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"Somos trabajadores de la música" | ||
La voz de Tipitos cuenta no sólo los entretelones de su último disco sino también cómo decidieron "ordenarse" | ||
Raúl Rufino bajó del Chaco a fines de los 80, integró un grupo que acompañaba a la blusera Nora Fergunzon y luego la banda que hoy lo tiene como violero, que terminó de armarse en 1994, en Mar del Plata. Allí registraron el primer disco. En el 96 emigraron a Buenos Aires. Un invierno antes, León Gieco los había escuchado e invitado a grabar en su sello. Durante 1997 giraron con el álbum que los nombra, "Los Tipitos". En el 98 comenzaron su propia difusión por Capital tocando arriba de los colectivos durante más de dos años. Grabaron "Cocrouchis" en 1999, donde participaron Edelmiro Molinari y el Negro Carlos García López. En el 2001 sale "Vintage", y también "Quién va a garpar todo esto?" volumen I y II. Durante 2002, "Contra los molinos", contiene sólo grabaciones en vivo. En el 2004 registraron "Armando Camaleón" con producción de Pablo Guyot y Alfredo Toth. En el 2006 llegó "TipitoRex Vivo", su versión de "Mil Horas" para el compacto homenaje a Andrés Calamaro, "Cantando al Salmón", y el Gardel Mejor Album Grupo Pop. "Tan real", producido por Tweety González, con invitados como David Lebón, Claudio O´Connor, Javier Malosetti y García López, grabado en junio y julio de 2007, fue presentado en abril pasado en el Opera. En la última edición de los Gardel, se llevaron el de Mejor Grupo Pop. Ahora, el 29 y 30 llegan a Puerto Rock Bariloche, con Federico Bugallo en bajo, armónica y coros; la batería y coros de Pablo Tévez; Walter Piancioli en piano, teclados, guitarra y voz; y Raúl en voz y guitarras, con quien "Río Negro" dialogó largo y tendido. Tipitos suenan distinto, basta escuchar unos pocos acordes para reconocerlos. "El sonido -particularmente de la etapa de donde es "Silencio"- fue trabajado por Guyot y Toth, los productores de entonces. La verdad es que no supimos bien lograr algunos sonidos hasta que tuvimos productores. Nos dimos cuenta de lo difícil que era grabar. Y eso requiere tiempo o aprenderlo de gente con experiencia. Pablo descifró algo que nosotros sabíamos inconcientemente pero no nos daba hacerlo. Cuando descubrimos cómo era, lo incorporamos y es nuestro idioma. Pasa que siempre lo esquivamos, tratamos de hacer otra cosa. Pero entendimos qué debíamos hacer y nos cambió. Tiene otra carga? - Y otro costo. -¡Por supuesto! No somos Queen para derrochar cintas y cintas... Eso también modificó nuestro sonido. Empezamos a ver que hay conceptos e ideas, maneras de laburar el sonido que no teníamos. Hay un método. El sonido Tipitos se logró a partir de Guyot que es re-melodista, el chabón. - Ustedes componen melodías fácilmente cantables. Es posible silbarlas, despojadas de todo lo instrumental? -Teníamos temas así pero como no supimos aprovecharlos sonoramente, pasan desapercibidos. Las cosas perduran por sí solas cuando son buenas, pero tienen que estar con el sonido, el color del momento, con el clima que se está viviendo. A "Vintage", Pablo Romero y Eduardo Schmit, lo produjeron como sabían. Es decir, medio sonamos como ellos sonaban. Entender cómo debe sonar algo ajeno a vos, lo hace alguien abierto, con experiencia. Con Tweety, en el último disco, hubo muchas canciones en que no lo entendíamos. Igual nos entregamos muy dóciles. Eso no quiere decir que callamos nuestro parecer? Pero cuando lo escuchamos, entendimos la onda que quería. -La poesía sobre algo tan necesario como escucharse interiormente, en silencio? Es trabajo de ustedes. -Tenemos una escuela de composición muy íntima, para personas observadoras. Nosotros somos un poco as í y escribimos canciones que hablan de detalles, de cositas simples para las que hay que estar atento. Cuando surgió "Silencio", algo nos aturdía? Trabajamos cuatro años en la costa. Alquilábamos una casa donde vivíamos lo que duraba la temporada. Al principio funcionábamos con disciplina, podés hacer cualquier cosa pero a tal hora hay que probar sonido y largar el recital. Pasadas las semanas, se bardeaba la cosa y terminábamos con la casa invadida por amigos, admiradores, chicas, chicos? Nos relajábamos viendo, entre comillas, el éxito. La casa se llenaba y lo permitíamos. Pero cuando el verano terminaba, tardábamos un montón para volver a Buenos Aires. Una semana como en una nebulosa,, dando vueltas sin saber qué hacer con toda esa energía, esa invasión de admiración, de cosa loca. Hasta que alguien se enojaba. Era algo indescifrable. Había gente a la noche, te ibas a dormir y cuando te despertabas, seguían allí más otras personas. Perdíamos el control. Y eso nos inspiró? Decir basta, necesito silencio, calmar la bola. Había muchas cosas que nos llenaban el ego, pero estábamos obligados a responder a la admiración. No hacíamos lo que debíamos, respondíamos a estímulos que no manejábamos. Eso fue en la última temporada de verano y "Silencio" salió de ahí. Hay muchos conceptos de la música. Están los que sienten que es diversión, para alegrarse y escuchan "Los niños que escriben en el cielo" (Spinetta Jade) y no lo soportan. Una canción así hace pensar? Entonces escuchan reggaeton o cumbia, punchi-punchi. El que instala en el auto un equipo súper potente, no lo usa para sí: baja las ventanillas para que todos lo oigan. No importa la música sino como suena el equipo en el auto. Me parece que no buscan música que los represente. Pero hay otra gente sensible, abierta, y nosotros apuntamos a ella. (Ríe Raúl) Ayer, haciendo mis cosas, cantaba un tema de (Ricardo) Montaner, ¿podés creerlo? No es que gusta, pero tiene canciones maestras que lo trascienden; las hay de (Joaquín) Sabina que lo trascienden. Tratamos de apuntar por ahí, más a gente con una búsqueda, con fundamento. No de moda. Somos trabajadores de la música en una búsqueda más artística, más sensible? | ||
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