el gobierno se plantea sacar el diálogo del plano estrictamente salarial para llevarlo al contexto más amplio de la calidad de la educación, una preocupación que afecta a todos los sectores sociales y que el activismo gremial muchas veces parece olvidar.

En el plano económico, la amenaza más grave que se cierne es la de la pronunciada baja en el precio del petróleo. En ese tema -como en muchos otros- Sapag confía en la solidez de los lazos que ha tendido con el gobierno nacional: así como la provincia supo ser comprensiva cuando el precio del barril trepaba a 150 dólares, lo mismo debería hacer ahora la Nación, cuando el crudo está bastante por debajo de los 40.

El gobierno está satisfecho de haber logrado una buena performance legislativa y, sobre todo, de haber obtenido más de un 70% de unanimidad en la aprobación de las leyes. El 2008 fue el año del juicio político y la renovación del Tribunal Superior y el 2009 será el de la reforma consensuada del Consejo de la Magistratura. La idea es eliminar los mecanismos arbitrarios que alberga ese organismo clave, surgido de un pacto entre el sobischismo y el quiroguismo a espaldas de la oposición.

No se equivoca el oficialismo si sospecha que en un año electoral como éste todos los aspectos de la actividad estarán teñidos por lo político. Ha puesto todas sus fichas en la alianza con el kirchnerismo, pero eso no significa que vayan a ir unidos a las elecciones. Juntos pero no revueltos. Antes bien, de lo que se trata es de un juego pragmático de mutua conveniencia: respaldo económico e institucional por un lado, votos a medida en el Congreso por el otro.

En ese plano, Sapag ha logrado disciplinar en buena medida a los diputados del MPN. Como se vio en las últimas votaciones, antes de levantar la mano éstos ya no miran a su partido (es decir a Sobisch) sino al aliado de su gobierno.

Lo ocurrido en este plano, tanto como el pase a las filas sapagistas de algunas figuras que abrevaban en el sobischismo -como el caso de la futura subsecretaria de Coordinación Educativa, Cristina Storioni-, muestra que en la estructura del partido-Estado se sigue verificando una ley de hierro: hasta el más pintado termina por encolumnarse detrás del que maneja la billetera. Aunque de manera más caricaturesca por tratarse de un partido de intereses, nada muy diferente de lo que ocurre en cualquier fuerza política que se precie.

Bertolt Brecht decía que "el que lucha por el comunismo, de todas las virtudes sólo posee una: la de luchar por el comunismo", como si la adhesión a una idea -o un interés determinado- tuviera que ser por fuerza tan ciega, inflexible y extrema como para dejar de lado cualquier otra consideración ética o filosófica. Es que la reflexión es una suerte de axioma del culto al poder que vale para cualquier ideología o credo político, desde el estalinismo hasta el fascismo. Y que se puede aplicar en buena medida a algunas expresiones vernáculas de la política como el sobischismo y el sapagismo.

 

HÉCTOR MAURIÑO

vasco@rionegro.com.ar

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