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El efecto no deseado de los ataques contra Hamas | ||
Aunque parezca paradójico, los contundentes golpes que Israel está asestando al grupo islamista que gobierna la Franja de Gaza podrían fortalecerlo. Es que si algo necesitaba Hamas, era justamente llenarse de mártires y erigirse como el único y verdadero defensor del pueblo palestino. Si lo que buscaba Israel con los ataques era romper la columna vertebral del grupo islamista, y además persuadir a los habitantes de Gaza de que su apoyo a Hamas se traduce en tragedia y que les conviene fortalecer a Al Fatah, lo que se está consiguiendo es justamente lo contrario. No sólo en la Franja la tragedia une a los palestinos, sino que además en Cisjordania flota en el aire una sensación de desazón con su propio gobierno encabezado por Mahmoud Abbas, que ha tenido una reacción absolutamente tibia con respecto a los bombardeos israelíes. Hamas ganó las elecciones legislativas en enero del 2006, y después de una verdadera guerra civil, desde el 14 de junio de 2007 gobierna totalmente el territorio más densamente poblado del mundo. Desde ese momento, Hamas ha tenido que pasar de ser un grupo islamista con una amplia red social (guarderías, dispensarios, escuelas, bolsas de trabajo, etc) a ser un gobierno que debe administrar una región paupérrima y con un bloqueo muchísimo más extricto y severo que el que sufre Cuba. Ni siquiera después de mitad del 2008 con la tregua, Israel flexibilizó el férreo bloqueo a Gaza. No entran remedios, alimentos, ni siquiera materiales de construcción. Ni por tierra ni por mar. Sólo una amplia red de túneles en sus 11 kilómetros de frontera sur con Egipto, da un poco de aire y deja entrar dinero proveniente del extranjero, suministros básicos y, según las denuncias israelíes, armas de Irán. Esos túneles han sido también uno de los objetivos de los bombardeos israelíes. En estas condiciones, lo cierto es que el gobierno de Ismail Haniya ha tenido ciertos logros. Ante el hartazgo de los palestinos ante gobiernos corruptos, Hamas llegó con un discurso religioso, moralista, anticorrupción y antiisraelí. Y luego de ganar con esa táctica, nadie ha podido señalar incoherencia entre lo que planteaba y lo que realiza. Hoy por hoy, los territorios palestinos funcionan como dos entidades políticas separadas: por un lado Gaza, gobernada por Hamas, una estrecha franja de 360 kilómetros cuadrados (más o menos 10 kilómetros de ancho por 40 de largo) sobre el mar Mediterráneo; y por otro lado, Cisjordania, ocupando las bíblicas regiones de Judea y Samaria, con ciudades como Hebrón, Nablus, Ramallah, Yenín, Jericó y Belén, y gobernada por Al Fatah, la fuerza política heredera de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP). Al Fatah y Hamas siguen en un conflicto sin solución y los partidarios del primero han hecho todo lo posible para entorpecer el gobierno del segundo en Gaza. De hecho, hasta la actualidad persiste en Gaza una huelga digitada por Mahmoud Abbas que abarca a jueces, funcionarios, maestros y hasta médicos que retacean colaboración con el gobierno de la Franja. Es decir, aunque seguramente no desee la muerte de civiles inocentes, en el fondo Mahmoud Abbas debe ver con cierta simpatía la intención israelí de liquidar a Hamas. Y esa actitud es la que hace que pierda consenso en la propia Cisjordania, donde podría ir en aumento la popularidad de Hamas. En definitiva, Israel y Al Fatah podrían estar haciéndole el juego a Hamas, a un costo trágico y con un futuro incierto.
MARIANO SARAVIA ESPECIAL PARA RÍO NEGRO | ||
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