Los argentinos formamos parte de un nuevo proceso en el cual está inmersa toda la sociedad. Es un proceso de participación original, absolutamente diferente del modelo que alguna vez conocimos o en el cual muchos de nosotros nos formamos. Aquél era un modelo con un compromiso más ideológico, más ligado a fuerzas del pensamiento y al esquema de los partidos políticos.
Algunos de estos cambios se fueron desarrollando dentro de la propia sociedad por iniciativa de las organizaciones no gubernamentales, que son ni más ni menos que células activas del cuerpo social; son voluntades nucleadas en la búsqueda de un objetivo y casi el principio fundador de la doctrina social de la Argentina de mediados del siglo pasado. Por lo tanto, van interpretando ese proceso.
Quienes no interpretan esto, resignando el compromiso adquirido de hecho con la ciudadanía, son los que desde la función pública no advierten que la construcción de un proyecto político implica algo más que una alianza electoral.
Considero que la construcción de un proyecto político es asumir, antes que nada, que vivimos un profundo cambio de época y que hay nuevos instrumentos para analizar y transformar la realidad. Es vital una nueva forma de relacionarse con la sociedad civil y tratar de entender profundamente lo que le pasa a la comunidad, pero fundamentalmente lo que les pasa a las personas de carne y hueso, que últimamente están ausentes de ese debate.
Creo firmemente que en este tiempo me ha tocado formar parte de una institución que ha procurando impulsar un proyecto que no es electoral ni partidario. Es un proyecto que trata de sostener una nueva visión de los derechos humanos de cada uno de los integrantes de la comunidad; de esos que están esperando la mano tendida, de los que están esperando una oportunidad, de los que quieren igualdad en las oportunidades, de los que miran con expectativa cada proceso que empieza y al poco tiempo se desilusionan.
Hay que entender que la única manera de construir un proceso transparente es con la verdad, porque es inapelable. Considero también que el proceso que viene es de ruptura y para quienes estén dispuestos a hablar de manera sincera, frontal y clara con los ciudadanos.
Debemos, entre todos, recuperar valores, sustancias y principios de convivencia social con diálogo, acuerdos y consensos entre todos los actores de la sociedad, en un marco de defensa y mejora de la calidad institucional y con un profundo sentido democrático, plural, abierto y participativo.
Desde mi función como defensor del Pueblo de la Nación renuevo mi compromiso de seguir trabajando en favor de derechos individuales y colectivos inalienables y en contribuir a lograr mejores condiciones de vida para todos los integrantes de la comunidad. (Red de Diarios en Periodismo Social)
EDUARDO MONDINO (*)
Especial para "Río Negro"
(*) Defensor del Pueblo de la Nación