Analía Argento nació en Cinco Saltos hace 38 años. Es Licenciada en Comunicación y acaba de publicar "De Vuelta a casa. Historias de hijos y nietos restituidos", un libro estremecedor que narra 10 historias de jóvenes que recuperaron su identidad, un camino tan complejo como doloroso. Historias que esperaban ser contadas y que pueden ayudar a encontrar a más niños apropiados durante la última dictadura militar. Analía presentará su libro en su ciudad natal el martes 30 de diciembre.
-Me pregunto si tu libro sería distinto si no fueses madre?
-Eso es muy difícil de afirmar, aun cuando sé que sería distinto. Mi libro nace casi simultáneamente que mis nenas. Yo tenía que hablar de robo de bebés cuando hacía poco había parido. ¡No podía creer el dolor que le causaron a esas madres que le arrebataron a sus hijos! Traté de ser bastante equilibrada y de poner distancia, pero también tuve que poner mi sensibilidad personal para poderme conectar con los chicos que tenía que entrevistar.
-Contás que el libro nace un día que vas a la Asociación Abuelas para hacer una nota periodística, pero no contás qué pasó con vos después de escribirlo.
-Estaba convencida de que había que escribirlo. Yo me comprometí completamente con cada una de las historias; asumí un compromiso con cada uno de los chicos para tratar de contar su historia y su verdad, pero cuidando cada palabra que elegían ellos, para no provocarles un dolor. Un dolor más. Esto permitió que confiaran en mí, que se abrieran en cada charla, que me acercaran fotos. Escribirlo nos movilizó mucho a nivel personal.
-En algunos casos acompañás el proceso de búsqueda de esos chicos.
-Sí, cuando acompañé a Carlos D´Elía Casco al centro clandestino de detención donde nació tuve un impacto físico tremendo. Esa noche tuve frío toda la noche, me di un baño de inmersión muy caliente, me tapé con tres frazadas y el frío seguía. Después de entrevistar a algunos chicos tenía pesadillas, a veces pensaba que me perseguían, que alguien me quería matar. Me da cosa contarlo porque los que sufrieron esas historias fueron ellos, no yo, pero escucharlas fue absolutamente movilizador.
-Sí, cada experiencia se transmite muy fielmente y como lectora me ocurrieron cosas similares al leerlo.
-Yo sigo en contacto con los chicos cuyas historias aparecen en el libro y a ellos les siguen pasando cosas y me siguen contando lo que les pasa a pesar de que el libro ya está escrito. Sigo siendo una oreja que escucha para ellos y eso es fabuloso.
-El antes y el después de contar sus historias también fue importante para ellos. Algunos contaban por primera vez ?
-Después de que publicamos el libro, a ellos les siguieron pasando cosas, buenas y malas. Eso me hizo sentir, de algún modo, responsable. En este sentido no puedo desprenderme del texto. Asumí un compromiso con cada uno de los protagonistas de mostrarle los textos que escribí antes de ser publicados. Me contaban cosas durísimas, muy íntimas y era necesario saber si ellos podían sostener públicamente lo que compartíamos en privado, en nuestras charlas. Lo importante fue que al leer sus propias historias me dijeran que se sintieron entendidos. Hubo un caso especial, el de Simón (Gatti Méndez), un chico encontrado por su mamá. Este caso tuvo mucha repercusión en Uruguay, fue tapa de diarios, fue de los pocos casos que un hijo apropiado era buscado por su madre, una sobreviviente. Fue una causa nacional y fue tal el impacto mediático que provocó la publicación de su historia que tanto a Simón como a su mamá, les provocó cierto dolor. Simón dijo cosas que el tiempo transformó. De hecho ellos empezaban una relación y esa relación fue evolucionando. Me llamó Simón y me dijo que estaba triste y un poco arrepentido de haber contado su historia porque nunca pensó que iba a tener tanta repercusión, pero también me dijo que había sentimientos que tenía al comenzar el libro que habían cambiado.
-Uno de los méritos que tiene tu libro es que es la primera vez que los que cuentan la historia son los chicos. Hablan de su dolor, de las enormes contradicciones que sufrieron cuando descubrieron su verdadera identidad, de hecho en algunos casos, descubrían que amaban a su apropiadores.
-Cuando pensé en hacer este libro sentí que nunca se había contado toda la historia completa. Yo sentía que eso que se dice siempre "que la verdad libera" es así, pero que ese acto suele venir con dolor. A veces conocer la verdad es un proceso doloroso. Como comunidad, sentí que teníamos que escuchar a ese nieto que nos explicaba por qué quería a su apropiador. Uno querría que quiera a su familia biológica, pero después te ponés a pensar ¿quién los alimentó? ¿quién los cuidó cuando estuvieron enfermos? ¿Quién les bajó la fiebre? ¡Es lógico que quieran a quienes los cuidaron! Yo quise comprender eso, esa relación, ese dolor, el que viene después, cuando se enteran que esa persona que lo cuidó, la persona a la que más quieren, los robó. Creí que un libro iba a ayudarnos a comprender.
-Hay algo que dice en el prólogo Juan Cabandié que explica un poco este sentimiento, cuando dice que en este camino fueron autodidactas, que fueron descubriendo la verdad; o como dice uno de los mellizos Reggiardo Tolosa cuando afirma que tuvo el dilema de Matrix, si tomo la pastilla azul, olvido todo; si elijo la roja, voy a saber la verdad y voy a sufrir?
-Tal cual, en el caso de Matías Reggiardo Tolosa, contarme todo su proceso fue muy liberador, le ayudó a sentarse a hablar de otro modo con sus apropiadores, a quienes sentía sus padres. A raíz del libro, por ejemplo, Matías, decidió encontrarse con parte de su familia biológica y se abrazó con las Abuelas por primera vez durante la presentación del libro.
-Siempre celebro el descubrimiento de un nuevo nieto, pienso que es un acontecimiento feliz, de rompecabezas terminado, pero nunca había pensado en el conflicto que implica esto en cada chico. Tu aporte en este sentido es fundamental. Nacen en una experiencia traumática y este trauma se repite. Recuperan su identidad y pierden la que habían construido.
-Hay que comprender que nada fue fácil para ellos, y que el proceso de reconstrucción y de reparación continúa.
-Otro de los aportes que hace tu libro es que estas historias están contextualizadas, están insertas en un momento político que las explica, incluso hay datos muy interesantes, como la existencia de guarderías en Cuba, donde llevaban protegían algunos Montoneros a sus hijos, o cuando los dejaban cuando iban a hacer entrenamientos o misiones especiales.
-Me pareció que tenía que contar las historias de una manera novelada, que al lector les resultara más liviana la lectura, que esas historias estuvieran contadas desde los jóvenes, y contadas desde el momento histórico en que ocurrieron. Tenés que explicar cómo funcionó el plan sistemático de robo de bebés, tenés que explicar que hay gente que asesinó y que hubo gente dispuesta a matar y a morir por un ideal. Había que contar todo, porque el drama de los chicos es todo completo, no sólo lo que a mí me interesa. El drama es todo. Y muchos de mis protagonistas aun viven ese drama y cada uno asume su historia como puede.
-¿Creés que este libro puede ayudar a encontrar más chicos?
-Ojalá. Fueron cerca de 400 los chicos apropiados. Se encontraron 97. Aun hoy hay chicos que van a Abuelas para saber. Está pasando lo que pronosticó Estela de Carlotto cuando este drama empezó. "Van a ser los chicos quienes nos encuentren". Llaman chicos que tienen dudas sobre su identidad. A esos chicos, que les cuenten otros chicos cómo fue su camino para conocer su identidad, les puede ayudar.
-¿En qué te transformó este libro?
-Me hizo sentir que los periodistas podemos cumplir con la función de transformar algunas cosas positivamente. Este libro me reconcilió conmigo y con mi profesión. Ahora puedo decir que hice algo que le sirvió a alguien.
SUSANA YAPPERT
lanegrayappert@hotmail.com